Rosa Roch
Rosa Roch es redactora especializada en temas de salud, alimentación y gastronomía.
… saber más sobre el autorHay frutas como la sandía o el melón, que por sus dimensiones solemos comprarla a mitades, pues si la unidad familiar está compuesta por pocas personas, la fruta puede acabar estropeándose antes de consumirla del todo.
En este sentido, es habitual que en muchas fruterías y supermercados dispongan de fruta troceada dispuesta en pequeñas cajitas de plástico, algunas incorporan incluso un tenedor, o bien cortadas por la mitad.
Esta decisión que parece ser de sentido común para ahorrar dinero y, muy importante, para no desperdiciar comida, no siempre es la opción más saludable puesto que la fruta cortada puede estar contaminada.
Según un estudio difundido por los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) (@CDCgov), unas 60 personas de estados Unidos padecieron un brote de Salmonella tras haber ingerido sandía y melón, envasadas, y ensalada de frutas variadas que adquirieron en un supermercado. Según la CDC, la ingesta de fruta cortada contaminada es una de las principales causas de intoxicación en EE. UU.
Además, parece que la solución puede agravarse, pues según un estudio publicado en la revista American Journal of Preventive Medicine, los niños y adolescentes aumentan el consumo de fruta hasta un 70% cuando ya está pelada y cortada.
Las causas más probables de contaminación de la fruta suelen ser una mala manipulación, una contaminación cruzada, no respetar las medidas higiénicas establecidas a la hora de manipular alimentos o saltarse la cadena del frío.
Aunque es importante no desperdiciar la comida, hay que tener en cuenta que cuando se abre la fruta y se expone al aire, esta comienza a perder sus propiedades. Además, generalmente, en los supermercados los melones y sandías que están abiertos no suelen mantenerse en el refrigerador, sino que los tienen expuestos a temperatura ambiente, lo que acelera la pérdida de nutrientes e incluso la aparición de microorganismos.
Podríamos pensar que quitando la primera capa del corte, la que ha quedado más rugosa y ha perdido el brillo natural del melón o la sandía, por ejemplo, quedaría el problema resuelto; pero lo cierto es que esta solución no es tan eficaz como parece y no siempre da resultado, ya que los microorganismos alojados en la superficie de las mitades cortadas podrían haber contaminado el resto de la pieza.
A pesar de ello, no hay que prescindir de estas frutas ya que, tanto el melón como la sandía, tienen múltiples propiedades beneficiosas para nuestra salud. Lo que será necesario es saber cómo manipularlas para mantener todas esas propiedades intactas y evitar su deterioro.
Si consideras que no podrás consumir toda una pieza entera y acabará estropeándose, o si te resulta más cómodo comprarla por mitades, es importante que la adquieras en tiendas locales, en mercados donde partan la fruta al momento o, si es en un supermercado, que este guarde las mitades cortadas en zonas refrigeradas.
Por otro lado, hay que tener en cuenta el envoltorio. Este ha de estar completamente limpio, no presentar ningún desperfecto o rotura y estar bien adherido a la fruta, evitando que haya penetrado suficiente aire como para deteriorarla.