Rosa Roch
Rosa Roch es redactora especializada en temas de salud, alimentación y gastronomía.
… saber más sobre el autorSegún la ONU, para 2050, las estimaciones sugieren que la población mundial habrá aumentado en 2.000 millones, de 7.700 millones a 9.700 millones y podría alcanzar un máximo de casi 11 mil millones a principios de siglo.
Estas cifras trasladadas al plano de la alimentación nos muestran que la demanda de carne para el consumo se ve impulsada por el aumento progresivo de la población, pero también por el desarrollo económico y la expansión de las clases medias. Actualmente en el mundo se producen 202.000 millones de toneladas de carne al año, una cifra que se considera insostenible, más aún teniendo en cuenta que según las estimaciones de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, para el 2050 la demanda de carne y leche crecerá un considerable 70%. Algo parecido ocurre también con el pescado, en la actualidad se consume un 50% más que hace 50 años.
Si a todo ello añadimos que la industria ganadera está en el punto de mira por las elevadas emisiones y la concienciación social, no es de extrañar que se busquen otras fuentes de proteína igualmente saludables, comprometidas con el medio ambiente y, sobre todo, con el respeto a los animales, contribuyendo a reducir su sufrimiento.
Aquí es donde entran en juego alternativas como la carne vegetal, con empresas como Heura, Impossible Foods y Beyond Meat; o la clean meat, también llamada carne cultivada, algo que hoy en día puede parecer sacado de una película de ciencia ficción, pero que ya tenemos a la puerta de la esquina.
La primera, la carne vegetal, ya hace un tiempo que la podemos encontrar en el mercado. Se trata de productos (hamburguesas, albóndigas, croquetas…) en los que la carne se ha sustituido por proteína vegetal como cereales, legumbres, soja, frutos secos, vegetales o algas. Con lo que el nombre de carne solo se le da por la materia prima del producto original.
La clean meat o carne cultivada es otra cosa. Nos se trata de una carne sintética o artificial, sino de carne natural que se obtiene a partir de las células de tejido muscular de un animal, un proceso basado en el principio de la medicina regenerativa.
A grandes rasgos, este proceso, que dura entre dos y cuatro semanas, consiste en obtener una pequeña muestra de tejido muscular de un animal vivo (vaca, cerdo, pollo, conejo, cordero o pescado). Estas células se mantienen en un ambiente controlado de humedad y temperatura para que vaya formando nuevo tejido, sin alterar su genética. En estas condiciones y con la ayuda de nutrientes naturales y una temperatura adecuada, las células van proliferando, formándose un tejido natural, una carne nutricionalmente muy parecida a la carne tradicional, pero que al ser “cultivada” está libre de productos que el animal haya podido acumular en su cuerpo (hormonas o antibióticos), sin grasas, nervios o sangre y con un alto valor proteínico.
Al tratarse de una carne que no está aún destinada al consumidor final, sino a la industria de carne procesada para elaborar hamburguesas, salchichas, albóndigas, filetes, lonchas de jamón, croquetas, nuggets, etc., el sabor es muy parecido al de la carne tradicional ya que se elaboran con otros ingredientes que se utilizan en la industria cárnica.
Empresas como la española Biotech Foods trabajan en este proceso de elaboración de carne, que no está pensado como un sustituto a la carne convencional, sino como una opción más de consumir proteína de origen animal de manera ética y sostenible, reduciendo en sufrimiento y la explotación animal, pues en este caso no se produce ningún daño al animal y se evita su sacrificio.