La comunidad científica no tiene claro todavía cómo enfrentarse al Covid después de la primera ola de ómicron, una variante que elude parcialmente la inmunidad de las vacunas y que es tan transmisible, que ha llegado a casi todos los lugares del globo, suplantando a delta.
Por el momento, los expertos trabajan sólo sobre hipótesis en base a las posibles mutaciones que están por llegar y al efecto de una mayor exposición de la población al patógeno –millones de personas se han infectado en esta ola–.
En concreto, algunos científicos creen que lo más probable es que la enfermedad sea cada vez más leve para una gran parte de la población, y otros, advierten que, aunque esto pueda ser cierto, no hay que descartar que el microorganismo pueda mutar en algún momento y volver al ser humano bajo una forma más grave.
Y luego, en cuanto a la estrategia a seguir, al margen de la vacunación, los hay más proclives a la convivencia con el virus, como se hacía con la gripe estacional, para evitar que la sociedad colapse social, psicológica y económicamente, los hay partidarios de la limitación de la transmisión a toda costa o los hay que prefieren esperar un tiempo más, hasta que se tengan más certezas sobre cómo quedará el virus en la sociedad, y mientras, recomiendan mantener ciertas medidas no farmacológicas para evitar una sobrecarga en el sistema de salud.
El asesor científico y director emérito del Centro Nacional de Gripe, Raúl Ortiz de Lejarazu, uno de los grandes expertos en este tipo de virus en España, es más partidario de la prudencia, si bien también entiende que las instituciones vayan a gripalizar el Covid por el cansancio generalizado en la población.
Sin embargo, Lejarazu avisa: los mayores y vulnerables deben seguir teniendo cuidado hasta que se estabilice de verdad el patógeno y las autoridades deben ir pensando en inyectar una actualización de la vacuna frente a ómicron.
PREGUNTA - ¿Por qué se habla en este momento de 'gripalizar' el Covid?
RESPUESTA - Fundamentalmente, por cansancio social y por urgencia laboral. Sucede muchas veces en las pandemias. Lo vimos con el decreto de 'nueva normalidad', que estará criando telarañas en un cajón. Lo he dicho en una entrevista anterior: "Lo mejor de los virus, es que no saben que estamos teniendo esta conversación ni conocen la existencia de la OMS. El wishful thinking les da igual". Y ahora, los gobernantes dicen: "Vamos a ver si escribiendo en un papel, que lo aguanta todo, unas normas de vigilancia nuevas, gripalizamos la Covid".
P.- Pero la gripalización supondría, es de prever, tanto la vuelta a un comportamiento social más o menos 'normal' como, sobre todo, un cambio de metodología en el seguimiento del virus. ¿Cómo sería ese sistema? ¿Cómo funciona el de la gripe?
R.- Hay que tener en cuenta que la vigilancia de la gripe nace a raíz de la tercera gran pandemia del siglo XX. Es decir, después de la de Hong Kong, del 68. Previamente, el mundo ya había sufrido otras dos, la española y la asiática –50 millones y 4 millones de muertos–.
También hay que saber que el seguimiento de estos virus ha sido un proceso contínuo, que arranca auspiciado por la Organización Mundial de la Salud y que cuenta con 146 centros, repartidos por todo el mundo. En España, hay tres y, uno de ellos, lo he dirigido.
Por otra parte, el sistema ha tenido cambios: ahora, el Centro Europeo para la Prevención y Control de Enfermedades hace asimismo una parte del seguimiento y, hace unos 15 años, el Ministerio de Sanidad se interesó por el sistema de vigilancia de gripe que se hacía y lo extendió a toda España, al igual que hacen otros países, como Francia, UK, Italia, EEUU, etc. Para ello, cada CCAA puso en marcha una red de vigilancia, basada en médicos centinela, formada por médicos de atención primaria de cada CCAA que, de una manera altruista, se comprometen a declarar los casos de gripe clínica y a mandar una selección de muestras al Centro Nacional de Gripe cada semana, durante el periodo de epidemia de acuerdo con criterios definidos previamente de enfermedad, síntomas, y otros datos adicionales. A todo ello, se le suman otros datos como casos hospitalizados, muertes confirmadas por gripe, etc. Y con todo, se hace una estimación, con mucha fiabilidad y sensibilidad.
Así que, en resumen, este sistema se puede aplicar al Covid, pero no en este momento.
P.- ¿El sistema de seguimiento de la gripe tiene también en cuenta a personas que no llegarían al sistema de salud, como asintomáticos o cuadros muy leves?
R.- No, en la gripe los hay y en todas las infecciones respiratorias. Pero no tienen un cuadro clínico y por tanto no van al médico y no se pueden ni diagnosticar , ni vigilar. Por ello, cuando se habla de gripalizar la Covid sería tratarla como una enfermedad respiratoria estacional de declaración obligatoria más.
P.- Se haría entonces una muestra de personas que desarrollan la enfermedad, para ver las tendencias.
R.- Es un muestreo muy dirigido. Una de las causas por las que se llenan las consultas en la atención primaria en invierno son las infecciones respiratorias agudas. Y los médicos, con una definición clínica previa, tratan de aproximarse a lo que creen que es una gripe y a esas personas, aleatoriamente, les toman muestras, que confirman o no el diagnóstico.
Las redes centinelas vigilan y muestrean al 1,5 o 2,5% de la población de cada comunidad y están estructuradas por ámbito rural y urbano. La vigilancia está inventada desde hace muchos años, sólo hace falta cumplirla. No estamos descubriendo la pólvora.
P.- ¿Por qué no es el momento de cambiar el sistema de seguimiento de casos?
R.- La evolución del virus es compleja. Yo soy virólogo no epidemiólogo. Pero hay que tener en cuenta que este coronavirus lleva dos años entre nosotros: es poco tiempo. Podría tardar en adaptarse a los humanos tres años o cuatro. En el caso de la gripe, se hace en menos tiempo, porque lleva entre nosotros un periodo más largo.
Por otra parte, la mayoría de personas que hablan de coronavirus no saben que uno de los que existían antes se descubrió en una neumonía doble en un paciente inmunodeprimido, así que, tan banal o catarral, no era.
Actualmente, ómicron supone un salto antigénico, un antes y un después. Así que habrá más variantes. No sólo la BA.2, que se comunicó hace al menos un mes, saldrán más.
Ómicron tiene cambios muy distintos. No sólo es el número de mutaciones, sino que los cambios afectan a proteínas internas del virus que ha desarrollado capacidades nuevas como es la posibilidad de infectar a ratones. Circunstancia que plantea un 'ping-pong' biológico, que tiene una importante trascendencia epidemiológica.
Por ello, es pronto para cambiar a un sistema de vigilancia como el de la Gripe. El virus va a seguir evolucionando más hasta convivir con el huésped. Hay virus como el VIH que no lo han conseguido aún, a pesar de su capacidad para mutar, aunque, de hecho, en los monos, el VIH no les mata con la misma rapidez que a los humanos. Hay retrovirus que se han adaptado. Cada especie de virus tiene su velocidad. Y el coronavirus también tiene la suya, como la gripe. Eso lo tiene que entender la gente. Para cambiar el sistema de vigilancia actual de Covid 19 a otro similar a la gripe, necesitaríamos al menos cinco meses con cifras basales de casos de covid; y no sólo en España, sino en Europa, porque la vigilancia debe ser integrada. Así que hace falta un reposo y unas condiciones que, ahora, no se dan. No vamos a saltar de un tren para coger otro en marcha.
P.-¿Serán las siguientes variantes tan diferentes como ómicron?
R.- Ómicron es un salto antigénico. Y las vacunas, la inmunidad y las posibles ondas o brotes futuros van a ir paralelos a la evolución genética. Es lo principal, lo hemos dicho los virólogos: "Es un virus nuevo y hasta que un porcentaje importante de la población no tenga contacto con la vacuna o el patógeno, pasando de ser no expuesto a experimentado, nada va a cambiar". Y es cierto que ómicron es muy distinto, pero puede seguir evolucionando.
Actualmente, lo que vemos es que las vacunas no sirven prácticamente para controlar la infección. Se ha visto que tienen un 50% de efectividad frente a la infección y, probablemente, en algunas personas, menos. Por lo cual, el virus va a seguir propagándose, a menor ritmo, pero lo va a hacer.
En concreto, la nueva variante hereda la mutación 614G, aparecida en Marzo de 2020 –que la hace más infecciosa–, pero añade muchas más mutaciones. Y probablemente estos otros cambios sean los que la hacen de verdad más contagiosa aún, ya que el virus encuentra a personas menos protegidas de la infección.
Por ejemplo, ómicron tiene receptores para roedores, que no lo tenían las otras variantes, o también tiene un sistema de multiplicación en células que cambia respecto a delta, por lo que se explica por qué infecta tanto las vías superiores. Concretamente, Omicrón tiene más maneras de entrar en las células, lo hace a través de la vía endosomal que implica la formación de una vesícula, que engloba y conduce el virus hacia el interior de la célula. Esa vía no existía para delta, ya que era muy restrictiva, no permitía la entrada. Sin embargo, con ómicron funciona muy bien, así que el patógeno acaba penetrando a través del receptor clásico y además por esa otra vía.
P.- ¿Se podría decir que ómicron es la primera cepa del Covid?
R.- No, todavía no. Los virus que aún están evolucionando tan rápido como el Covid, luego se ralentizan, a medida que ya no pueden cambiar en una dirección, porque les haría inoperantes. Y hasta que eso llegue, pasarán algunos años más (3-4, quien sabe).
Sin embargo, todo esto no quiere decir que la enfermedad vaya a ser la misma. Yo espero que, para esa fecha, la mayoría de personas estén vacunadas, hayan sufrido infección o las dos cosas. Y todo ello va a influir. Para hacerse una idea, la gripe del 18, infectó en sus 3 ondas pandémicas a un tercio de la población mundial antes de pasar a la estacionalidad, y mató a unas 50 millones de personas.
P.- Una vez termine la sexta ola, ciertos científicos dicen que hay que seguir teniendo cuidado porque el virus puede mutar a peor y volver a causar pandemia. Pero también podría pasar lo mismo con la gripe, por ejemplo, y eso no quita el sueño a la ciudadanía, sólo a los especialistas. ¿Qué recomienda al español medio? ¿Le debe seguir preocupando el Covid?
R.- Es difícil decirlo. Esto es una carrera de fondo. Vamos a ver si efectivamente ahora logramos que baje la onda. Hay que tener resistencia. Hay gente que lo está pasando peor, como los sanitarios, que viven en un día de la marmota continuo. Así que ahora tenemos que cumplir con la vacunación de los que quedan, y punto.
Luego, habrá que seguir vigilando al virus y tomando medidas puntuales. Lo importante es resistir e ir poco a poco. Además, si uno tiene un pensamiento realista, estamos mejor que hace seis meses. Y hay que planear la vida con esos tiempos, no pensando en el mes siguiente.
P.-Pero la infección también está sirviendo para lograr una inmunidad robusta en la población. ¿Se puede proteger a los vulnerables al mismo tiempo que los ciudadanos se contagian masivamente?
R.- Esto no es compatible, pero se está haciendo. Sabemos las consecuencias que tiene. Tener ese comportamiento por la fatiga pandémica, o por lo que sea, es comprensible, es algo que se ha visto en otras enfermedades, pero las consecuencias, las vemos. Es decir, aunque las hospitalizaciones sean más bajas, si uno aumenta los casos, al final, llegamos a los mismos porcentajes o incluso más. Eso está pasando. Se trata de la socialización de la enfermedad, pero de una forma perversa, porque hay gente que lo paga. No es lo correcto. Por ejemplo, ahora, bajaremos la incidencia, pero cuando acumulemos suficiente población susceptible y con una variante algo diferente, volveremos a subir. Y es cierto que esa interacción es la que hace que el virus se adapte a nosotros, pero, evidentemente, el proceso causa daño social, algo que es incompatible con las ganas de juerga que tenemos en España.
P.- ¿Y para que el daño sea asumible no bastan vacunas, antivirales y cierta protección de los vulnerables?
R.- Todavía no. Esta onda de la pandemia ha tenido casos y personas graves y siguen falleciendo pacientes de riesgo, con enfermedades crónicas, vacunados o no. Y eso va a seguir pasando, porque ocurre con la gripe, donde la mayoría de muertes son en mayores de 65 años y personas más jóvenes con patologías.
P.-¿Qué opina de la hipótesis del doctor Adolfo García Sastre que teorizaba, al comienzo de la ola de ómicron, que la Covid se había acabado tal y como la conocíamos?
R.- Adolfo es un buen amigo mío. Y realmente, tiene razón. El futuro del virus, lo sabe sólo la naturaleza, pero si tuviésemos que poner porcentajes, un 90% sería a que se va a adaptar aún más al ser humano aunque sin llegar a ser inocuo. Y eso dependerá mucho de las vacunas que desarrollemos. Luego, hay un 10% de posibilidades de que las nuevas variantes sean lo suficientemente diferentes para provocar una onda como la actual.
Pero ojo. En invierno es distinto. Yo estoy seguro que a final de 2022 veremos otra ola de ómicron, espero que no tan grande como esta. Y eso, es porque los virus respiratorios, en otoño e invierno, tienen más oportunidades de difundirse.
Por último, yo daría un 2% a la posibilidad de que, en un tiempo sin precisar, pueda haber una mutación en animales, como vimos con los visones. Y podría ser más virulenta. También este coronavirus podría sufrir recombinaciones genéticas, es decir, que se intercambie genoma entre dos coronavirus uno animal y otro humano dando lugar a otro nuevo. Así podría haber aparecido la cepa ancestral del coronavirus de Wuhan. Es una posibilidad menor, no ocurre frecuentemente, pero no hay que excluirla. Eso sí, lo normal es que siga adaptándose y que mientras tanto haya ondas.
P.- Pero esto no tiene que quitar el sueño al ciudadano medio, ¿no?
R.- Efectivamente. Al ciudadano quizá sí que le pueda interesar que todavía el virus no ha llegado a estacionalizarse y que no sabemos qué ocurrirá antes del verano ni si vamos a estar libres de él en seis o siete meses. Ojalá suceda, pero hasta que eso no se produzca, no deberíamos vigilarlo como la gripe ni pensar en tener una libertad social como la de hace tres años. Sin embargo, es lo que va a ocurrir, por lo que hemos comentado anteriormente en esta entrevista sobre la socialización “de facto” de esta enfermedad.
P.- Por último, ¿recomendaría a los mayores vacunarse con una dosis específica para ómicron si acaba saliendo?
R.- Por supuesto que sí, aunque primero, les pediría que evitaran las situaciones de riesgo. Y lo hacen. Creo que la mayoría de personas mayores tienen respeto a las reuniones de gente de edades muy distintas o de burbujas sociales diferentes. Es lógico.
Luego, ómicron necesita nuevas vacunas. No tiene sentido vacunar con un virus de hace dos años. Así que se deben actualizar las vacunas y administrarlas como se hace con la de la gripe. Incluso, hay laboratorios que trabajan ya en una vacuna combo frente a gripe, SARS y virus respiratorio sincitial.
Sobre el autor:
Pablo Recio
Pablo Recio es periodista especializado en salud y dependencia, es graduado en Relaciones Internacionales por la Universidad Complutense de Madrid y comenzó su carrera profesional en el diario El Mundo cubriendo información cultural y económica.
Además, fue cofundador de la radio online Irradiando y cuenta con un máster en Gobernanza y Derechos Humanos por la Universidad Autónoma de Madrid y otro en Periodismo por el CEU San Pablo/Unidad Editorial.