Victoria Herrero
Alimentación
El motivo por el que los consumidores no podemos saber el origen de la miel que tomamos
Victoria Herrero
Foto: Bigstock
Martes 17 de diciembre de 2019
ACTUALIZADO : Sábado 21 de diciembre de 2019 a las 13:45 H
6 minutos
España es uno de los mayores productores a nivel mundial, donde China copa buena parte del mercado
Volvemos al principio. Los consumidores seguiremos sin saber el origen de la miel que acabamos de comprar en el supermercado. Por más vueltas que le demos al etiquetado y leamos todos los ingredientes y datos que aparecen, nos resultará muy complicado saber el lugar de donde viene ese bote. Y la "culpa" es de la Comisión Europea (@ComisionEuropea), que ha rechazado que esa etiqueta que luce el recipiente sea más clara de cara a los consumidores.
El etiquetado de un bote de miel
Ahora, si uno se fija, puede ver que en los envases aparecen alguno de estos tres emblemas:
- Mezcla de mieles de la UE.
- Mezcla de mieles no originarias de la UE.
- Mezcla de mieles originarias y no originarias de la UE.
Eso quiere decir que no sabremos el porcentaje de los distintos tipos que se emplean y se mezclan para dar lugar a ese producto, ni tampoco los países de su procedencia según cada porcentaje. Solo conocemos el nombre de esas naciones, pero no si toda es de Europa o China, de donde viene últimamente la mayoría de la miel que compramos y consumimos. Lo has adivinado: su producción es más económica (y lo mismo pasa con su calidad, como es lógico) en comparación con la europea.
Una decisión que no ha gustado nada a las organizaciones agrarias, como es el caso de la Plataforma Etiquetado Claro, que desde hace años reivindica esa necesidad de una información. Datos que, a su juicio, deberían ser más transparentes con los consumidores, a los que se les dice que la miel es nacional o europea, aunque no sea el caso. Además, se busca evitar esas complicadas etiquetas que, en algunos casos, son tan farragosas e ininteligibles que uno es incapaz de entender lo que está leyendo.
Y eso por no hablar de que con esta medida pretenden que no se vean "afectados los pequeños productores que se dedican a este negocio, sobre todo a una pequeña escala". "Un bote de miel que compramos habitualmente puede llevar el indicativo que señale que contiene miel española. Sin embargo, en la realidad eso solo se cumple en el 1% del total, ya que el resto de esa miel viene de otros países como China", aseguran.
Y es que está en juego un producto que se encuentra entre los alimentos que mayor riesgo de fraude registra en cuanto a seguridad alimentaria y que, en algunos casos, se ve adulterada con azúcar de caña o de maíz exógeno.
Pero no solo es una reclamación de los agricultores españoles, que ahora se ve frenada por las autoridades europeas. El Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (@mapagob) ya presentó en Bruselas un proyecto de real decreto por el que exigía que en la etiqueta de los envases figurara el origen y el porcentaje de miel que procedía de cada país. Una medida para proteger nuestro producto de la "invasión" china.
Una nueva iniciativa que se une a otra que preparan desde este ministerio para, en este sentido, establecer la obligatoriedad de incluir en el etiquetado la mención “miel tratada con calor” cuando haya sido sometida a un tratamiento térmico por encima de los 45º C, que la diferencia de la obtenida en frío tanto en su obtención como en su preparación.
España versus China
El continente europeo es uno de los grandes productores a nivel mundial, donde España ocupa el papel más destacado en este sentido. Sin embargo, el gigante chino le pisa los talones en producción, al igual que ocurre en otros tantos millones de productos o alimentos.
Y es que la amenaza que se vive en el sector de la miel ha hecho que las cantidades de este alimento, que hasta ahora venían de regiones clásicas, se hayan reducido debido a la dramática situación real que soportan actualmente las abejas. Ellas, las verdaderas productoras.
Como hemos comentado anteriormente, nuestro país produce en la actualidad más de 30.000 toneladas de miel al año, de las que exporta más de 20.000 toneladas al resto de países europeos y árabes. Un trabajo casi artesanal que en España realizan más de 30.000 apicultores con un coste de producción entre los 3 y los 5 euros por kilogramo. Muy alejados del precio chino: 1,40 por esa misma cantidad, que además viene mezclada con todo tipo de edulcorantes artificales y en algunos casos pesticidas.
España se convierte así en el primer productor a nivel europeo y entre los 15 mayores de todo el mundo. Y eso hace que tenga una demanda muy alta por parte de otros países, que le lleva a no tener más remedio que recurrir a las importaciones. Por poner un dato: de cada cuatro kilogramos de miel que se envasa en una planta española, uno tiene origen asiático. Sin embargo, en algunos casos esos límites se exceden y es cuando los consumidores compran una miel como si fuera pura, con sus propiedades antibacterianas y antioxidantes, pese a que en la etiqueta pueda decir lo contrario.