Los Reyes han sido sentados junto a los eméritos en el funeral de la reina Isabel II en la Abadía de Westminster en segunda fila y en una zona junto a otros miembros de otras casas reales.
Don Felipe se ha sentado en una esquina junto a la Reina Letizia, junto a la que se encuentraba Don Juan Carlos y a continuación Doña Sofía. Junto a la reina emérita estaba la reina Sonia de Noruega y a su lado el rey Harald.
Los cuatro ya coincidieron este domingo por la tarde en la recepción que ofreció el rey Carlos III a todos los dignatarios que se han desplazado a Londres para el funeral de la que fue reina durante siete décadas.
A dicha recepción, Don Juan Carlos llegó acompañado por Doña Sofía, en la primera ocasión en que ambos estan vistos juntos en público desde que el emérito se trasladó a Emiratos Árabes Unidos en agosto de 2020. El que fuera monarca llegó caminando con dificultad, apoyado en un bastón y en un ayudante.
Felipe VI y la Reina Letizia llegaron más tarde, ya que previamente habían acudido a la capilla ardiente de Isabel II en Westminster Hall.
El reencuentro de los cuatro se produjo en el interior del palacio, sin que hubiera cámaras presentes, como tampoco las hubo el pasado 23 de mayo, cuando Don Juan Carlos visitó durante unas horas Zarzuela, en el que era su primer viaje a España, previo paso por Sanxenxo para asistir a una regata.
Último adiós multitudinario
Reino Unido ha dado este lunes el último adiós a la reina Isabel II con un funeral de Estado que ha contado con 2.000 invitados y ha reunido a cientos de representantes de algunos de los principales polos de poder mundial.
Los estrictos protocolos establecidos antes del fallecimiento de Isabel II, que murió el 8 de septiembre en el castillo de Balmoral (Escocia), ya establecían que el funeral debía celebrarse al décimo día, y así ha sido.
La sede del Parlamento ha acogido durante las últimos cuatro jornadas una capilla ardiente por la que han pasado cientos de miles de personas y que ha concluido este lunes, apenas unas horas antes del inicio de un último cortejo fúnebre en presencia del rey, Carlos III, y de otros miembros de la familia real.
El féretro ha entrado a la abadía aupado por miembros de la guardia real y, tras él, lo han hecho el resto de miembros del cortejo. El heredero a la corona, el príncipe Guillermo, ha recorrido el camino hacia el altar al lado de su hijo mayor, Jorge, segundo en la línea de sucesión al trono.
El deán de Westminster, David Hoyle, ha resaltado en el arranque de la misa el "duelo" pero también el "profundo agradecimiento" hacia Isabel II, en el lugar que, como ha recordado, ya vio casarse a la difunta monarca y, en 1953, ser coronada reina.
En su discurso inicial, ha subrayado la "larga vida de servicio altruista" de Isabel II, que cumplió este mismo año siete décadas en el trono. "Con admiración, recordemos su sentido de deber y la dedicación de por vida a su pueblo", ha destacado.
Las lecturas han corrido a cargo de la primera ministra de Reino Unido, Liz Truss, y la secretaria general de la Commonwealtlh, Patricia Scotland, mientras que también han participado diversos representantes religiosos de todo Reino Unido, encabezados por el arzobispo de Canterbury, Justin Welby.
En su sermón, Welby ha recordado el célebre discurso de la reina en su vigésimo primer cumpleaños, cuando prometió que dedicaría su vida a servir al país y a toda la Commonwealth. "Pocas veces se ha cumplido tan bien una promesa", ha apuntado.
"Las personas que dan un servicio de amor son poco comunes en cualquier ámbito de la vida. Los líderes que dan un servicio de amor son todavía más raros", ha resaltado el arzobispo, que ha puesto a Isabel II como símbolo político y también de fe. No en vano, la corona británica lleva asociada también la jefatura de la iglesia anglicana. "Todos los que hemos seguido el ejemplo, la inspiración y la fe en Dios de la reina podemos decirle: 'Nos veremos de nuevo", ha remachado Welby.
La ceremonia ha estado cargada de otros símbolos a la vida de la reina y se han coreado himnos que ya sonaron en algunos de sus momentos vitales más reseñables, como su boda con el príncipe Felipe –fallecido en 2021– o su coronación. La ceremonia ha concluido con dos minutos de silencio extensibles a todo el país.
En pie, los 2.000 invitados han mostrado sus respetos hacia una figura que ha visto pasar a 15 primeros ministros por Downing Street y que está considerada un símbolo de las monarquías a nivel global. El himno, rebautizado como 'Dios salve al Rey', y la música tocada por el gaitero de la reina han servido como colofón a un acto al que ha seguido un nuevo cortejo fúnebre, hasta el Arco de Wellington, de donde ha partido el coche que ha trasladado los restos de Isabel II hasta el castillo de Windsor. Los restos de la difunta reina reposarán en la capilla de San Jorge.
Unos 500 líderes internacionales
La abadía abrió sus puertas a primera hora de la mañana para que diese tiempo a que accediesen al interior del templo unos 2.000 invitados, entre los que hay medio millar de líderes internacionales antes de que comenzase el funeral, a las 11.00 (una hora más en la España peninsular).
La cita ha reunido bajo un mismo techo a dirigentes políticos de todo el mundo, entre ellos el estadounidense Joe Biden, el francés Emmanuel Macron, así como a representantes de las casas reales, entre ellos los Reyes Felipe y Letizia.
Truss, como primera ministra en ejercicio, ha tenido un papel destacado durante la misa, pero el protocolo también ha brindado un trato especial a todos los antiguos jefes de Gobierno, que han entrado juntos en el templo y por orden cronológico, en función de sus respectivos mandatos.
También se ha diferenciado de una forma específica a los representantes de los países de la Commonwealth que tienen a la monarquía británica como referencia y que, con la muerte de Isabel II, han perdido también a su propia jefa de Estado.