Rosa Roch
Rosa Roch es redactora especializada en temas de salud, alimentación y gastronomía.
… saber más sobre el autorAsociamos el estrés a un ritmo de vida frenético: responsabilidades, preocupaciones, trabajo, jubilación, familia, dinero, salud y un sinfín de situaciones que hacen que nuestro nivel de estrés, en ocasiones esté por las nubes y se cronifique. Pero no solo el ritmo de vida hace aumentar el nivel de estrés, también el tipo de alimentación que llevamos puede ayudar a hacer que estos niveles aumenten. Estos son algunos de los alimentos más estresantes que solemos tomar de manera regular.
La ingesta de alimentos azucarados hace que los picos de azúcar en sangre se disparen, por lo que el cuerpo libera cortisol para regular los niveles. Esta hormona, producida por la glándula suprarrenal, también es la encargada de gestionar el estrés: cuanto más estrés, más cortisol se libera. El problema es que el aumento de cortisol altera el sueño, provoca dolores de cabeza y reduce la respuesta inmune, generando un malestar que hace subir los niveles de estrés. Por otro lado, unos niveles altos de azúcar en sangre producen sensación de estrés, miedo y ansiedad lo que, a su vez, hace que se libere cortisol.
Pero no solo un exceso en el consumo de los alimentos y bebidas azucaradas es perjudicial para la salud, también hay otros alimentos que “no llevan azúcar”, pero sí edulcorantes artificiales. Productos como el aspartamo, acesulfame-K, la sacarina y otros edulcorantes artificiales presentes en un gran número de alimentos y medicamentos, además de ser propicios a desencadenar cefaleas, enfermedades del sistema cardiovascular y del metabolismo, también pueden desencadenar una adicción, ya que se produce una reprogramación de las papilas gustativas y hacen que necesites tomar alimentos cada vez más dulces para calmar la demanda de azúcar. Siempre es mejor, evitar el azúcar y los edulcorantes artificiales y decantarse por sustitutos naturales del azúcar.
Los hidratos de carbono procesados y refinados, si bien son de sabor muy agradable, nutricionalmente no aportan nada positivo al organismo, son calorías vacías que afectan a los niveles de glucosa en sangre. Además, muchos alimentos envasados que contienen carbohidratos procesados incluyen un alto contenido de sodio (sal) que hace que el cuerpo retenga líquidos y el corazón tenga que trabajar más para mantener una circulación sanguínea óptima; sube la presión arterial, se produce hinchazón y aparece malestar general. Todo ello conduce a una situación de estrés corporal.
Tomar una copa de vino puede ser muy relajante en un ambiente adecuado, de calma; pero un exceso hará que esos beneficios se conviertan en algo contraproducente, pues aumentará la producción de hormonas relacionadas con el estrés, subirá la presión arterial y, si además la bebida alcohólica contiene azúcar, tendrás un potenciador más del estrés: el alcohol, por un lado, y el azúcar por el otro. Además, el consumo de alcohol altera los patrones del sueño, impidiendo alcanzar un sueño profundo que hará que no tengas un buen descanso.
No es necesario que dejes de tomar café pero, si tomas varias tazas al día, puedes intentar reducir su consumo y reservarlo solo para aquellas ocasiones en que mayor placer te produzca tomarlo (en el desayuno, después de la comida…). De esta manera reducirás el aporte de cafeína y evitarás que su exceso pueda afectar a las glándulas suprarrenales, aumentar la presión arterial, la frecuencia cardíaca y los estados de ansiedad. Finalmente, recuerda que la cafeína no está solo en el café, también en algunos refrescos, bebidas energéticas, algunos tés, analgésicos y chocolate, por lo que deberás tenerlo en cuenta.