Rosa Roch
Rosa Roch es redactora especializada en temas de salud, alimentación y gastronomía.
… saber más sobre el autorSolo quien ha seguido una dieta de adelgazamiento sabe cuán difícil es mantenerse firme y cuantas tentaciones hay que dejar atrás. Estos consejos pueden ayudarte a prepárate a la hora de llevarla a cabo, pero recuerda que adelgazar no ha de ser una obsesión, no hay que desesperarse y sobre todo, una dieta ha de estar supervisada por un profesional.
Para poder perder esos kilos que hayas podido coger en las últimas semanas, lo primero es saber qué ha provocado ese aumento de peso: un cambio en los hábitos de alimentación, un tiempo más sedentario, el inicio de un tratamiento farmacológico, etc. Sabiendo la causa del aumento de peso podremos aplicar las medidas adecuadas.
En ocasiones seguimos una dieta para adelgazar sin conseguir nuestro propósito. Ver cuál es el motivo que nos ha hecho fracasar será una manera de prepararse para el éxito. Analizar si se come por ansiedad o si los problemas con los que uno se encuentra a diario hace que se busque refugio en la comida ayudará a ver en qué se está errando. Si son estas las razones, buscar apoyo psicológico será una ayuda para perder la dependencia de la comida.
Una dieta que le ha ido de maravilla a una persona no tiene porqué ser efectiva en otra. Si bien una dieta efectiva es la que contiene poca cantidad de azúcares y buen aporte de cereales integrales, es necesario que esté adaptada a las necesidades de quien la vaya a seguir y esto solo puede hacerlo un nutricionista o un endocrino.
Asociamos las dietas y lo regímenes con pasar hambre y comer cosas “aburridas”. Esto no tiene porqué ser así. A la hora de seguir una dieta, lo importante es comer de manera equilibrada, alimentos sanos que nos aporten todos los nutrientes que el cuerpo necesita para su buen funcionamiento. Dejando a un lado la presencia de alguna patología, en general no engordamos por comer mucho, sino por comer mal.
Huye de los medicamentos agresivos para perder peso, especialmente los que tienen hormonas tiroideas. Si has de tomar alguno, decántate por las fórmulas magistrales homeopáticas y la fitoterapia, las cuales no tienen efectos secundarios y están elaboradas según las necesidades de cada paciente y el tipo de obesidad que padece. Y algo muy importante: no te automediques, todo ha de estar supervisado por un especialista.
Parece un contrasentido, pero su efecto es engañoso y, además, puede ser perjudicial. Los diuréticos nos hacen perder líquido, pero no grasa y en cuanto se dejan de tomar se retiene más líquido. Si tienes problemas de retención de líquidos lo mejor es reducir el consumo de sal y beber mucha agua.
Si quieres perder peso la solución no está en los laxantes. El uso habitual de laxantes hace que los intestinos se vuelvan “vagos” y solo funcionen si reciben su dosis habitual. Si tienes problemas para evacuar, lo mejor es que aumentes la cantidad de fibra en la dieta, con frutas y verduras frescas. Además, los laxantes acaban afectando a la flora intestinal.
Es imposible no tener un ataque de hambre. Para salir airoso o airosa, cuando esto ocurra opta por comer alimentos que no engorden: fruta, yogures desnatados, queso fresco, un huevo duro o ensalada.
Cuando se sigue una dieta es habitual pesarse frecuentemente para ver los resultados. Si durante unos días la báscula no refleja los resultados esperados, no tires la toalla. Puedes adelgazar en volumen y no quedar reflejado en el peso, mídete el contorno de la barriga y el muslo. Además, puede ser que el cuerpo esté acostumbrado a dietas hipocalóricas, con lo que necesitará acostumbrarse. Date un tiempo.
El mantenimiento representa el 50% del éxito de la dieta. Cuando se haya obtenido el peso deseado es importante hacer bien el mantenimiento incorporando con precaución aquellos alimento que se hayan suprimido en la fase de adelgazamiento. Y olvídate de los dulces, las harinas blancas los fritos y los refrescos.
No siempre es fácil seguir la dieta, especialmente si se come fuera de casa. Para no romperla intenta: