Marta es una joven alicantina de 19 años a la que un batido de proteínas le cambió la vida, después de que le provocase una reacción alérgica que la dejó en coma.
Todo ocurrió el 28 de septiembre de 2022, cuando Marta tenía 18 años. Fue el dueño de un gimnasio el que le ofreció un batido de proteínas tras finalizar una clase y, tras asegurarle que no llevaba nada a lo que ella era alérgica, lo tomó. "Al tomarlo, inmediatamente, Marta vio que algo no estaba bien y salió rápido al centro de salud", explican los padres de la joven, María y Juan, en la página web creada para recaudar dinero para la recuperación de su hija.
Tal y como explican los padres, una vez en el centro de salud, "la persona que la atendió no le dio demasiada importancia y la envió a casa, administrándole un Urbason". No obstante, Marta seguía encontrándose mal, por lo que regresaron al centro de salud 20 minutos después.
"Marta entró caminando por su propio pie. Mientras el médico le preguntaba a Marta, cada vez le costaba más respirar, empezó a ponerse rígida y más morada/azul. Me echaron de la consulta… Se oía al personal de dentro. Las cosas no iban bien. Marta entró en parada cardíaca", cuentan.
Tras pasar 10 minutos en parada, Marta fue trasladada al Hospital Virgen de los Lirios de Alcoy, donde afirman que se han sentido "desamparados, sin ayuda, maltratados, incomprendidos y desalentados, viendo sufrir a Marta". De hecho, allí les dijeron que Marta "no viviría, que no había nada que hacer, que nos hiciésemos a la idea, que eso era lo que había".
Trataron de trasladarla a otro hospital, pero "sin éxito", por lo que Marta se quedó en la UCI de Alcoy, sedada. "Estaba cada vez con más sedación, les preguntamos que por qué cada vez estaba más sedada, y no nos daban respuesta. Los médicos nos dijeron que Marta se iba, que se estaba apagando, a lo cual les contesté que si se estaba apagando por qué no le quitaban la sedación y la dejaban reaccionar. Sin respuesta seguían subiendo la dosis de sedación", explican.
Finalmente, consiguieron que le quitaran la sedación, y así ha seguido desde entonces, aseguran. También lograron que Marta, que se encontraba en esos momentos conectada a una máquina de respiración artificial, fuese conectada a la máquina en modo mixto, lo que la ayudó a volver a respirar por sí misma.
"El siguiente problema es que Marta empezó a perder peso de manera evidente, le daban una cantidad de comida vergonzosa. Una infusión de manzanilla para desayunar, 150 ml de comida diluida con caldo, merienda una manzanilla y cena 150 ml de comida diluidos", explican. Tras quejarse sobre este tema también, "nos argumentaron que habían pedido una comida artificial de bote preparado y que no llegaba. Les respondimos que qué pensaban hacer mientras no llegaba, que lo lógico sería que le diesen una alimentación adecuada mientras llegaba y no llegaba esa comida artificial".
"Al día siguiente reforzaron la comida dándole algo más, pero poca cosa. A la semana siguiente, iniciaron la comida artificial combinada con la que ya tenía natural. Al dejar de darle la natural e incrementar la dosis de comida artificial, Marta empezó a sufrir cuadros de tensión y dolor. Se encogía del estómago y, si le tocabas, hacía un gesto de dolor", añaden. "Los médicos nos decían que esto era debido a su estado vegetativo, respuestas vegetativas. Nosotros veíamos casi con claridad que el dolor era de estómago y, tras insistir mucho de nuevo, le pusieron una buscapina y el dolor desapareció".
"Le retiraron la comida en varias ocasiones por los dolores que tenía. Y la dejaban sin comer hasta siete días seguidos, sin ni llevar suero hasta el tercer día. Los médicos nos decían que no pasaba nada: una persona aguanta sin comer hasta siete días", relatan, asegurando que "los médicos no nos tenían en cuenta. Los llamábamos y venían a las 10 horas, por insistir mucho a las enfermeras. Y cuando aparecían se presentaban de manera borde y ofensiva. Entraban a la habitación, sin mirar a Marta, directos a nosotros y diciendo que: si no queríamos entender la situación, que ya nos habían informado que eso era normal, que Marta no sufría ni sentía nada, que dejáramos de molestarles por eso".
"Una de las veces entró en parada en presencia de las enfermeras por llevar tantas horas a 160 pulsaciones. El médico vino, ni se la miró y no apareció otro médico hasta las 24 horas siguientes", cuentan.
Ante esta situación "insostenible", "tensa y desesperada", criticaron a los médicos que "ese trato era inhumano", presentaron varias quejas pidiendo que los trasladaran, sin conseguir resultados. Sin embargo, "a última semana de hospital la situación cambió".
"Cansados de nuestra insistencia, le pusieron a Marta una medicación para bajar las pulsaciones. Marta estaba a 34 pulsaciones y bajando. La teníamos que despertar echándole agua, porque sus pulsaciones seguían bajando y si no la despertábamos su tensión estaba por los suelos. La veíamos que se iba. Cada vez su cuerpo podía menos. Sin comer y con la tensión por el suelo y el pulso bajando llamamos a los médicos. Nos respondían que no pasaba nada".
"Los últimos días de estancia en el hospital de Alcoy Marta estaba muy desgastada, extremadamente delgada, sus ojos lo decían todo. Íbamos a contrarreloj para conseguir salir de allí. Se le iba la vida", aseguran, explicando que "tuvimos que conseguir los poderes como cuidadores judicialmente, para que nos facilitaran informes de Marta y poder tomar decisiones sobre ella, ya que tenía 18 años y la situación era terrible".
Finalmente, tras tres meses de sufrimientos y luchas, consiguieron trasladar a Marta al Hospital del Consuelo, donde también encontraron dificultades y ahora tratan porque Marta "tenga su terapia completa, la dejen mejorar y seguir su rehabilitación. Y que no nos lo nieguen todo".
"Hemos tenido que luchar mucho para todo. No es justo. Y, además, sufriendo cada momento por si nos van a echar del hospital, si no nos renuevan, denunciando públicamente para conseguir aprueben las intervenciones y tratamientos que necesita Marta", finalizan.
María, la madre de Marta, comparte los avances de la joven a través de sus redes sociales, mostrándose esperanzados conforme mejora. En este sentido, lanzan una petición para financiar un tratamiento innovador que podría ayudarla."Quiero agradecer a todo el mundo, colaboradores, asistentes, voluntarios, ayuntamiento. A todos y cada uno de vosotros y a mi familia de allí, una vez más ha demostrado el buen corazón y la solidaridad con mi hija y nuestra causa, volver a ver a Marta sonreír… Seguiremos luchando a su lado, mientas ella luche… así que seguiremos buscando por todo el mundo, si hace falta, incansablemente, tratamientos o médicos que la puedan ayudar, estamos convencidos de que ella lo conseguirá por qué os lleva a todos vosotros de la mano y está en vuestros corazones", asegura.