Rosa Roch
Rosa Roch es redactora especializada en temas de salud, alimentación y gastronomía.
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Viernes 20 de enero de 2023
ACTUALIZADO : Viernes 20 de enero de 2023 a las 12:03 H
4 minutos
Aunque, en principio, no nos deberíamos preocupar ni pensar que los alimentos que llevamos a casa pueden estar infectados por el Covid-19 (ya lo publicábamos en recientes noticias en este mismo medio), es mejor evitar cualquier riesgo, no solo de contagiarnos del virus, sino de cualquier bacteria que pueda estar en los productos frescos. De hecho, estudios revelan que cada año miles de personas enferman por consumir alimentos contaminados.
Y es que en las verduras, frutas y hortalizas podemos encontrar diferente patógenos, como es la bacteria E.Coli, o restos de pesticidas que causan enfermedad y que pueden llegar a nuestra boca si no limpiamos bien los alimentos.
En este sentido, la Agencia Española del Consumo y la Seguridad Alimentaria y Nutrición (AECOSAN) aconseja que: “si vas a comer fruta cruda con piel, verdura cruda (lechuga, espinacas…) o verdura cruda con piel (pepino) sumérgelas durante 5 minutos en agua potable con 1 cucharita de postre de lejía (4,5 ml) por cada 3 litros de agua. Después acláralas con abundante agua corriente".
1 - Separar
Lava la lechuga justo antes de comerla, ya que si la guardas limpia las hojas irán perdiendo su frescura. Si la lechuga es grande, limpia solo las hojas que vayas a utilizar.
2 - Cortar
Empieza por quitar aquellas hojas exteriores que hayan oscurecido, estén secas y maltrechas. Una vez eliminadas, separa una a una las hojas que vayas a consumir y ponlas en un recipiente con agua fría.
3 - Desinfectar
Para poder hacer, además de una buena limpieza de las hojas, una desinfección y eliminar todas aquellas bacterias que traigan consigo, puedes añadir diferentes productos al agua. Los más usados para desinfectar los alimentos son el vinagre y el bicarbonato (una cucharada sopera a partes iguales por libro de agua durante una hora); pero en el caso de la lechuga, que solo puede estar cinco minutos en remojo, lo mejor es usar lejía: una cucharita de postre de lejía (4,5 ml) por cada tres litros de agua durante cinco minutos. En el mercado podemos encontrar lejía alimentaria, una solución ya preparada para frutas y verduras, pero a un coste bastante elevado.
4 - Limpiar
Dejaremos la lechuga en remojo, con la disolución de agua y lejía, unos cinco minutos para que el barro y polvillo de las gotas de lluvia que hayan podido penetrar más allá de las primeras hojas, se vayan soltando y a su vez, las hojas queden desinfectadas. No las dejes mucho tiempo en el agua ya que se quedarían blandas, perdiendo su textura.
5 - Enjuagar y escurrir
Pasados los cinco minutos, enjuaga cada hoja individualmente bajo el grifo y ponlas en un escurridor para que vayan perdiendo el agua. Piensa que, aunque parezca una nimiedad, es la mejor manera para que las hojas queden sin lejía y sin restos de barro o polvo, ya que este se agarra muy bien a las gotitas de agua.
6 - Secar
Una vez escurridas es el momento de secarlas. Lo ideal es utilizar un centrifugador; existen muchos modelos, para todos los gustos y colores. Si no se dispone de uno, también se puede usar papel absorbente de cocina.