Rosa Roch
Rosa Roch es redactora especializada en temas de salud, alimentación y gastronomía.
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Jueves 30 de diciembre de 2021
ACTUALIZADO : Jueves 30 de diciembre de 2021 a las 18:30 H
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La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que nuestra alimentación contenga un máximo del 10% de grasas saturadas y entre un 6 y un 11% de grasas poliinsaturadas. No obstante, en España se consume alrededor de un 12% de grasas saturadas (las “malas”) y tan solo un 5,6% de grasas poliinsaturadas (las buenas).
Si bien tenemos una lucha constante contra las grasas, lo cierto es que no todas son malas para la salud ya que, además de aportar la energía que necesitamos, también tienen otras funciones esenciales para el buen funcionamiento de nuestro organismo. Aportan untuosidad a los alimentos, les dan más sabor y favorecen la digestión. Una alimentación con muy poca grasa puede conducirnos a serios problemas de estreñimiento. Si bien han de formar parte de nuestra dieta diaria, hay que saber qué grasas elegir y en qué cantidad hay que consumirlas.
Expertos en nutrición aconsejan obtener el 30-35% de la energía diaria necesaria de la grasa de los alimentos. En el caso de los hombres adultos esta proporción corresponde a 80-100 gramos de grasa en una dieta de 2.500 calorías. En las mujeres, las proporciones estarían en menos de 70 gramos de grasa en una dieta de 2.000 calorías.
Podemos distinguir entre dos tipos:
Este tipo de grasas son las responsables de que los índices de colesterol LDL (el malo) y los triglicéridos, aumenten. Consumir un exceso de grasas saturadas implica aumentar el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, ya que el hígado las transforma en colesterol que acaba en el torrente sanguíneo y depositándose en forma de placas (ateromas) en las paredes de las arterias, dificultando, e incluso obstruyendo, el buen flujo de la sangre hacia el corazón y el cerebro.
Este tipo de grasas se encuentra en las carnes de origen animal como son los embutidos, en los lácteos enteros, los huevos, la manteca, carnes grasas en general, algunos aceites vegetales y, también, se añaden a algunos productos como el helado, los alimentos precocinados, snacks fritos y alimentos procesados.
Como las grasas saturadas, las trans o hidrogenadas tienen un efecto nocivo para la buena salud cardiovascular cuando se excede en su consumo. Estas grasas se elaboran a partir de grasas vegetales hidrogenadas para que los alimentos se puedan mantener en estado sólido a una temperatura ambiente y evitar que se pongan rancios. Este tipo de grasas las encontramos en los productos industriales, bollería, margarinas, helados, galletas, aperitivos y dulces, entre otros.
Visto todo ello, hay que tener en cuenta que, si bien las grasas son importantes para el buen funcionamiento del organismo, esto no quiere decir que podamos hacer un consumo abusivo. Es obvio que hay que alejarse de las grasas saturadas y de las trans, pero tampoco hay que abusar de los ácidos grasos omega 3 y omega 6, que no dejan de ser grasas, sino que debemos tomarlos en la proporción adecuada.