Mariola Báez
Alimentación
¿Recuerdas cuando te daban bebidas alcohólicas en la infancia y no era raro?
Ahora es inimaginable, pero muchos pensaban que el alcohol para los más pequeños no era tan malo
No es que antes fueran unos descerebrados, es que realmente no existía la información disponible actualmente sobre el daño que el consumo de alcohol en edades tempranas puede llegar a provocar, algo que confirman múltiples estudios y sobre lo que alerta el Ministerio de Sanidad, Consumo y bienestar Social de España, así como numerosas fundaciones que se esfuerzan en prevenir la drogadicción entre los más jóvenes.
Un “vinito” podía conseguir que el pequeño inapetente comiese un poquito mejor, o eso decía la publicidad de los años 60, y que el nene se “mojase los labios” con un sorbito de champán o sidra (cuando había) para entrar con buen pie en el Año Nuevo, era lo más normal del mundo. El vino con Casera en la mesa era, en muchos casos, de libre disposición para toda la familia, y una “clarita”, que no cerveza, también era algo común, que los más pequeños podían llegar a tener a mano sin reparar, ni ellos ni nadie, en posibles consecuencias.
No en todos los casos cualquier tiempo pasado fue mejor
Por suerte, esas costumbres han cambiado. La ingesta de alcohol, en sí misma, no reporta nada bueno y ahora pensar en darle a un niño una bebida que lo contenga es algo que, sencillamente, no se contempla. Mirando hacia atrás, nos pueden resultar sorprendentes y hasta divertidos algunos anuncios publicitarios en los que se instaba a los niños a reunir tapones o “cápsulas” de una bebida alcohólica para enviarlas por correo ordinario (es lo que había) y recibir un muñequito emblema de una marca de vinos ideal para despertar el apetito (¡tremendo!). Y qué decir de esas otras bebidas como la quina, que incluso se recomendaban como saludables para los niños y que posiblemente muchos de los lectores las hayan tomado sin pensar que estaban bebiendo alcohol.
En muchos casos, para los niños de los 50, 60 y 70, hoy adultos mayores, las bebidas alcohólicas no eran algo incompatible con una dieta “saludable”, algo que visto desde la perspectiva actual resulta, al menos, digno de análisis. Aun así, y en reconocimiento a esos padres y abuelos de entonces, hay que hacer una pequeña reflexión sobre una evidencia: el hecho de que esa generación del vino con Casera y del Kinito antes de comer, nunca fue la del botellón.