Rosa Roch
Rosa Roch es redactora especializada en temas de salud, alimentación y gastronomía.
… saber más sobre el autorEstamos ya en la recta final del verano y a punto de comenzar una nueva temporada que nos traerá nuevos frutos y nuevos sabores. Septiembre y octubre son meses en los que podemos encontrar gran variedad de fruta, las de final del verano y, según la zona, las del comienzo de un tiempo más frío. Así pues, frutas como el melón, la sandía o el melocotón, todas ellas frutas de verano, pueden compartir mesa con ciruelas y uvas, frutas otoñales y los higos que maduran al final del verano marcando así en el calendario el cambio de estación.
En el plano gastronómico definimos los higos como fruta, pero en realidad son lo que se denominan infrutescencias, formación de varios frutos agrupados en un mismo receptáculo, el higo, dando la apariencia de un único fruto. Otro ejemplo de infrutescencias son las piñas.
Los higos son los frutos de la higuera, un árbol típicamente del Mediterránea que tiene su origen en el Valle del Jordán, en Oriente Medio. Se le considera una de las primeras plantas cultivadas por el hombre desde el año 6.500 aC, incluso antes que los olivos, la vid o las palmeras datileras. Y es que la higuera es un árbol de fácil crecimiento que parte de las semillas o bien de esquejes y son capaces de aguantar temperaturas extremas y épocas de sequía. Algunas de ellas pueden dar fruto dos veces al año, una en junio, las brevas, que pasan el invierno formándose en el árbol para madurar en mayo y junio del siguiente año; y otra en septiembre, los higos, que son de menor tamaño, pero más dulces que las brevas. Si bien las brevas parecen ser el primer fruto de la temporada, como hecho curioso hay que señalar que son las últimas, pues son frutos de las flores de la temporada anterior que han permanecido en estado latente durante el invierno.
Los higos son un fruto muy indicado para deportistas y también para las personas mayores. 100 gramos de higos aportan 65 calorías y 1,31 gramos de proteínas. No tienen casi grasa (0,50 g) y un alto contenido en fibra, 2,5 gramos. Además, son ricos en vitamina A, C, K y B9 o ácido fólico o minerales como el calcio (54 mg) y el potasio (235 mg). Tanto en seco como frescos contienen fenoles, y ácidos grasos Omega 3 y 6 que los hacen muy beneficiosos para disminuir el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares.
Entre sus múltiples beneficios podemos destacar que son ricos en fibra y un excelente antioxidante, lo que protegen el sistema inmunológico y, además, al igual que las ciruelas, facilitan la digestión.
En forma de zumo, a lo largo de la historia se ha utilizado para aliviar aquellos procesos que cursan con trastornos respiratorios, es un gran calmante del dolor de garganta y alivian el asma.
Por su aporte de calcio, es una fruta muy recomendada a cualquier edad, pero especialmente para aquellas personas que requieran un aporte extra de este mineral o aquellas que padecen de osteoporosis.
Por otro lado, su alto contenido en potasio ayuda a regular la tensión arterial, siendo indicado su consumo en aquellas personas con tendencia a la de hipertensión.
Para disfrutar de todo su sabor lo mejor es comerlo cuando esté bien maduro. Al ser un fruto que hay que comprarlo en su punto óptimo de maduración (una vez arrancado de la higuera ya no madura, solo se estropea), se convierte en una pieza muy delicada (el 80% es agua) que hay que consumir cuanto antes, teniendo en cuenta, además, que en el frigorífico solo aguanta de 2 a 3 días.
Para alargar la al máximo la conservación de los higos es importante:
Los mayores productores en el mundo son Turquía, Egipto, Grecia, Marruecos y España, concretamente en Lleida, Huesca, Murcia, Alicante, Ávila y Cáceres. Existen más de 700 variedades de higueras, pero “solo” 300 se cultivan para el consumo humano. Las variedades más utilizadas son el Cuello de Dama, la Colar, la Blanca de Maella, la Napolitana Negra y la Burjasot.
En la cocina lo higos combinan excelentemente con setas, con verduras de hojas verdes como la rúcula, las espinacas, los berros o la escarola, con frutos secos, o con panes de cualquier tipo. También son excelentes con quesos de pasta blanda como el brie, azul o curado; también o con unas láminas de foie mi-cuit o untadas sobre una rebanada de pan con mantequilla. Frescos, en confitura, secas o en zumo vestirán tus platos de sabor y de color.