Lola Santos
Lola Santos es redactora especializada en temas de alimentación, viajes y ocio.
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Sábado 4 de julio de 2020
ACTUALIZADO : Viernes 28 de enero de 2022 a las 11:21 H
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La masticación facilita la absorción de los alimentos y, de este modo, mejora el equilibrio nutricional. Cuanto más mastiquemos los alimentos, más conseguiremos mezclarlos con la saliva y prepararlos para pasar, sin necesidad de grandes esfuerzos, al estómago para la digestión.
Cuando masticamos, la comida se mueve en la boca gracias a los movimientos de los músculos faciales y de la lengua. Los dientes trituran y desmenuzan la comida. Por ejemplo, los molares y premolares pueden ejercer una presión de hasta 25 kilos por centímetro cuadrado. De este modo, la comida se convierte en una pasta suave y blanda, lo que llamamos bolo alimenticio, lo que facilita la entrada, circulación y asimilación de los alimentos por el aparato digestivo.
Contamos con seis glándulas salivales, atravesadas por minúsculos canales por los que la saliva llega a la boca. Por lo general, estas glándulas fabrican cada día un litro de saliva que contiene enzimas digestivas. Es la razón por la que la digestión comienza en la boca: durante la masticación esas enzimas inician el proceso de digestión.
Masticar bien, como hemos visto, ayuda a la digestión. Cuanto más mastiquemos la comida, estamos ayudando al estómago y el páncreas en este proceso, además de favorecer la asimilación de los nutrientes.
Una masticación completa disminuye la cantidad de alimentos que ingerimos. Tomarnos nuestro tiempo para comer hace que el cerebro reciba la señal de que estamos saciados y dejemos de comer. Hay que tener en cuenta que esa señal tarda al menos 20 minutos en llegar. Si comemos rápido, comeremos más cantidad de la que necesitamos, favoreciendo la obesidad.
Además de los beneficios sobre nuestra salud, masticar bien nos permite saborear la comida y disfrutar de lo que estamos comiendo. Porque comer no es solo una necesidad fisiológica, también es uno de los placeres de la vida.
Lo cierto es que los problemas de una masticación incompleta y demasiado rápida son muchos, incluso algunos realmente graves. Masticar poco los alimentos puede contribuir a un aumento de peso, porque no permitimos que las señales de saciedad lleguen al cerebro, por lo que ingerimos más cantidad de alimento del que realmente necesitamos.
También puede provocar otros problemas digestivos como el estreñimiento, gases, reflujo gastroesofágico, desvío de comida a las vías respiratorias, colon irritable e hipo, entre otros. Incluso, hay estudios que relacionan una masticación deficiente con un aumento del riesgo de padecer cáncer de páncreas.