Esta investigadora es, sin ninguna duda, una de las máximas autoridades sobre la Covid-19 en España y lleva desde el principio de la pandemia publicando artículos de divulgación y explicando el coronavirus por las radios y televisiones de todo el país. Doctora en Ciencias Químicas, especialidad en Bioquímica y Biología Molecular por la Universidad Autónoma de Madrid, Margarita del Val, hizo la tesis en el Centro de Biología Molecular Severo Ochoa. Su madre y su padre eran doctores en química y criaron a Del Val en un entorno intelectual y científico. 65Ymás ha conversado con ella sobre su trabajo, su carrera profesional, la brecha de género, el talento sénior y, cómo no, la enfermedad del Covid.
PREGUNTA: Sus padres eran doctores en química. ¿Podríamos echar mano de ese refrán tan español que dice que de casta le viene al galgo?
RESPUESTA: Posiblemente sí. No es sólo eso, pero sí. Desde luego, ellos me inculcaron la curiosidad de conocer y el gusto por aprender.
P.: Su estancia post doctoral la hizo en Alemania, ¿cómo recuerda aquellos años?
R.: Entonces allí se trabajaba muy bien, con muchos medios y mucho respeto al investigador. Personalmente, fueron unos años de desarrollo maravillosos. Era el momento en el que una ya había aprendido a ser científico y ya tiene la iniciativa, la independencia y la claridad de mente para sacar adelante buenas ideas trabajando y aprendiendo muchísimo.
P.: ¿Y los casi 20 como investigadora en el Instituto de Salud Carlos III?
R.: Me dieron mucho y me enseñaron la importancia de acercarse, en mi campo, a la salud humana. Yo no tenía formación médica y la percepción de lo importante que es hacer algo que tenga impacto en la salud me la dio el Carlos III, igual que me dio mi inclinación a no estudiar sólo la parte mecanística de las vacunas sino también su parte más social: cómo se aplican las vacunas a las poblaciones, las campañas de vacunación, distintos tipos de formulaciones… Aquellos años me acercaron más a los medicamentos, porque aún no habían nacido ni la Agencia Europea del Medicamento ni la Agencia Española, pero el Instituto formaba parte de su embrión dentro del Ministerio de Sanidad. Allí se fusionaron el conocimiento más tradicional de los medicamentos con el conocimiento muy molecular y de investigación. Y en aquello estuvimos implicados bastantes científicos y, al final, nació la Agencia del Medicamento. De hecho, estuve a punto de irme allí, aunque finalmente no lo hice.
P.: Pero sí ha representado a España en la Agencia Europea del Medicamento (EMA). Y ahora trabaja en el CSIC, donde dirige proyectos de investigación, hace divulgación científica y publica artículos de gran impacto. ¿De dónde saca tiempo para todo?
R.: Pues ahora mismo de ningún lado. Me falta el tiempo hasta para contestar al correo. Pero ya son muchos años dedicados a esto. De hecho, hace ya mucho que representé a España en la Agencia Europea del Medicamento y siempre se mantiene el contacto. Respecto a la divulgación científica, lo hago porque siento esa necesidad de devolver a la sociedad lo que ella me ha dado. La sociedad nos da formación, nos ha apoyado en nuestro trabajo de investigación y a todos los científicos nos parece muy importante devolver todo esto a la sociedad. Además, hay mucha gente que disfruta con la ciencia, con el conocimiento, y divulgar es una manera de formar al adulto. Lo hacemos en bares, cafeterías, chocolaterías... y al mismo tiempo, cuando vamos a colegios e institutos de bachillerato, es también una formación para los chicos jóvenes. Lo más grato es transferir a la sociedad el conocimiento que has logrado gracias a ella. No nos llama crear empresas sino contar lo que sabes a los demás y que ellos lo aprovechen.
P.: ¿Qué se siente cuando la declaran una de las TOP 10 de las mujeres líderes en España dentro de la categoría de Académicas, Investigadoras y Pensadoras?
R.: La verdad es que me quedé muy sorprendida. Aunque reconozco que es cierto que, con la pandemia, a todos los científicos, pero especialmente en el campo de la biomedicina, los virus y la virología, se nos ha dado cierta visibilidad. Pero, al margen de esto, la verdad es que es sorprendente y aprovecho para recalcar cómo se valora ahora a la mujer científica. Pensé que es un cambio importante en la percepción de la sociedad y también pensé en cómo se valora al CSIC, porque de las diez mujeres que integramos ese TOP, tres pertenecemos al Consejo, dos virólogas y nuestra presidenta, que además es la primera mujer que accede al cargo.
P.: ¿Existe también en la ciencia brecha de género?
R.: Como reflejo de la sociedad, sí, existe. Pero no necesariamente de una manera mayoritaria en los ámbitos científicos o en la investigación más académica. Sin embargo, obviamente, según se avanza en los puestos de responsabilidad, el número de mujeres va mermando, en buena parte porque no tienen el apoyo de su entorno. Por eso es importante que se nos visibilice a las mujeres científicas. Donde hay discriminación, hay que combatirla. A pesar de todo, comparándonos con Alemania, está mucho mejor el puesto de la mujer investigadora aquí que allí.
P.: Ya sabemos que este país es más de invertir en fútbol que en ciencia, pero dentro de la penuria generalizada, ¿cuál es el estado de salud del colectivo científico en España?
R.: Pues es bastante precario. Siempre ha habido pocos medios. De vez en cuando han llegado más apoyos en forma de fondos, pero nunca ha funcionado todo a la vez y llevamos desde la crisis de 2009 cayendo hacia abajo, intentando sobrevivir de lo que habíamos conseguido en conocimiento, pero la gente se está desanimando. Se nos están yendo los mejores, los que más iniciativa tienen. Están buscando otros caminos. Estamos en precario, ahora mismo se ha invertido en la pandemia, con lo cual las personas de todos los campos que no han podido contribuir a enfrentarla se han quedado un poco descolocadas. Después de la pandemia, se invertirá en recuperación, pero no para recuperar la salud de la investigación, sino para reconstruir la economía. Con lo cual, vamos a seguir en precario. No tenemos fondos para crear una estructura que sea un poco más sólida en investigación. Hace falta invertir y que la gente se de cuenta del valor tan importante que tiene la investigación para enfrentar problemas, entender la realidad y dar esperanza.
P.:¿Qué más habría que hacer, a parte de sufrir una pandemia, para que en España nos tomemos por fin en serio la ciencia y a los científicos?
R.: Pues, a lo peor, tienen que pasar varias generaciones. Realmente, no lo sé. Creo que estamos en ese momento en el cual no se puede dar marcha atrás, porque se está gestionando el Pacto por la Ciencia, para que la ciencia esté por encima de cualquier partidismo. Todos tenemos nuestras opiniones políticas, pero eso no es lo que nos mueve para hacer ciencia. Por eso es tan importante que el Pacto de Estado por la Ciencia salga adelante, para que todos los partidos se comprometan a apoyar la investigación. Es muy importante crear la conciencia de que no se puede seguir maltratando a la ciencia. Porque es una inversión, no un gasto. Por eso, debe tener un estatuto propio que tenga la flexibilidad que no puede dar la administración general del estado. Tener un estatuto propio no es un privilegio, es algo necesario porque la ciencia es creativa y está cambiando constantemente. Lo hemos visto con la pandemia. Hace ocho meses, las necesidades de conocimiento que teníamos eran muy distintas a las que tenemos ahora y ese es el día a día de la investigación. Por eso, necesitamos flexibilidad en la gestión, inversión y estabilidad en las convocatorias, que sepamos que si lo hacemos bien podremos seguir hacia delante y que se nos estimule. El Pacto de la Ciencia debe estar en la agenda política como tema al que no se puede renunciar.
P.: Y el talento sénior, ¿es respetado en el mundo de la ciencia, aprovechado, valorado?
R.: En la ciencia hay que estar demostrando contínuamente lo que vales. Yo, a mi edad, hago seis o siete currículum al año. Este es un mundo hiper competitivo cada día. También es cierto que si se va demostrando que se sigue siendo creativo, productivo y contributivo, te sigues manteniendo. En ciencia podemos permanecer en nuestro puesto de trabajo pasada la edad normal de jubilación, se contempla también el cargo ad honorem y de estos últimos tenemos casos muy notorios en el campo del desarrollo de las vacunas españolas. Sí, se valora el talento sénior aunque contínuamente tienes que estar demostrando lo que vales, pero a eso, ya estamos acostumbrados. El problema es que los jóvenes tienen más complicado hacerse camino en el mundo de la ciencia y en este sector es fundamental la interacción intergeneracional, es necesario contar con la creatividad y el riesgo de los jóvenes y con el conocimiento y la sensatez de los mayores.
P.: Resulta imposible hablar con una de las máximas autoridades sobre la Covid y no preguntarle por la enfermedad, ¿qué opinión le merece la posibilidad de que elija vacuna quien vaya a vacunarse?
R.: Esa no es una buena idea. No se puede escoger. Las vacunas son en parte un derecho y en parte una responsabilidad y también son algo muy complejo sobre lo que la gente no puede tener la capacidad de saber qué elegir. En primer lugar, es mucho mejor que haya un cuerpo técnico, que es el que tiene acceso a las vacunas y puede ver en qué situaciones se deben administrar; ahí están las Agencias Europea y Española del Medicamento que nos explican que todas las vacunas que tenemos se pueden administrar a toda la población adulta. Y en segundo lugar, hay que hacer unas priorizaciones en base a la responsabilidad con respecto a las distintas poblaciones y de eso debe encargarse el cuerpo técnico que diseña las campañas de vacunación. A cada persona le tienen que dar la mejor vacuna para su edad, respetando las necesidades del resto de la población. No podemos confiar en que cada uno sepa elegir la mejor vacuna para su edad y su grupo de riesgo, ni en que sea consciente del resto de grupos de riesgo que existen, ni en que los quiera respetar. Por no saber si es la mejor para nosotros ni saber si hay otras personas que lo necesitan más que nosotros, no podemos optar a elegir qué vacuna queremos que nos pongan.
P.: Después de lo que vimos con la cepa sudafricana y ahora con la india no ya es sólo por responsabilidad sino aunque sea incluso por mero egoísmo, ¿los países ricos deberían ayudar a los que no tienen recursos con la vacunación?
R.: Por supuesto. Ahora mismo no tiene sentido que nos estemos reservando vacunas para 2022 y 2023 –creo que no vamos a necesitarlas aunque eso habrá que verlo–, que las tengamos en los congeladores y no se las demos al resto del mundo. Por ejemplo, acabamos de ver la oleada india que ha entrado por los mínimos resquicios a países que estaban absolutamente blindados, aislados, con sus fronteras cerradas con sus vecinos como Singapur, Taiwan, Corea, Australia… No se puede vivir así, sobre todo en España que es un país muy turístico. Pero también hay que ayudarles por humanidad, no se puede tener exceso de vacunas y no dárselas a otros países con menos recursos que no sólo padecen la enfermedad sino que además tienen sus sistemas sanitarios colapsados. Por egoísmo y por humanidad, tenemos que empezar a repartir las vacunas ya.
P.: ¿Qué cree usted que sucederá este verano sin las medidas del Estado de alarma?
R.: Teníamos una situación en la que estábamos en lo que algunos han llamado ‘oleadilla’, la meseta, en que se ha actuado muy bien y en lugar de salvar la Semana Santa hemos salvado vidas. Con esas medidas y esa falta de movilidad, teníamos bastante controlada la oleada. Todavía, y se dice pronto, con 40 o 50 muertos cada día. Pero ahora hemos levantado muchas de las medidas y vamos a abrirnos al turismo. Muchísimas personas a la vez y muchísima movilidad al mismo tiempo y desde países distintos. A mí, personalmente, esto me preocupa bastante. No hemos terminado aún de vacunar a toda la población. Me preocupa mucho cómo va a ser el verano y ciertamente creo que deberíamos estar dispuestos a dar marcha atrás o por lo menos a ir más despacio. Yo les pido a las autoridades que tengan el valor de ir despacio y a nosotros, la población, que lo respetemos por muchas ganas que tengamos de movernos. Espero que nos movamos menos, seamos hiper sensatos y tengamos muchísimo cuidado.
P.: Alrededor de la vacuna de AstraZeneca se ha creado una especie de psicosis por el tema de los trombos...
R.: Todas las vacunas que tenemos son las que más vigilados han tenido sus efectos secundarios en toda la historia y son vacunas muy seguras porque los efectos secundarios que se están viendo son graves pero muy infrecuentes, tanto los trombos y la anafilaxia, más infrecuentes que los conocidos en cualquier otra vacuna. No podemos ponernos por meta el riesgo cero. El riesgo cero no existe y le pongo el ejemplo de cada mes mueren en nuestro país 200 personas atragantadas. Que nadie olvide que lo peligroso no son las vacunas, es la covid.
Sobre el autor:
Antonio Castillejo
Antonio Castillejo es abogado y periodista. Comenzó su carrera profesional en la Agencia Fax Press dirigida entonces por su fundador, Manu Leguineche, en la que se mantuvo hasta su desaparición en 2009. Especializado en información cultural y de viajes, desde entonces ha trabajado en numerosos medios de prensa, radio y televisión. Actualmente volcado con los mayores en 65Ymás desde su nacimiento.