Las muertes por golpe de calor se producen cuando una persona incorrectamente hidratada y/o con algún tipo de patología de riesgo se expone durante mucho tiempo o muy bruscamente al calor.
Este tipo de deceso es más frecuente en mayores, puesto que su percepción de los cambios de temperatura es inferior y pueden correr riesgos sin ser conscientes de ello. Y es que, según las estimaciones del Ministerio de Sanidad, entre los días 8 y 17 de julio de 2022 –la segunda ola de calor del verano de 2022–, el 95% de los decesos por estas causas habrían sido de personas mayores de 65 años.
Además, este colectivo suele tener patologías que son factor de riesgo en caso de exponerse y consumen ciertos medicamentos que inhiben las sensación térmica, lo que puede derivar en deshidratación.
Muerte por golpe de calor
Ahora, cabe preguntarse, ¿cómo mata un golpe de calor? ¿De qué fallecen los muertos atribuibles a las altas temperaturas?
La respuesta no es sencilla, puesto que ocurren muchas cosas cuando un organismo se expone a calor extremo. Eso sí, se puede decir que una parte de los decesos por estas causas se producen por un fallo multiorgánico debido a la fiebre excesiva, la deshidratación y la incapacidad para termorregularse. Es más, en los casos que no derivan en muerte algunos órganos pueden quedar dañados.
"En los casos más extremos, el calor excesivo produce un golpe. Es un estado clínico en el que el cuerpo acumula mucho calor que no puede eliminar. La temperatura corporal puede subir a 41 °C, se acompaña de confusión, mareos y pulso rápido y es una urgencia vital que requiere un tratamiento rápido y enérgico", señala el portavoz de la Asociación Madrileña de Salud Pública (@amasap), Fernando García.
Con todo, matiza: "La mayoría del exceso de muertes producido por el calor no se debe a golpes de calor o a agotamientos por calor, sino al agravamiento de enfermedades crónicas".
"Hay varios factores que acentúan los efectos nocivos del calor sobre la salud: la pobreza –sin acceso al aire acondicionado o a ventiladores–, las ciudades –con sus islas de calor que lo acentúan–, los barrios alejados de las zonas verdes y sin árboles, la falta de movilidad o el aislamiento social. Los ambientes muy húmedos también son muy nocivos, pues dificultan la evaporación del sudor", añade.
Por ello, es importante actuar ante la aparición de los primeros síntomas:
la confusión y desorientación
el recalentamiento de la piel
la aceleración del pulso
la sensación de mareo y las náuseas
los escalofríos
el dolor de cabeza
la fiebre
la pérdida de conocimiento
la falta de saliva
En estos casos, es importante contactar con el sistema de salud cuanto antes. Y mientras llegan los servicios de emergencias, el paciente deberá intentar bajar la fiebre con algún tipo de paño empapado –aplicándolo en la frente, la nuca y las muñecas–, tumbarse con los pies hacia arriba –para evitar mareos– y beber agua.
Además, es imprescindible situarse en un lugar lo más fresco posible y sin exposición directa al sol.
¿Se pueden prevenir los golpes de calor?
Eso sí, lo mejor es no llegar a vivir esta situaciones. Por ello, es recomendable seguir estas pautas que recomiendan las autoridades sanitarias, independientemente de si se tiene más o menos sensación de calor:
Beber dos litros o tres litros de agua al día –se puede mezclar con zumos, infusiones o leche– y evitar el alcohol, las bebidas azucaradas o las que contengan cafeína, puesto que provocan deshidratación.
Realizar comidas ligeras y ricas en agua.
Usar ropa ligera y protección para el sol –gorras y gafas–.
Ventilar y climatizar el lugar en el que se esté.
No exponerse directamente a los rayos del sol durante mucho tiempo y no llevar a cabo ningún tipo de actividad física entre las 12 h. y las 18 h.
No dejar a nadie en un vehículo con las ventanas cerradas.
Además, es muy importante que los cuidadores de personas muy mayores dependientes velen porque estas personas sigan estas pautas, puesto que son el grupo más vulnerable a sufrir los estragos que causa el calor extremo.
Sobre el autor:
Pablo Recio
Pablo Recio es periodista especializado en salud y dependencia, es graduado en Relaciones Internacionales por la Universidad Complutense de Madrid y comenzó su carrera profesional en el diario El Mundo cubriendo información cultural y económica.
Además, fue cofundador de la radio online Irradiando y cuenta con un máster en Gobernanza y Derechos Humanos por la Universidad Autónoma de Madrid y otro en Periodismo por el CEU San Pablo/Unidad Editorial.