María Martínez Denia
Alimentación
¿Cuándo es malo el colesterol bueno?
María Martínez Denia
Miércoles 14 de junio de 2023
ACTUALIZADO : Miércoles 14 de junio de 2023 a las 8:22 H
3 minutos
El colesterol "bueno" es un protector ante las enfermedades cardiovasculares, pero tiene un límite
A la hora de recibir las analíticas de sangre, siempre tendemos a fijarnos en los valores del colesterol "malo" (LDL) y el colesterol "bueno" (HDL) pero, ¿qué significan?
El colesterol es un lípido, es decir, una grasa, que está presente en todas las células del cuerpo y resulta indispensable para el organismo. Algunas de sus funciones son, precursar los ácidos biliares que necesitamos para digerir los alimentos, las hormonas sexuales (testosterona en los hombres, progesterona y estrógenos en las mujeres) y las hormonas tiroideas. Aunque la mayor parte se sintetiza en el hígado, este también se obtiene por la ingesta de alimentos como el huevo, las carnes rojas o los lácteos.
El colesterol "malo" (lipoproteína de baja intensidad) que todos conocemos, tiene esta denominación coloquial porque su exceso se acumula en las arterias, formando placas de ateroma. Si estas placas se asientan en las arterias del corazón, pueden provocar anginas de pecho o infartos, y si se acumulan en las del cerebro, pueden producir ictus.
En cuanto al colesterol "bueno" (lipoproteína de alta densidad), se le llama así porque transporta el colesterol desde otras partes del organismo de vuelta al hígado para eliminarlo, por lo que unos niveles altos de este tipo de colesterol, se le relacionan con un efecto protector ante las enfermedades cardiovasculares.
Diferentes estudios avalan que aumentar los niveles de LDL y aumentar los de HDL reduce el riesgo cardiovascular. Para poder conseguir cifras similares, los expertos recomiendan practicar la dieta mediterránea, basada en el consumo de frutas, verduras y grasas saludables. Según la Fundación Española del Corazón, para personas sin enfermedad cardiovascular ni factores de riesgo, las cifras normales serían un LDL menor a 160 mg/dl y un HDL superior a 40 mg/dl.
Sin embargo, nuevos estudios demuestran que el HDL tiene un límite. Los niveles superiores a 80 mg/dl no solo no disminuyen las posibilidades de enfermedad cardiovascular, sino que las aumentan. Incluso el resto de sistemas del organismo también pueden verse afectados ya que un estudio australiano encontró que la población con cantidades altas de HDL tenían un 33% más de posibilidades de sufrir fracturas óseas.
Por lo que controlar el HDL también resulta clave. A pesar de ser poco frecuente (únicamente el 7% de la población lo experimenta), existen patologías orgánicas, como el hipertiroidismo, el alcoholismo o la cirrosis, que son candidatas a producirlo. Además, se asocian los niveles altos de HDL con un mayor riesgo de muerte cardiovascular entre los hombres, pero no entre las mujeres sin enfermedad de las arterias coronarias.