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¿Son más felices las personas con más dinero? La ciencia tiene la respuesta
La respuesta a la pregunta de si el dinero da la felicidad sigue sin estar clara. Aunque parezca que las personas con mayores ingresos, a priori, son más felices, las investigaciones realizadas hasta ahora han arrojado resultados contradictorios.
Un primer trabajo publicado en 2010 por Daniel Kahneman y Angus Deaton, de la Universidad de Pinceton (EE. UU.), descubrió que la felicidad cotidiana aumentaba a medida que aumentaban los ingresos anuales, aunque por encima de 75.000 dólares se estabilizaba y la felicidad se estancaba. En cambio, otro trabajo publicado en 2021 por Matthew Killingsworth, de la Universidad de Pensilvania, demostró que la felicidad aumentaba de manera constante con los ingresos por encima de 75.000 dólares.
Ambos se emparejaron en lo que se conoce como una colaboración adversarial, junto con la profesora de la Universidad Penn Integrates Knowledge, Barbara Mellers -como árbitro- con el fin de reconciliar las diferencias. Un nuevo artículo publicado en 'Proceedings of the National Academy of Sciences' demuestra que, de media, los mayores ingresos están asociados a niveles de felicidad cada vez mayores.
"Si eres rico y desgraciado, más dinero no te ayudará"
Sin embargo, la relación se hace más compleja a medida que se especifica: dentro de la tendencia general, una cohorte infeliz dentro de cada grupo de ingresos demuestra un fuerte aumento de la felicidad hasta los 100.000 dólares anuales y luego se estabiliza.
"En términos más sencillos, esto sugiere que, para la mayoría de gente, los mayores ingresos están asociados a una mayor felicidad", dice Killingsworth. "La excepción son las personas que tienen una buena situación económica pero son infelices. Por ejemplo, si eres rico y desgraciado, más dinero no te ayudará", asegura. Para el resto, más dinero se asoció a una mayor felicidad en grados algo variables.
Mellers ahonda en esto último, señalando que el bienestar emocional y los ingresos no están conectados por una única relación: "La función difiere para personas con distintos niveles de bienestar emocional". Para el grupo menos feliz, concretamente, la felicidad aumenta con los ingresos hasta los 100.000 dólares, y después no muestra ningún incremento. Para los que están en un rango medio de bienestar emocional, la felicidad aumenta linealmente con los ingresos; y para el grupo más feliz, la asociación se acelera por encima de los 100.000 dólares.
La unión hacia una nueva hipótesis
Los investigadores comenzaron este esfuerzo combinado reconociendo que sus trabajos anteriores habían llegado a conclusiones diferentes. El de 2010 mostraba un patrón de aplanamiento, mientras que el de 2021 no. Una colaboración adversarial de este tipo, como indica su nombre, pretende resolver disputas o desacuerdos científicos reuniendo a las partes en desacuerdo, además de un mediador externo.
Por tanto, se centraron en una nueva hipótesis según la cual existen tanto una mayoría feliz como una minoría infeliz. Para la primera, conjeturaron, la felicidad sigue aumentando a medida que hay más dinero; pero la de la segunda mejora cuando aumentan los ingresos, aunque solo hasta un determinado umbral de ingresos, a partir del que ya deja de progresar.
Resultados aparentemente contradictorios, pero no incompatibles
Para probar esta hipótesis, buscaron el patrón de aplanamiento en los datos del primer estudio, recopilados a través de una aplicación creada por el autor del estudio llamada 'Track your happiness'. Haciendo una media de la felicidad y los ingresos de la persona, Killingsworth saca conclusiones sobre la relación entre las variables. Sin embargo, el trío se dio cuenta que lo que estaba midiendo era la infelicidad en particular y no la felicidad en general.
Killingsworth lo explica con un ejemplo: "Imaginemos una prueba cognitiva para detectar la demencia que la mayoría de las personas sanas superan con facilidad. Aunque una prueba de este tipo podría detectar la presencia y gravedad de una disfunción cognitiva, no revelaría mucho sobre la inteligencia general, ya que la mayoría de las personas sanas recibirían la misma puntuación perfecta".
Asimismo, los datos tenían en su mayoría puntuaciones perfectas, así que habla de "la tendencia general en el extremo infeliz de la distribución de la felicidad, en lugar de la tendencia de la felicidad en general". "Una vez reconocido esto, los dos resultados aparentemente contradictorios no son necesariamente incompatibles", afirma el investigador.
Lo que descubrieron corroboró esa posibilidad "de una forma increíblemente hermosa", según el investigador. "Cuando observamos la tendencia de la felicidad de las personas descontentas en los datos de 2021, encontramos exactamente el mismo patrón que se encontró en 2010; la felicidad aumenta de forma relativamente pronunciada con los ingresos y luego se estabiliza", expresa. "Los dos hallazgos que parecían totalmente contradictorios en realidad son el resultado de datos asombrosamente coherentes", afirma.
"El dinero no es el secreto de la felicidad, pero probablemente puede ayudar un poco"
Las implicaciones de este trabajo en el mundo real son diversas, según el investigador. Por un lado, podrían servir para reflexionar sobre los tipos impositivos o la forma de compensar a los empleados. Así como también podrían ser importantes para las personas a la hora de elegir su carrera profesional o sopesar unos mayores ingresos frente a otras prioridades.
Sin embargo, Killingsworth añade que, para el bienestar emocional, el dinero no lo es todo: "El dinero es solo uno de los muchos factores determinantes de la felicidad. El dinero no es el secreto de la felicidad, pero probablemente puede ayudar un poco".