Verónica Mollejo
Alimentación
Qué es el glutamato: ¿por qué debes evitarlo en tu dieta?
El glutamato de sodio es uno de los aminoácidos no esenciales más abundantes en la naturaleza
Los alimentos que comes cada día a veces incluyen otras sustancias o compuestos desconocidos para la mayoría y cuyo impacto en la salud puede ser, a veces, perjudicial. Este es el caso del glutamato, un potenciador del sabor que se emplea como aditivo en algunos productos procesados, en especial la carne, los congelados, las sopas de sobre, el queso o la soja, por ejemplo.
Aunque forma parte de la industria desde hace décadas, es ahora cuando la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA) ha comenzado a recibir informes sobre las reacciones adversas que pueden provocar los alimentos que incluyen glutamato monosódico en su composición. Sin embargo, esta sigue clasificando dicha sustancia como un ingrediente que, en general, es “inocuo”. Entonces, ¿dónde está el problema?
Un aditivo envuelto en polémica
Frente a las declaraciones de la FDA, multitud de estudios en la materia ponen en entredicho esa inocuidad, algunos de ellos también en nuestro país. Tal y como expone la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN), el glutamato puede provocar diversos problemas en personas sensibles, siempre y cuando su consumo sea sumamente elevado. Dentro del “conjunto de síntomas del glutamato monosódico”, como se conocen estos signos, encontramos dolor de cabeza, transpiración, presión facial, náuseas, debilidad, entumecimiento, ardor en el rostro y en el cuello, sofocos o dolor en el pecho.
Ante esta situación, muchos expertos recomiendan reducir la presencia de glutamato en la dieta, alejando así alimentos que no son 100% saludables como los aliños de las ensaladas, las salsas procesadas, las salchichas, los snacks salados y el resto de productos expuestos anteriormente.
Sin embargo, esto no es tan sencillo como parece, pues el glutamato es famoso por inhibir la sensación de saciedad y resultar adictivo, lo que dificulta ese rechazo. Además, como hemos visto al comienzo del artículo, el glutamato es capaz de “engañar” a nuestro organismo haciéndole creer que la comida sabe mejor, es más sana y rica en nutrientes, manipulando así el paladar y la mente del consumidor.
En contraposición, “los investigadores no han encontrado pruebas concluyentes de la relación entre el glutamato monosódico y estos síntomas. Los investigadores reconocen, no obstante, que un pequeño porcentaje de personas puede tener reacciones a corto plazo al glutamato monosódico. En general, los síntomas son leves y no requieren tratamiento. La única manera de evitar una reacción es no consumir alimentos que contengan glutamato monosódico”, explican desde la Clínica Mayo.
Ahora que conoces su impacto en el cuerpo, es importante que cojas el hábito de leer el etiquetado de los productos, pues es aquí donde podrás comprobar su presencia. De hecho, en Europa es obligatorio indicarlo. ¿Cómo? A través de los siguientes apelativos:
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E-621 Glutamato de sodio
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E-623 Glutamato de calcio
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E-625 Glutamato de magnesio
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E-624 Glutamato amónico
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E-622 Glutamato de potasio
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Proteína hidrolizada o extracto de levadura