Rosa Roch
Rosa Roch es redactora especializada en temas de salud, alimentación y gastronomía.
… saber más sobre el autorLos alimentos en conserva pueden ayudarnos a incluir en nuestra dieta alimentos indispensables para llevar una dieta equilibrada, especialmente cuando debido al ritmo de vida que llevamos no tenemos demasiado tiempo para preparar unas legumbres, verduras o pescado y, aunque lo preferible es consumir alimentos frescos y de temporada, cuando no es posible, echar mano de las conservas puede ser una buena solución.
Es necesario hacer una distinción entre las conservas y las semiconservas. Las primeras, las conservas, se presentan generalmente en latas o tarros de cristal. Son productos frescos que se han sometido a una cocción, esterilización y envasado hermético mediante un tratamiento térmico, un baño maría, que permite eliminar cualquier microorganismo y mantienen todas las propiedades nutritivas del alimento que conserva por un período largo de tiempo, de años. Podemos encontrar legumbres de diferentes clases, alcachofas, acelgas, patatas, atún, berberechos, mejillones, frutas, etc.
Por su parte, las semiconservas, no están sometidas a ningún tratamiento térmico, sino que utiliza otros métodos de conservación como el salado, secado o ahumado del alimento, por lo que el tiempo de conservación es más corto, unos meses, y además es necesario mantenerlos refrigerados. Sería el caso del salmón ahumado, las anchoas o los boquerones en vinagre, por algunos ejemplos.
Las conservas de consumo más frecuente son las de legumbres, pescado y verduras, cada una de ellas con sus particularidades.
Las legumbres de bote cocidas con agua y sal y conservadas al baño maría son una alternativa muy saludable, ya que mantiene todos los nutrientes de las legumbre intactos y, a su vez, es una manera muy fácil de incorporar este grupo de alimentos tan necesarios a la dieta.
Siempre es preferible las conservas en agua y sal sobre las que contienen otras ingredientes como chorizo, tocino o verduras, pues contienen más productos añadidos como almidón modificado, aceites refinados y azúcares para conservar la mezcla. Este tipo de conservas solo hay que comerlas muy de vez en cuando.
Como principio, el consumo de conservas de pescado nunca ha de ser más habitual que el del pescado fresco o congelado. Si se elige pescado en conserva, esta es preferible que sea al natural o en aceite de oliva virgen y que esta denominación, virgen, esté indicada en la etiqueta, pues, en caso contrario, se trataría de aceite de oliva refinado, no tan saludable como el virgen.
Si lo escogemos con aceite de girasol, hay que comprobar que tampoco sea refinado, pues tendría demasiada cantidad de ácidos grasos omega 6, que, si bien son esenciales para el organismo, un exceso puede tener el efecto contrario.
Por su parte, aquellas conservas que contienen salsas, por ejemplo, de tomate, también son menos saludables debido a que, además de no llevar aceite de oliva virgen, contienen azúcar, especias y más aditivos que las conservas al natural o en aceite de oliva virgen.
El consumo de verduras en conserva es una opción muy válida para incorporar de manera rápida verduras a nuestra dieta. No hay que confundir estas conservas con la comida precocinada. Si bien estas conservas pierden cierto valor nutricional, como es la vitamina C, sí mantienen otros nutrientes como la fibra y los minerales. Además, como datos relevantes, podemos destacar que se pueden consumir en cualquier época del año y, en el caso de las acelgas y las alcachofas, incluso es recomendable consumirlas en conserva porque durante la cocción se eliminan parte de los oxalatos, unas sustancias que dificultan la absorción de minerales como el hierro, el magnesio o el calcio.