Úrsula Segoviano
Actualidad
Dalia, superviviente en las viviendas para mayores de Picaña: "El agua se llevó a un matrimonio"
La mujer de 85 años cuenta en en 'Y Ahora Sonsoles' cómo vivió la DANA del siglo
Más del 60% de los 216 muertos por la DANA en Valencia son mayores de 60 años
Durante la noche del 29 de octubre, fecha en la que ocurrieron las fatídicas riadas provocadas por la DANA del siglo, se vivieron escenas de verdadero terror en muchos pueblos de la provincia de Valencia.
Una de ella es la historia de Dalia (85 años), una de las supervivientes en las viviendas para personas mayores de Picaña, donde, desgraciadamente, murieron varios residentes.
En su caso, según cuenta al programa Y Ahora Sonsoles de Antena 3, estuvo 20 minutos en el agua y logró ser acogida por unos vecinos, en estado de hipotermia, que le dejaron su casa para dormir.
Una verdadera historia de terror
Dalia, que estaba en su casa aquel día, recibió primero la llamada de su hermana, asombrada por las escenas de devastación que veía por la televisión y, posteriormente, otra de un desconocido, que sonaba entrecortada, y en la cual le avisaban de que iban a ser evacuados.
Así, relata, tras recibir este mensaje, se dispuso a salir de su casa y cuando abrió su "ventana/puerta" el agua entró en su domicilio.
"Cogí lo imprescindible. Neceser, pasaporte, tarjeta de metro, EMT y taxi, el móvil y me abrigué", comenta. "Había mucho silencio", recuerda.
Una vez consiguió salir del lugar, se juntó con una pareja e intentaron llegar a la puerta principal, que no se abría ya que era eléctrica.
Ahora bien, prosigue, en cuanto se percataron de ello, en ese mismo momento, el agua se llevó unos "200 metros" del muro de su residencial, lo cual permitió que saliesen del complejo.
Una vez fuera, trataron de huir del lugar, que estaba totalmente inundado, y ponerse a salvo.
No obstante, el camino no fue sencillo. "Siempre estuvimos los tres cogidos", reconoce.
"Queríamos llegar a una acera, a un lugar con cierta firmeza. Para eso teníamos que cruzar una calle, un parque, otra calle, y ahí ya estaba la vivienda más cercana que teníamos, un adosado. Pero cuando llegué a la primera calle, se me enredaron, en la pierna izquierda, unas ramas y pensé: 'Me voy'. Pero logré sacarla. Luego, al quitarla, caí arrodillada, pero me levanté", rememora.
Así, tras lograr llegar a la acera, afirma, vieron que había una ventana con luz –eran velas– y como iban pidiendo auxilio a gritos, una vecina les escuchó y les dejó entrar en su casa. "Nos secaron y nos dieron ropa", recuerda.
Ahora bien, no todos corrieron la misma suerte, comenta. Una pareja que venía detrás de ellos –el marido cargaba a la esposa que tenía movilidad reducida– acabaron desapareciendo. "Vi como se la llevó la corriente", apunta.