Mariola Báez
Alimentación
¿Por qué hay que eliminar las grasas trans de la dieta de las personas mayores?
Proteger la salud y salvar vidas, eliminando definitivamente estas grasas en 2023, es el objetivo
La Organización Mundial de la Salud (@OMS_es) estima que, cada año, la ingesta de grasas trans está detrás de al menos 500.000 muertes relacionadas con enfermedades cardiovasculares.
Esta es razón más que suficiente para que este organismo haya puesto en marcha el programa y guía REPLACE para instar a los distintos países a aplicar una serie de medidas con el objetivo de eliminar estos aceites, producidos de forma industrial, de la cadena alimenticia.
Revisar sus principales fuentes, promover su reemplazo por otros aceites más saludables, estudiar las políticas de cada país para poder aplicar los cambios legislativos necesarios, analizar el contenido de estas grasas en los distintos alimentos y su impacto en la salud, y concienciar a productores, proveedores y consumidores de sus efectos negativos para la salud son algunos de los retos que plantea la OMS de cara a un futuro próximo.
Son necesarias, pero no son todas iguales
Es un error pensar que lo ideal sería establecer una dieta saludable en la que las grasas estuviesen ausentes, porque se trata de un macronutriente que cumple funciones específicas en el organismo, al igual que los hidratos de carbono y la proteína. Como recuerda la Fundación Española de Nutrición (@FENnutricion), estas son básicas en nuestra alimentación. El problema está en su ingesta excesiva o en tomar aquellas que resultan menos saludables.
El Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar (@sanidadgob) señala que las grasas cumplen funciones de máxima importancia. Son la principal reserva energética del organismo y resultan indispensables para mantener en buen estado las membranas celulares, para que nuestro cerebro funcione correctamente, nuestras articulaciones estén sanas o simplemente para que contemos con un mínimo tejido adiposo que pueda protegernos del frío.
Eso sí, es importante distinguir tres tipos:
- Saturadas. Se encuentran principalmente en alimentos de origen animal y hay que tener precaución con ellas porque contribuyen a elevar los niveles de colesterol en sangre.
- Mono y poli Insaturadas. Son el aceite de oliva o los ácidos Omega 3 y 6, presentes en alimentos como el pescado azul o los frutos secos, que resultan beneficiosas para el sistema cardiovascular.
- Trans. Son el fruto de una modificación industrial y, simplemente, no aportan beneficio alguno. En este sentido, la Fundación Española del Corazón (@cuidarcorazon) recuerda que son muchos los estudios que relacionan el consumo habitual de estas grasas con el aumento del colesterol LDL (malo), que tienden a acumularse en los tejidos, incluyendo los que forman el músculo cardiaco. Además, señala que este tipo no debería suponer el 1% de las calorías totales consumidas.
¿Qué son y dónde están las grasas trans?
Pese a su “mala fama" por estar relacionadas con procesos de transformación industrial, en realidad estas grasas están presentes en algunos alimentos de manera absolutamente natural. El organismo de los rumiantes (vacas, cabras, ovejas...) las genera durante la digestión en cantidades mínimas, que pasan a estar presentes en productos como la carne o la leche procedentes de estos animales. Su presencia es tan escasa que no llega a afectar al organismo de los seres humanos.
Las otras grasas trans son aquellas que derivan de un proceso frecuente en la industria alimentaria que se basa en la hidrogenación. Mediante este proceso químico, se modifica la composición de los ácidos grasos con dos objetivos: darles una textura semi sólida o sólida y lograr su mayor durabilidad al frenar la oxidación natural.
La bollería industrial, los productos precocinados (la mayoría congelados), la comida rápida, los snacks salados y la manteca o la margarina son algunos de los alimentos de consumo habitual que suelen contener y aportar, en muchos casos, más grasas trans de las aconsejables en una alimentación saludable.
¿Cómo pueden incidir en la salud de una persona mayor?
Son muchas las enfermedades que pueden empeorar su pronóstico e incluso desencadenarse a causa de una excesiva presencia de grasas saturadas y trans en la dieta. Reducir su ingesta es importante, por ejemplo, a la hora de rebajar la prevalencia de la hipertensión en adultos mayores, una enfermedad que afecta a más del 68% de los mayores de 60 años, según datos de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (@seggeriatria).
Igual de grave es la obesidad en edades avanzadas, algo a lo que contribuyen sin aportar nutrientes suficientes que justifiquen su consumo.
La presencia de altos niveles de colesterol en sangre, un factor de riesgo ante la posibilidad de sufrir enfermedades cardiacas o accidentes cerebrovasculares, o el desarrollo de arterioesclerosis son dos motivos más que justifican la necesidad de controlar (o eliminar) la ingesta de grasas trans en la dieta, como una sencilla manera de contribuir a conservar tu salud y tu calidad de vida.