Las cuidadoras profesionales –la mayoría son mujeres– no aguantan más: su trabajo sigue siendo invisible y sus condiciones laborales, muy precarias.
Pese a que el Gobierno y las comunidades autónomas pactaron a finales de junio una reforma del modelo de la Dependencia que debería garantizar una menor temporalidad, más formación y mejor retribución, sus condiciones de trabajo siguen siendo precarias y la mayoría no termina de recuperarse del impacto de dos años de pandemia y de un 2022 marcado por la inflación –muchas cobran menos de 1.000 euros al no trabajar a jornada completa y no todas han visto su sueldo aumentado respecto al IPC del año pasado–.
"Creo que estamos peor que en 2021. No ha mejorado nada, salvo por la reforma laboral –ahora tenemos contratos indefinidos–", denuncian desde la Plataforma Unitaria del Servicio de Ayuda a Domicilio.
"Muchas de nosotras tenemos que ir a comedores sociales. Trabajamos en los Servicios Sociales pero somos también usuarias. Es una contradicción, pero es así. Muchas tenemos que trabajar en negro por las tardes o los fines de semana y además conciliar con hijos pequeños. No nos da la vida para nada. Y cuando hacemos horas complementarias, nos las pagan en días, pero, ¿para qué los queremos si no tenemos dinero para ocio?", apuntan.
"¿Y por qué pasa esto? Porque somos un sector de mujeres y porque el dinero va a donde no debe ir –empresas gestoras–. El servicio debería estar municipalizado", proponen.
"Uno de los grandes problemas es la precariedad derivada del ingente porcentaje de contratos a tiempo parcial, en un contexto de salarios bajos y en un colectivo profesional muy feminizado. En el Acuerdo de Acreditación que se formalizó en el Consejo Territorial de la Dependencia se recoge que el 66 % de las horas de prestación deben ser cubiertas con contratos a tiempo completo, medida que, aún siendo beneficiosa, es insuficiente. Desde CCOO defendemos que se fije un porcentaje mínimo de contrato a tiempo parcial en torno al 70% de la jornada, debiéndose tener en cuenta que hay un número relevante por debajo de esa cifra –incluso algunos son de 8 horas semanales–, lo que conlleva salarios muy deficientes con los que difícilmente se puede hacer frente al panorama actual de subidas de precios. Asimismo, se deben mejorar las duras condiciones de trabajo, y hacer desde el conjunto de la sociedad un más que merecido reconocimiento a una labor tan trascendental", comenta por su parte el responsable de Negociación Colectiva Privada de la Federación de Sanidad y Sectores Sociosanitarios de CCOO (@fssccoo), Jesús Cabrera.
Penosidad del trabajo
Además, critican desde la Plataforma Unitaria, no se está dando una respuesta satisfactoria a otra de las grandes problemáticas del sector: la penosidad del trabajo y las enfermedades laborales. La razón: al no hacerse estudios de riesgos laborales en el lugar de trabajo –el domicilio–, es complicado relacionar una lesión o enfermedad con el desarrollo de una actividad.
Con todo, desde el Gobierno, aseguran las auxiliares, se han comprometido a aprobar un reglamento que facilite estos estudios, si bien aún no ha llegado al Consejo de Ministros. "Si por ejemplo trabajamos con alguien que tiene diógenes, no se nos da un plus de toxicidad", señalan.
No hay cambio generacional
Todo este conjunto de factores hacen que cada vez sea menos apetecible el sector de la Ayuda a Domicilio para nuevos profesionales, critican, y que se haya convertido en un trabajo "de paso", en el que las auxiliares comienzan sus carreras pero abandonan al poco tiempo por las condiciones laborales.
Todo ello, pese a que la figura del cuidador va a ser cada vez más necesaria: se espera que el número de dependientes se multiplique a medida que aumente la población mayor –en 2030, el 30% de los españoles tendrán más de 65 años–.
"No hay un cambio generacional. Los jóvenes, cuando salen de la FP o de los cursos de capacitación, ven en qué condiciones trabajamos y sólo se quedan de paso. La mayoría de la plantilla tenemos 50 años de media. Esto será inviable cuando la pirámide de población se termine de invertir. No habrá cuidadores. Debe haber un cambio estructural, porque sabemos que se necesitarán más de 300.000 auxiliares en 2030 según el Imserso, para dar cobertura a la Ley de Dependencia", aseguran.
La atención que dan los cuidadores no profesionales no es suficiente
Por esta razón, reclaman desde la Plataforma Unitaria del Servicio de Ayuda a Domicilio, el cambio pasa por dignificar la profesión, puesto que las personas dependientes necesitan de atención profesional y no se bastan con la ayuda de sus familiares, sobre todo en grados II o III.
"Con este Gobierno se ha vuelto a dar de alta a los cuidadores no profesionales en la Seguridad Social pero, al final, están renunciando a un trabajo fuera de casa por una 'paguita'. Eso no soluciona realmente el problema. Y mientras, se están quedando con el dinero del Plan de Choque del Gobierno las comunidades que no sabemos en qué lo gastan –600 millones al año para terminar con la lista de espera, para mejorar la formación y para subir sueldos y dignificar las condiciones–. Se lo dan a las empresas, que hacen su negocio. Ya pasó en 2019: antes de las elecciones dejan la lista de espera a cero y se contrata incluso a gente sin titulación. Y ahora está pasando lo mismo. Hay dos años de espera para grado II y III y se está hinchando de millones a las empresas que no tienen capacidad para encontrar profesionales titulados y contratan a personas sin vocación", denuncian.
"La situación actual en el ámbito de los cuidados a la dependencia está muy de lejos de ser la ideal, en primer lugar, por la escasa profesionalización. Según datos de Cruz Roja Española, entidad que actualmente desarrolla proyectos de atención a las personas cuidadoras, casi la mitad de las personas que cuidan a otras personas en situación de dependencia son familiares directos (un 47.5%); en su mayoría son mujeres (88.5%), lo que además de repercutir en su carga de tareas diarias, afecta a su salud física y mental. Además, en el 63,5% de los casos, los cuidadores y cuidadoras no profesionales tienen una vida laboral activa, es decir, trabajan y cuidan a otra persona de manera simultánea. Por otro lado, se trata de uno de los sectores menos atractivos para trabajar, dadas sus precarias condiciones laborales y salariales. Se calcula que en torno al 80% de los cuidadores y cuidadoras no tienen capacitación específica para realizar las labores que requieren los cuidados a la dependencia, hasta el punto de que entre el 60% y el 70% de las empleadas del hogar están realizando hoy dichas tareas. La PMP cree que estos pésimos datos ilustran perfectamente la necesidad urgente y prioritaria de profundas reformas e iniciativas públicas dirigidas a la mejora de las condiciones laborales en el sector; la implementación de recursos y formación para cuidadores no profesionales y la capacitación de más profesionales sanitarios y sociales", explican en una nota de prensa desde la Plataforma de Mayores y Pensionistas (@PlataformaPMP).
Manifestación 26 de noviembre
Por todas estas razones, las auxiliares de la Plataforma Unitaria del Servicio de Ayuda a Domicilio convocarán una manifestación el próximo 26 de noviembre por las calles de Madrid a las 12h. para reivindicar el fin de la precariedad en el sector de la Ayuda a Domicilio y que se apruebe "de una vez" en Consejo de Ministros el reglamento que permite evaluar los riesgos laborales en el entorno de trabajo, una medida que pondría fin a muchas lesiones y enfermedades evitables, entre otras reivindicaciones. Organizaciones del Servicio de Ayuda a Domicilio de toda España se han unido a la convocatoria de la Plataforma.
Sobre el autor:
Pablo Recio
Pablo Recio es periodista especializado en salud y dependencia, es graduado en Relaciones Internacionales por la Universidad Complutense de Madrid y comenzó su carrera profesional en el diario El Mundo cubriendo información cultural y económica.
Además, fue cofundador de la radio online Irradiando y cuenta con un máster en Gobernanza y Derechos Humanos por la Universidad Autónoma de Madrid y otro en Periodismo por el CEU San Pablo/Unidad Editorial.