Carlos Losada
Alimentación
¿Son realmente digestivos los licores que se toman después de comer?
El mito de que el alcohol favorece la digestión está muy extendido, pero ¿es cierto?
Una escena muy común después de disfrutar de una buena (y a veces copiosa) comida es aquella en la que ofrecen al comensal un licorcito para hacer mejor la digestión. “Venga hombre, si es digestivo”, se escucha decir a algún compañero de banquete mientras se bebe un “chupito” de orujo o prueba un vinito dulce como si le estuviera poniendo el colofón a la gran obra que acaba de perpetrar.
Pero, ¿es cierto que hay licores “digestivos” o se trata de un mito que no terminamos de desterrar? La respuesta se acerca más a esta segunda opción pues según apunta la Sociedad Española de Medicina Interna en su Decálogo: mitos y leyendas sobre el consumo de alcohol, “el consumo de alcohol con el tiempo puede producir gastritis. Además, el que consume alcohol en exceso puede acabar teniendo inapetencia, por lo que se alimenta inadecuadamente y suele padecer déficits alimentarios graves (especialmente de algunos grupos de vitaminas)”.
¿Por qué esta creencia?
Si el hecho de que el alcohol resulte bueno para hacer la digestión no es cierto, ¿a qué se debe ese mito? Pues parece ser que la primera razón es a lo arraigado que está su consumo en la propia cultura y en las costumbres. A fin de cuentas, “siempre es un buen momento para tomarse una copita”.
A esto se suma que el alcohol sí que tiene un efecto en el aparato digestivo después de comer. Sin embargo, no es el que pensamos. Simplemente es vasodilatador, lo que provoca que el estómago esté más distendido y tengamos una sensación de relajación cuando hemos hecho una comida pesada. Pero se trata de algo eventual ya que, en realidad, los licores no le vienen nada bien a nuestra digestión, habida cuenta que el alcohol disminuye la movilidad gástrica, ralentiza el paso de los alimentos al intestino, irrita la mucosa y además aporta más calorías que el cuerpo ha de digerir.
Alcohol con moderación
Así pues, además de que el alcohol no es un buen digestivo, conviene recordar que su consumo ha de ser moderado, pues abusar de él puede provocar graves daños en el aparato digestivo, tales como gastritis, daños en el hígado, deshidratación, hepatitis e incluso cáncer en los diferentes órganos que lo forman.