Rosa Roch
Rosa Roch es redactora especializada en temas de salud, alimentación y gastronomía.
… saber más sobre el autorConsiderado como uno de los alimentos básicos de consumo diario dentro de la pirámide nutricional, ya sea en su forma original o en sus derivados (yogur y queso), el consumo de leche está muy cuestionado. ¿Realmente podemos y debemos consumirla a diario? ¿Es realmente necesario? Todas estas dudas han generado que alrededor de la leche se hayan formado toda una seria de mitos y bulos que intentaremos resolver.
Como punto a favor y muy extendido en campañas de nutrición, se considera la leche un alimento necesario por su aporte de calcio, favorece el fortalecimiento de los huesos, en especial en los más pequeños, en las mujeres que han llegado a la menopausia como medida de prevención de la osteoporosis y posibles fracturas por debilidad ósea.
En este sentido, hay que destacar que, desde el punto de vista nutricional, la leche es un alimento muy interesante debido a la cantidad de proteínas de calidad, vitaminas A, D y E, minerales y grasa. Por ello, si podemos y queremos tomarla, no ha de haber ningún problema.
No obstante, a pesar de estas propiedades tan saludables, el consumo de leche no es imprescindible si la suplimos con otros alimentos que nos aporten los mismos nutrientes.
Por otro lado, hay personas que no quieren o no pueden tomar leche, ya sea por principios éticos, porque no consumen alimentos de origen animal, o por problemas de salud, debido a la intolerancia a la lactosa. Se considera que el 40% de la población tiene intolerancia la lactosa por falta de lactasa, la enzima que se encarga de metabolizar este azúcar. En ambos casos, por principios o por intolerancia, igualmente será necesario suplir los nutriente de la leche con otros alimentos.
El mayor problema lo encontramos cuando la negativa a consumir leche o sus derivados está relacionada por los bulos que circulan entorno a la leche, generalmente producidos por la desinformación o determinados intereses, en ocasiones comerciales, que acaban produciendo miedo al consumidor.
Algunas de las razones que incitan a no consumir leche es que se dice que el hombre (o la mujer) adulto es el único animal que consume leche en su madurez, de lo que deducen que si es el único animal que lo hace, quiere decir que no es conveniente consumirla.
Ello no significa que no debamos tomarla porque nos vaya a perjudicar. El hombre toma leche porque puede hacerlo, es capaz de cuidar de los animales, alimentarlos, ordeñarlos, para obtener leche y tratarla y optimizarla sanitariamente para su consumo, al igual que muchas otras cosas. En ningún caso quiere decir que sea perjudicial tomarla.
Otro de los bulos que circulan es que la leche está adulterada con hormona y antibióticos. Medicamentos que dicen que se les administran a las vacas para que aumenten la producción.
En la Unión Europea esta práctica está totalmente prohibida desde hace años y solo se permite administrar estos medicamentos cuando es completamente necesario, por ejemplo para tratar una enfermedad, momento en el que se retira el animal y no se vuelve a incorporar a la producción hasta que no han pasado unos días tras finalizar el tratamiento, tiempo en el que el fármaco ha sido metabolizado y expulsado del cuerpo por completo y no quedan trazas de él en la leche.
Para garantizar que se ha respetado el tiempo de espera y que la leche cumple con todas las garantías sanitarias, se realizan controles y análisis de forma periódica. Tal es así que según el informe de 2020 presentado por la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria, el 99,81% de las muestras de alimentos de origen animal analizadas cumplían con los requerimientos sanitarios.
Visto todo ello, podemos decir que la leche que encontramos en el mercado cumple con todas las garantías sanitarias necesarias y está libre de hormonas y antibióticos y por tanto es apta para su consumo y una buena fuente de vitaminas y minerales.