La llegada del otoño no parece haber abocado a España a una nueva ola de Covid. Por el momento, y a falta de que se confirme esta tendencia tras el puente de Todos los Santos, el que la gente esté socializando más en interiores por el frío no parece conllevar un aumento de la transmisión significativo.
Tampoco la variante Delta+ –detectada por primera vez en Reino Unido– está teniendo mucho impacto por ahora, aunque sea aparentemente más transmisible y pueda ser una de las causantes –entre otras razones, como la llegada del frío y el desconfinamiento– de las olas que se están viviendo en Europa del Norte y Este.
Así, con datos del Instituto de Salud Carlos III, a día 28 de octubre no habría indicadores de que se esté ante el comienzo de una nueva ola pronunciada, puesto que las únicas provincias que han aumentado significativamente su transmisión son Castellón –118 casos por cada 100.000 habitantes a 14 días–, Segovia –108–, Lleida –89– o Guipúzcua –81– y no se observa que haya colectivos que puedan generar una macro ola, tal y como sucedió en verano con los jóvenes no vacunados. Es más, la situación parece más bien que se está estabilizando.
Además, hay ciertas regiones, altamente vacunadas –más del 80% de la población–, que han logrado bajar a un nivel de riesgo casi cero, como Galicia que, pese a haber vuelto a la normalidad –salvo por las mascarillas en interiores (y no siempre se usan)–, se mantiene en incidencias inferiores a los 20 casos por cada 100.000 habitantes.
Y la razón de esta estabilidad o de fase 'meseta' podría tener que ver con: las altas tasas de vacunación en España, el gran número de personas que se infectaron con el virus previamente, el hecho de que ha pasado poco tiempo desde que los jóvenes –suelen relacionarse con menos protección– se inyectaron la doble pauta o el uso de la mascarilla más o menos generalizado en espacios públicos interiores de riesgo –salvo en la hostelería y ocio nocturno–.
Fuente: ECED, a día 28 de octubre.
¿La curva se ha estabilizado para siempre?
Sin embargo, no está claro si estos factores servirán para frenar la transmisión de manera duradera o si simplemente se está en un momento previo a una ola de casos mayoritariamente leves, que no se podrá frenar por mucho que se inyecten terceras dosis a vulnerables, se vacune a los niños o se sigan usando medidas no farmacológicas.
Y es que hay muchos factores que podrían desestabilizar esta tendencia estable: hace más de 10 meses que varios colectivos profesionales recibieron sus vacunas –gran parte de la protección frente a infección se pierde a los tres/cuatro meses para las de ARNm–, la población de menos de 12 años no está inmunizada vía inyección y sigue habiendo un pequeño porcentaje de personas que no han pasado la enfermedad ni se han querido vacunar.
Fuente: Renave, a día 28 de octubre.
¿Qué está pasando en otros países altamente vacunados?
Por ello, España podría estar en un impasse en el que resulta complicado ver si se está más cerca, con la variante Delta como predominante, de acabar con el problema que supone el virus para el sistema de salud o si habrá que adaptarse y preparase para olas recurrentes que sobrecarguen los hospitales puntualmente –como pasa con la gripe–. Y por ahora, la evolución de la pandemia en otros países vecinos altamente vacunados no ayuda, como en otras ocasiones, a prever el comportamiento de la pandemia.
El único estado que sigue una tendencia similar a la española es Portugal que, con un 89% de población con al menos una dosis, parece que ha logrado estabilizar la transmisión, aunque se haya desconfinado casi totalmente.
Por contra, el resto de países con más de un 80% de población con las dos dosis tienen tendencias muy distintas.
Hay estados como Singapur que viven olas de asintomáticos por la pérdida de eficacia de las vacunas, por haber tenido unas tasas de infección natural muy bajas y por la irrupción de delta. Y otros, como Chile, vacunada mayoritariamente con dosis chinas de virus inactivado, que experimentan ligeros repuntes –aunque el 86% de la población haya recibido una dosis al menos, el 30% tres inyecciones y estén en verano–.
Y es que, por lo que se va sabiendo del virus y sus tasas de transmisión, ni con el 100% de la población vacunada se lograría llegar al Covid Cero de manera duradera, aunque sí que parece que la vacuna suaviza los incrementos, sobre todo, si todos los grupos sociales y de edad están bien cubiertos de manera homogénea y se mantiene la eficacia de las dosis.
Y, aunque esto no fuese así, no todo son malas noticias, ni significa que haya que volver al confinamiento por un colapso hospitalario. Hay países con menor número de vacunados, como Israel que, aunque no logran evitar olas, sí que han conseguido doblegar curvas gracias, en buena medida y según aseguran sus propios mandatarios, a la inyección de terceras dosis de forma generalizada, que recuperan el efecto protector contra las infecciones y reducen de nuevo los susceptibles de contagiarse –el 65% de los israelíes tienen dos dosis y el 45%, tres–.
Fuente: Our World in Data, a día 2 de noviembre.
Predicciones de cara al futuro
"Esta pandemia es una caja de sorpresas, no la conocemos bien. Es un fenómeno nuevo y no tenemos respuestas certeras que expliquen su evolución. Sólo cabe hacer conjeturas", explica el epidemiólogo y portavoz de la Asociación madrileña de Salud Pública (@amasap), Fernando García.
"¿Ha podido influir la variante delta plus? No sabemos todavía, aunque parece que no está lo suficientemente extendida como para explicar el leve repunte y el mantenimiento de la incidencia en cifras estables. ¿Y la relajación de las medidas no farmacológicas? Es posible que haya dado lugar a un aumento de los contagios. En la medida en que han vuelto las infecciones respiratorias habituales, lo que es consecuencia de la relajación, también pueden aumentar los contagios de la Covid-19. ¿Ha podido influir una cierta relajación en las medidas de salud pública para abordar los casos? No sabemos, pero sí que no se puede evitar la transmisión comunitaria de la infección, con el aumento consiguiente de casos, si las infecciones no se detectan pronto, se aíslan y no se rastrean sus contactos estrechos para ponerles en cuarentena", valora.
"Como no sabemos bien por qué la incidencia acumulada ha vuelto a subir, tampoco podemos decir cuánto va a durar esta situación y cuándo va a cambiar. De momento, hay que extremar la vigilancia y nunca relajar las medidas de salud pública ya mencionadas: diagnóstico precoz, aislamiento de casos y cuarentena. Lo que implica el refuerzo de la atención primaria, de la salud pública y de los servicios sociales. Las noticias de la no renovación de contratos de muchos trabajadores sanitarios en varias comunidades autónomas son preocupantes. Sin un sistema sanitario potente, el control de la pandemia no será posible", indica.
Y lanza un mensaje de cara al futuro: "En cualquier caso, no hay que olvidar nunca que más de la mitad de la población mundial está sin vacunar –solo el 5% en África, a pocos kilómetros de Europa–. Hasta que no se vacune todo el mundo, al menos los adultos, no habrá forma de controlar la pandemia. Habría que hacer todo lo posible para que las vacunas lleguen a todos los habitantes de los países con ingresos bajos o medianos, sin excepción".
"El estancamiento en España indica que el virus está presente y sigue circulando. Y esto obedece a que aún hay más de cuatro millones de personas que todavía no han recibido la pauta de vacunación, especialmente en el grupo de 20 a 40 años, y a que no se vacuna a los menores de 12 años. Además, en las últimas semanas muchas CCAA han relajado las medidas restrictivas y de protección", valora el exdirectivo de la OMS, Daniel López-Acuña (@lopezacunad).
"Hay que hacer tres cosas: 1) vacunar a todos los que no han recibido pauta completa y rematar la faena, 2) controlar los brotes e impedir que se reanude la transmisión comunitaria y, para ello, no podemos bajar la guardia con acciones como el diagnóstico precoz, la realización de pruebas, el rastreo exhaustivo y el aislamiento de positivos, así como no debemos relajar las medidas de protección en las escuelas, y 3) mantener el uso de la mascarilla, muy especialmente en interiores mal ventilados, guardar la distancia física y no incurrir en aglomeraciones. No podemos confiarnos, y mucho menos con la presencia de nuevas variantes amenazantes como la delta plus", propone.
Para el director del Centro de Encefalopatías y Enfermedades Transmisibles Emergentes, Juan José Badiola, el que no haya bajado más la curva se debe "seguramente a la movilidad excesiva y porque muchas personas consideran que la pandemia ya ha pasado y no se preocupan por mantener los procedimientos de prevención sobradamente conocidos".
Y respecto a la estabilidad de la curva, Badiola opina que aún hay que "esperar a que se instaure el frío y la humedad con todo rigor y continuidad, que son condiciones que favorecerán la propagación del virus".
Por su parte, la inmunóloga del CSIC Matilde Cañelles (@CanellesMatilde) entiende que la estabilidad actual se debe a que "estamos muchos de nosotros vacunados y todavía no hace tanto tiempo que los niños empezaron con el colegio. Llevará un tiempo que aumente".
Aun así, a partir de ahora, las tendencias no serán similares para todo el mundo y dependerán de cada contexto. "No vamos a ir todos por igual. Va a ir habiendo brotes en ciertos lugares y en otros se mantendrá estable, etc. Y, definitivamente, pienso que la tercera dosis, sobre todo ahora que se va a poner a los mayores, va a ayudar a que no se desboque el tema", pronostica.
Coincide con Cañelles el epidemiólogo e investigador de la Fundación para el Fomento de la Investigación Sanitaria y Biomédica de la Comunitat Valenciana (@GVAfisabio), Salvador Peiró.
"En la transmisión de la Covid hay un componente de azar. Una introducción en un lugar cerrado y mal ventilado con mucha gente puede dar lugar a un brote de supercontagio que complique mucho un territorio (ejemplos son los de temporeros en Lleida el año pasado, el de un funeral en La Rioja, el de Mallorca de este verano, en UK, con su repunte muy asociado a la Eurocopa y a los festivales de música). En otros casos, también puede ser un caso ciego que no contagia a nadie. Depende de muchas cosas (que la persona sea asintomática, que vaya a un espacio de riesgo y con bastante gente, que usen o no mascarillas, etc.)–", enumera.
Por ello, de cara a los próximos meses, se hace difícil hacer un pronóstico que no se salga de la "especulación". "No sabemos si cambiará la tendencia o no y, sobre todo, en qué forma. En el lado de riesgos están el incremento de la utilización de espacios interiores, los grandes eventos en interiores, el potencial decaimiento de la protección frente a infección, la variante delta, la movilidad y los contactos asociados a puentes –acabamos de pasar todos los santos, viene la Inmaculada y luego navidades–", señala.
Y, por otro lado, concluye, los factores que mantendrían una situación estable son: "la alta tasa de vacunación general –incluso tras delta, reducen en alguna medida la transmisión– y la elevada tasa de infección natural en la población más joven. Los que han pasado la infección y además han recibido un refuerzo con la vacuna parecen más resistentes a la infección y, por tanto, a la transmisión. Y quizás también porque la mayor parte de nuestros vacunados son relativamente recientes, entre junio y septiembre en su mayor parte, a diferencia de algún país con vacunación temprana como Israel".
Sobre el autor:
Pablo Recio
Pablo Recio es periodista especializado en salud y dependencia, es graduado en Relaciones Internacionales por la Universidad Complutense de Madrid y comenzó su carrera profesional en el diario El Mundo cubriendo información cultural y económica.
Además, fue cofundador de la radio online Irradiando y cuenta con un máster en Gobernanza y Derechos Humanos por la Universidad Autónoma de Madrid y otro en Periodismo por el CEU San Pablo/Unidad Editorial.