Un nuevo estudio vincula la depresión y el consumo de alimentos ultraprocesados

El estudio de la alimentación y su influencia en nuestra salud es algo que no deja de investigarse. Con esta finalidad surgió el Proyecto SUN (Seguimiento Universidad de Navarra), que tiene por objeto analizar cómo influye el estilo de vida en nuestro organismo partiendo del análisis de un grupo de voluntarios. El último informe que han realizado se ha focalizado en los alimentos ultraprocesados y su influencia en el estado anímico de las personas. De modo, que los resultados han reflejado que quienes los consumen con asiduidad presentan un incremento relativo del riesgo de padecer depresión del 33% frente a los que no los toman o apenas lo hacen. Un efecto que aumenta en personas con bajos niveles de actividad física.

Depresión y alimentos ultraprocesados

El trabajo se ha publicado por la revista European Journal of Nutrition, y se ha realizado sobre 14.907 voluntarios a los que se ha hecho un seguimiento durante una media de 10 años y que nunca antes habían sufrido depresión al comenzar el análisis. Así, tras concluir el mismo y durante un periodo máximo de 16 años de observación se han detectado 774 nuevos casos de depresión clínicamente diagnosticada.

En otras investigaciones realizadas desde el ámbito de este proyecto, ya habían analizado los posibles efectos adversos de estos productos, encontrando que también aumentan la posibilidad de padecer hipertensión y obesidad. “Estas condiciones cardiometabólicas comparten mecanismos fisiopatológicos y factores de riesgo con la depresión”, explica Lara Gómez Donoso, investigadora del departamento de Medicina Preventiva de la Universidad de Navarra y primera autora del trabajo.

Obesidad

La influencia de los alimentos ultraprocesados en las cifras de obesidad constituye una realidad cada vez más evidente. La United European Gastroenterology (UEG) acaba de revelar que más de la mitad de la población adulta de la Unión Europea posee sobrepeso u obesidad. Y como principal desencadenante de esta situación sitúa a estos productos, en especial, a la bollería industrial, los snacks salados como las patatas fritas, pero también los platos preparados. Estos suponen entre el 25% y 50% de la ingesta calórica diaria, en líneas generales, según este informe.

El problema es que estos artículos contienen una serie de elementos que los hacen más atractivos para el consumidor, según los expertos. Y aunque gran parte de la ciudadanía es consciente de que no son las opciones más saludables, en muchas ocasiones se decantan por ellos porque son más duraderos, apenas hay que cocinarlos y tiene sabores agradables. Por todo ello, y en especial por las consecuencias que tienen para la salud, desde distintos ámbitos se están pidiendo a las autoridades europeas que establezcan restricciones a los mismos.