Paula Peñaranda
Alimentación
Superalimentos que frenan el envejecimiento: "No existen"
El gurú de la longevidad Valter Longo explica por qué

El gurú de la longevidad Valter Longo: "Cambiar la dieta con 60 años puede alargar tu vida casi 10"
Valter Longo, profesor de gerontología y experto en longevidad de la Universidad del Sur de California (USC) ha dedicado gran parte de su vida a investigar por qué envejece el cuerpo humano y qué papel juega la nutrición en este proceso.
En su best seller La dieta de la longevidad nos habla sobre cuál debería ser nuestra alimentación, dependiendo de nuestra edad y estado de salud, si queremos ser más longevos y vivir con una mayor calidad de vida, desde el punto de vista físico.
En una entrevista concedida a 65YMÁS, el experto se pronuncia sobre los superalimentos y si sirven para retrasar el envejecimiento. En concreto, estos se consideran especialmente ricos en nutrientes, como vitaminas, minerales, antioxidantes y grasas saludables, que nos aportan múltiples beneficios para la salud.

Realidad de los superalimentos
Ahora bien, Longo afirma que "no existen", lo que ayudan a la longevidad. "Se ha probado en animales. Si hubiera superalimentos veríamos un ratón al que se le da cierta vitamina y vive un 20, 30 o 40% más", comenta.
Eso sí, asegura que hay ciertos medicamentos e intervenciones diéteticas que sí poseen los beneficios que dicen tener los superalimentos, pero no está demostrado que ingiriendo un suplemento la gente viva más tiempo.
"Puedes tener una inflamación y puede haber algunos alimentos o suplementos que la resuelvan o corregir una deficiencia", explica que hay ciertos alimentos que pueden servir si tienes carencias de algo, como vitamina D o E. Pero esto no significa que nuestra vida vaya a ser más larga por consumir esta clase de alimentos.
Dieta de la longevidad
Según explica Valter Longo en su libro 'La dieta de la longevidad', estas serían las 7 normas de oro de la alimentación:
- Come mayoritariamente vegano, más un poco de pescado, limitando las comidas con pescado a un máximo de dos o tres por semana. Elige pescados, crustáceos y moluscos con alto contenido en omega-3, omega-6 y vitamina B12 (salmón, anchoas, sardinas, bacalao, besugo, trucha, almejas, gambas). Presta atención a la calidad del pescado, eligiendo aquellos con bajos niveles de mercurio.
- Si tiene menos de 65 años, mantenga baja la ingesta de proteínas (0,68 a 0,79 gramos por cada kilo de peso corporal). Esto equivale a 40 a 47 gramos de proteínas por día para una persona que pesa 59 kilos, y 60 a 70 gramos de proteínas por día para alguien que pesa entre 91 y 100 kilos. Si tiene más de 65 años, debe aumentar ligeramente la ingesta de proteínas, pero también aumentar el consumo de pescado, huevos, carne blanca y productos derivados de cabras y ovejas para preservar la masa muscular. Consuma frijoles, garbanzos, guisantes y otras legumbres como su principal fuente de proteínas.
- Minimiza las grasas saturadas de origen animal y vegetal (carne, queso) y el azúcar, y aumenta al máximo las grasas buenas y los carbohidratos complejos. Consume cereales integrales y grandes cantidades de verduras (tomates, brócoli, zanahorias, legumbres, etc.) con cantidades generosas de aceite de oliva (3 cucharadas al día) y frutos secos (30 g al día).
- Siga una dieta con alto contenido en vitaminas y minerales, complementada con un suplemento multivitamínico cada tres días.
- Seleccione ingredientes entre los que se comentan en este libro que habrían comido sus antepasados.
- En función de su peso, edad y circunferencia abdominal, decida si desea realizar dos o tres comidas al día. Si tiene sobrepeso o tiende a engordar con facilidad, consuma dos comidas al día: desayuno y almuerzo o cena, más dos refrigerios bajos en azúcar (menos de 5 gramos) con menos de 100 calorías cada uno. Si ya tiene un peso normal, o si tiende a perder peso con facilidad o tiene más de 65 años y un peso normal, consuma tres comidas al día y un refrigerio bajo en azúcar (menos de 3 a 5 gramos) con menos de 100 calorías.
- Limite todas sus comidas a un período de doce horas; por ejemplo, comience después de las 8 a. m. y termine antes de las 8 p. m. No coma nada entre tres y cuatro horas antes de acostarse.