Rosa Roch
Rosa Roch es redactora especializada en temas de salud, alimentación y gastronomía.
… saber más sobre el autorLa espinaca es una planta de huerto que tiene su origen en la antigua Persia. Se la conoce como alimento desde el año 500 aC. A España llegó gracias a los árabes, aunque sus propiedades para la salud no se conocieron hasta más tarde, en el siglo XIX, cuando su consumo empezó a expandirse por Europa y América.
Es una planta de tallo áspero y hojas anchas. Crece durante todo el año en racimos de hasta 30 cm de altura. Se conocen diferentes variedades que se encuentran fácilmente en el mercado: las Savoy o rizada, es la más popular y sus hojas se consume cocidas; la de hoja lisa, de hojas más grandes que las anteriores y también se comen cocidas; y, finalmente, las baby que son pequeñas, tiernas y dulces y suelen comerse en ensaladas, tanto las hojas como sus tallaos.
Sea una variedad u otra, la espinaca es una planta que se estropea con facilidad, así, a la hora de adquirirlas, elige las de hojas firmes, que sean quebradizas. Solo así estarás comprando unas espinacas que mantendrán todas sus propiedades.
A la hora de conservarlas, guárdalas en el frigorífico o, incluso, congélalas si no vas a consumirlas pronto.
A nivel nutricional, las espinacas son ricas en agua, un 91%, fibra, proteínas, carbohidratos, vitaminas A, C, K, y minerales, lo que les confiere múltiples propiedades.
La quercetina es una antioxidante que se encuentra en las espinacas y ayuda a prevenir infecciones e inflamaciones. Así, el consumo habitual de espinacas puede prevenir la aparición de enfermedades como la osteoporosis, la artritis, las cefaleas o el asma.
Al ser ricas en calcio, magnesio y vitamina K, que ayuda a retener el calcio para su posterior síntesis, las espinacas son excelentes para mantener una buena salud de los huesos.
Por su contenido en vitamina A y C y luteína previenen la oxidación del colesterol LDL (el malo) en las paredes de las arterias evitando que se obstruya la luz.
El potasio, los carotenos y flavonoides tienen un efecto beneficioso para el cerebro, retrasando su deterioro y manteniendo la mente despierta.
Las espinacas producen óxido nítrico que produce un efecto vasodilatador de las arterias lo que, su vez, ayuda a controlar la hipertensión.
Al ser ricas en ciertos compuestos vegetales como la luteína y el zeaxantina y antioxidantes, nos protegen de los efectos de los rayos solares lo que previene la formación de cataratas o la degeneración macular.
Son buenas para aliviar la acidez y el ardor de estómago. Su aporte en vitaminas A, C, K y ácido fólico ayudan a curar las gastritis y las úlceras gástricas.
Gracias a los nitratos y no al hierro que contienen, como se ha creído erróneamente durante años, las espinacas ayudan a mantener los músculos fuertes.
Ayudan a combatir el estreñimiento por su alto contenido en fibra y agua. Además, gracias a la fibra, el colesterol y la glucosa en sangre se reabsorben haciendo que sus niveles queden controlados.
Por su contenido en fibra, agua y talonoides, las espinacas tienen propiedades saciantes, además, al ser bajas en calorías, favorecen la pérdida de peso.
La vitamina A incide sobre la salud de la piel y el cabello y los protegen de la acción de los rayos solares.