Lola Santos
Lola Santos es redactora especializada en temas de alimentación, viajes y ocio.
… saber más sobre el autorEste término es cada vez más empleado desde que un doctor lo acuñara hace más de 20 años, pero sigue siendo un gran desconocido. Se trata de un trastorno obsesivo pero la Organización Mundial de la Salud no lo ha etiquetado como enfermedad.
Según el doctor Bratman, que acuñó el término ortorexia, se trata de un trastorno de la conducta alimentaria que consiste en la preocupación obsesiva por la ingestión de alimentos sanos, ocasionando consecuencias como la sensación de culpabilidad al ingerir otros alimentos, el aislamiento social y la no ingesta de alimentos si no hay opción de tomar alimentos sanos.
Cuidar la alimentación es importante y recomendable, por lo que haya alguien que se preocupe por los alimentos que ingiere no es raro ni preocupante. Sin embargo, algunas personas pueden desarrollar una obsesión por la ingesta exclusiva de comida sana; una preocupación excesiva por el origen y calidad de los alimentos, convirtiendo esa actitud en un comportamiento patológico, tras el que se esconden otros problemas psicológicos y de adaptación social.
Las personas que sufren ortorexia se centran exclusivamente en lo que comen; la comida es el centro de sus pensamientos y de su vida. Esa autoimpuesta disciplina alimentaria produce una enorme sensación de culpa si no se sigue al pie de la letra.
Además, en muchos pacientes la ortorexia es definida como una forma de canalizar la ansiedad o la depresión, por lo que se enmarca junto a otros trastornos de la conducta alimentaria, como la anorexia o la bulimia, aunque en este caso la obsesión se deba a la calidad y origen de la comida y no a la cantidad. Hay especialistas que relacionan la ortorexia con la anorexia mal tratada, creando un círculo vicioso, ya que provoca con mucha probabilidad una vuelta a la anorexia.
Otra de las consecuencias es la carencia de nutrientes y los daños que esta provoca, porque los alimentos rechazados no se sustituyen por otros que sí aporten esos nutrientes esenciales. Esta actitud desemboca en riesgo de sufrir anemias, carencias vitamínicas y desequilibrios nutricionales.
Además de las consecuencias físicas, nos encontramos con otras consecuencias de carácter social y psicológico, porque rechazan las celebraciones y reuniones sociales, evitan comer fuera de casa, etc. viéndose cada vez más aislados.
Sin embargo, que no debamos obsesionarnos con la comida sana no quiere decir que no prestemos atención a lo que comemos. Llevar una alimentación saludable es necesario para disfrutar de una buena salud.