Lola Santos
Lola Santos es redactora especializada en temas de alimentación, viajes y ocio.
… saber más sobre el autorBajo este nombre tan peculiar se esconde un vegetal que tiene poco que ver con las habituales castañas que son el fruto del castaño. En este caso, las castañas de agua es el bulbo de una planta acuática, que crece en los pantanos, estanques y lagos estacionales y perennes y son cultivadas en China desde hace al menos 3.000 años, aunque son originarias de las partes templadas de Eurasia y África.
La planta que produce este bulbo va creciendo en el agua lentamente hasta unos cinco metros de profundidad, anclada en el fango por raíces muy finas. Tiene unas hojas que flotan alrededor de la planta y echa unas flores blancas. Los frutos se separan del tallo y quedan flotando o se adhieren a otras plantas y objetos.
Aunque comparta nombre con la castaña convencional, esta última es un fruto seco que se da en otoño y nace en los bosques. Mientras que la castaña de agua crece bajo el agua y son una fruta más bien veraniega. Y llama mucho la atención su forma tan curiosa, similar a la cabeza de un toro o a unos bigotes, es de color oscuro, corteza muy dura y dentro tiene una semilla almidonada, que es de una textura cremosa y blanda y de sabor suave y dulce.
Hasta principio del siglo XX, era fácil encontrar este fruto en los mercados de Europa, aunque hoy se considera una planta muy rara. Puede haber varios motivos de su cuasi extinción como cambios de clima o el drenaje de muchos pantanos, charcas y ríos. En muchos países está considerada una planta nociva o especie invasora.
A la hora de incorporarla a un plato, suele ser un aderezo o un ingrediente para postres. Y la forma más sencilla de encontrarla es enlatada.
Se trata de un alimento muy sano por su alto contenido en nutrientes y bajo en calorías y casi sin grasa. Además, sus propiedades medicinales de este curioso fruto son conocidas hace cientos de años. Se le atribuye un efecto antibacteriano, antiviral, anticancerígenos y antioxidantes.
También se recomendaba su consumo a las personas que se encontraban bajas de defensas, estaban débiles o tenían anemia. Y se recomendaba para tratar los casos de fiebre al actuar como un refrigerante del cuerpo. Ayudan a prevenir la osteoporosis y facilitan la digestión.