María Martínez Denia
Alimentación
¿Se pueden congelar los huevos? Alimentos que no sabías que puedes meter en el congelador
Lo recomendado es guardarlos sin agua ni aire para evitar que se agüen, se oxiden y se deterioren
La congelación es uno de los mecanismos estrellas para una conservación más prolongada de los alimentos. Todos lo hemos hecho alguna vez con un plato del que hemos hecho más cantidad de la que se consume en el momento o al comprar grandes cantidades de un determinado producto. Aunque la mayoría de alimentos soportan este proceso que alcanza los -19ºC, hay otros que no deberían de someterse a esta técnica porque podrían afectar a su textura, sabor, aroma e incluso dañarlo completamente.
Como normas generales es importante guardarlos sin agua ni aire, puesto que agüarían los productos y provocarían que se oxidaran o deterioraran, y mejor en envases herméticos fabricados con materiales adecuados para la congelación. El consejo básico y más extendido, es que para conservarlos mejor deben guardarse en trozos pequeños para descongelar solo lo que vamos a utilizar y no la pieza entera, porque está terminantemente prohibido congelar un alimento ya descongelado previamente.
Sin embargo, existen alimentos que a priori podríamos imaginar que resultan impensables para llevar a cabo este proceso, como los huevos, el queso, la fruta fresca o el arroz, pero siguiendo una serie de recomendaciones, esto es posible.
1.- El huevo
Recientemente, la Administración de Alimentos y Medicamentos estadounidense (FDA) ha publicado una tabla donde figuran qué y de qué forma se deben congelar una serie de alimentos. En el caso del huevo, sí se puede. Aunque no de todas las formas posibles. Nunca se deben congelar los huevos duros, ni los huevos con cáscara en general, únicamente está permitido si se consume al instante de la descongelación.
Si deseamos congelar huevos crudos, como no se recomienda con cáscara, deberemos batir las claras y las yemas juntas antes de guardarlas en el congelador. Si quieres separar la clara de la yema, estás advertido que las yemas si se congelan sin batir, se quedan gomosas sin volver nunca a su estado líquido.
2.- El queso
A pesar de considerarse un delito por parte de los amantes del queso porque pierde la estructura interna y la textura, sí es posible congelar el queso (solo algunos). En el caso de los quesos semicurados como el gouda, gruyere o emmental no hay ningún problema, es más, conservará su aspecto, aroma y sabor casi a la perfección. Al igual que los curados como el manchego, donde como máximo perderá un poco de su sabor y aroma, e incluso pueden llegar a desmigarse.
En cambio, es imposible que los quesos frescos, como el de burgos, la mozarrella, el mascarpone o el feta, queden en buen estado por su alto contenido de agua que resultará imposible que mantenga su textura y no se rompa. De igual forma que los cremosos como el camembert, brie o quesos azules que perderán completamente su consistencia.
3.- El arroz
También es posible congelar el arroz, pero solamente si se encuentra en textura seca, es decir, como el clásico arroz blanco o la paella. Si es un plato caldoso de arroz no se recomienda por la textura final que quedaría y por su cambio de color demasiado blanco y poco apetitoso.
Además, si hemos conservado el arroz durante más de un día en el frigorífico, no es aconsejable congelarlo, ya que las bacterias generadas habrán crecido lo suficiente al disiparse la humedad. La mejor forma de congelarlo es una vez hecho dejar que se enfríe un poco para que se elimine el vapor. Como consejo extra, añadirle un chorro de aceita para evitar que se amontone y se quede con forma de bloque.
4.- La fruta fresca
Al igual que los tres casos anteriores, se pueden conservar en el congelador la fruta fresca, pero con ciertas restricciones. Las frutas de menor tamaño, tal y como los arándanos, moras o frambuesas, no tienen ningún problema y se pueden guardar con total normalidad.
En cambio para los cítricos es necesario pelarlos y separarlos en gajos. Otras frutas como las manzanas, plátanos, aguacates o membrillos, se oxidarán y perderán por completo su textura por lo que se complicará la forma en la que las consumimos normalmente, por lo que se aconseja su utilización como ingredientes para postres.
En último lugar, las frutas conformadas por grandes cantidades de agua, como el melón o la sandía, no se pueden congelar porque se formarán cristales que en cuanto se descongelen, romperán las fibras de la fruta y se estropeará la pieza al momento.