Rosa Roch
Rosa Roch es redactora especializada en temas de salud, alimentación y gastronomía.
… saber más sobre el autorEl consumo de insectos, también conocido como entomofagia, está cogiendo cada día más adeptos y una buena prueba de ello es que la oferta gastronómica en mercados y restaurantes cada día es más evidente. Y es que según los expertos en nutrición sus propiedades culinarias y nutritivas son notorias. Además, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) ha dado el visto bueno al consumo de algunos arácnidos o artrópodos en general.
En Europa comer insectos puede resultar una moda, pero la entomofagia ha estado siempre ligada a la nutrición del ser humano en algunos países de Latinoamérica, Asia y África pues son una buena fuente de proteínas. Además, entre sus beneficios podemos destacar los siguientes:
Cada vez es más creciente el interés por preservar el planeta y para ello se buscan nuevas fuentes de alimento que tengan un bajo impacto para el planeta, además de un bajo coste económico. Ahí es donde los insectos juegan un buen papel, pues su producción tiene un coste muy inferior al de otros alimentos, por ejemplo, criar y alimentar animales. Además, para alimentar los insectos se pueden utilizar residuos de otros alimentos.
Hay que tener en cuenta que la demanda de proteína es cada vez mayor, no porque a nivel individual se consuma más, sino porque la población aumenta, razón por la que en unos años será necesario cubrir estas necesidades con otras fuentes de proteína, siendo los insectos una alternativa más, junto a las algas, la “carne” vegetal a base de legumbres o la carne artificial o cultivada.
Su consumo es apto para todas las edades, especialmente para los niños y mayores para completar dietas nutricionalmente pobres. Hay que añadir que los insectos tienen un menor riesgo para la salud respecto a otros alimentos que pueden contaminarse con pesticidas, contener oxalatos y taninos, o producir alguna alergia y no se ha detectado que puedan contener microorganismos patógenos o virus que puedan afectar al ser humano.
Lo que sí está en estudio es si cabe la posibilidad de que se contaminen de agentes patógenos humanos (por ejemplo, la Salmonella) que acaben contagiando a otros humanos, es decir, que los insectos se conviertan en transmisores.
Los insectos son una buena fuente de proteínas, pero también de otros nutrientes: grasas poliinsaturadas omega 3, 6 y 9; minerales como el, fósforo, el hierro, el calcio, el magnesio, el manganeso, el zinc y el selenio, todos ellos de alto valor nutricional y calidad para el organismo. Asimismo, son fuente de fibra.
Si hablamos del contenido proteico, el valor medio en los insectos es de un 50%, muy por encima del de cualquier otro animal: cordero (15,5%), cerdo (16%), pollo (20%), ternera (21%).
Si nos referimos al hierro, por ejemplo, las orugas o gusanos Mopane, tienen entre 37 y 77 mg de hierro por cada 100 gramos de producto seco, por su parte, la carne de ternera está en unos 6 mg por cada 100 gramos de producto seco.
Saltamontes, grillos, escarabajos, hormigas, termitas, orugas… Más de 2.000 especies de insectos comestibles pueden formar parte de nuestras gastronomía y la forma de consumirlos puede ser, también, muy variada: enteros, en pasta o molidos; solos o combinados con otros alimentos; en estofado, guisos, asados, hervidos o fritos; para un plato o como un snack. Solo es necesario que estén cocinarlos.
Visto esto, si bien no es un alimento para todos los paladares, no está de más probarlos. Puede que te sorprendan.