Rosa Roch
Rosa Roch es redactora especializada en temas de salud, alimentación y gastronomía.
… saber más sobre el autorTanto el pavo como el pollo son carnes blancas muy apreciadas en el mercado por su gran calidad nutricional, aunque dependiendo del corte o de la pieza escogida su calidad puede variar. Por ejemplo, la pechuga es la parte más nutritiva, pero, aun así, entre la de pollo y la de pavo existen ciertas diferencias.
Tanto la pechuga de pavo como la de pollo son ricas en proteínas de alta calidad y tienen un bajo contenido de grasas, pero entre ambas, es la de pavo la que contiene menos grasas, un 2%, frente al 7% de la de pollo.
Esto convierte la carne procedente de la pechuga de pavo en un excelente aliado par aquellas personas que siguen una dieta para perder peso, o para los deportistas que necesitan una ingesta importante de proteínas de alta calidad que, en este caso, serían similares a las de pollo, unos 25 gramos por cada 100 gramos. Además, la pechuga de pavo contiene más cantidad de metionina, un aminoácido esencial necesario para que el cuerpo asimile mejor la proteína.
En lo referente al contenido de colesterol, la pechuga de pavo también destaca por tener una cantidad inferior: 50 milígramos frente a los 80 del pollo, por cada 100 gramos.
Si analizamos los micronutrientes, al igual que en todas las carnes, las de pavo y pollo contienen minerales como el hierro y el potasio; vitaminas, especialmente del grupo B; y ácido fólico, pero una vez más es la carne de pavo la que presenta un mejor perfil.
Si bien tanto el pollo como el pavo contienen la misma cantidad de hierro, el pavo es sensiblemente más rico en potasio y más bajo en sodio que el pollo. En este sentido, está más recomendado para aquellas personas que sufren de hipertensión arterial y necesitan prestar una atención especial a la salud cardiovascular.
También destaca la pechuga de pollo por tener valores más altos en ácido fólico, siendo una mejor opción para las personas con ácido úrico alto.
Desde el punto de vista gastronómico, también encontramos ciertas diferencias, pues el pavo tiene una textura más seca al contener menos grasas y, por su parte, la de pollo es más firme y sabrosa, aunque ambas son de gusto suave si las comparamos con las carnes rojas y las de caza.
Una y otra pueden prepararse de múltiples maneras, a la plancha sería la forma más sana, pero también se pueden hacer al horno, marinadas, en estofado, en piezas enteras, filetes o hamburguesas, entre otras. Un carne muy versátil en la cocina y de fácil digestión a la que hay que sumarle todas sus propiedades nutricionales.
En definitiva, si bien ambas carnes son excelentes por sus nutrientes, hay que destacar que la carne de pavo, especialmente la que proviene de la pechuga, es una de las mejores opciones para para llevar una dieta pobre en grasas y llena de proteínas de alta calidad que la hacen muy saludable, pero es importante, como recomiendan los nutricionistas, seguir una dieta variada y obtener las proteínas de diferentes fuentes, de la carne de pollo, conejo y, por supuesto, también de las carnes rojas, así como acompañarlas de ingredientes ricos en fibra como son las verduras.