Rosa Roch
Rosa Roch es redactora especializada en temas de salud, alimentación y gastronomía.
… saber más sobre el autorExisten varios tipos de azúcar y no solo responden al de caña, al blanco refinado o al moreno. Se trata de los azúcares que contienen los alimentos y que, en función de su procedencia, tienen unos u otros efectos sobre nuestro organismo. Hablamos de la fructosa, la glucosa, la lactosa y la sacarosa. Te contamos cuáles son sus diferencias.
Para entender los tipos de azúcar que existen, empezaremos hablando de los carbohidratos. Estos complejos se clasifican básicamente en dos grupos: los complejos y los simples. Los complejos están formados por múltiples azúcares simples que se unen entre sí mediante enlaces químicos. En función de las cadenas y ramas de azúcares simples, más complejo será el carbohidrato, más le costará a nuestro organismo descomponerlo y menos impacto tendrá en los niveles de glucemia. Un ejemplo de carbohidrato complejo son los cereales integrales como la avena, el arroz integral o la espelta.
Por otro lado están los carbohidratos simples. Estos pueden ser monosacáridos, es decir están formados por una única molécula de azúcar; o disacáridos, formados por dos moléculas. Ambos se digieren rápidamente y liberan azúcar a la sangre a gran velocidad. Entre los monosacáridos, los azúcares más habituales son la glucosa y la fructosa y, entre los disacáridos, la sacarosa y la lactosa.
Veamos en qué se diferencian y cómo afecta cada uno al organismo
Es la fuente de energía más utilizada por el organismo. Las células dependen de ella para mantener un buen funcionamiento. Al ingerir carbohidratos, el cuerpo los descompone en unidades de glucosa. Al aumentar los niveles de glucosa en sangre, las células del páncreas liberan insulina. La glucosa, además, favorece la liberación de leptina y ghrelina, dos hormonas que influyen en el apetito. La primera, la leptina, disminuye el apetito y la segunda, la ghrelina, conocida también como hormona del hambre, lo estimula. En este sentido, algunos estudios relacionan los alimentos con un índice glucémico (IG) bajo, -como pueden ser los cereales integrales, las proteínas y los que contienen poca glucosa-, con la supresión de la ghrelina, de ahí que se los considere saciantes.
Es un azúcar simple que se encuentra en la miel y en las frutas, por lo que también es conocida como el azúcar de la fruta. Es de sabor aun más dulce que el azúcar blanco y es el que encontramos habitualmente en los refrescos. Este tipo de azúcar se absorbe durante la digestión pasando directamente al torrente sanguíneo con lo que no influye en la producción de la insulina ni en los niveles de glucosa en sangre pues se asimila de manera diferente a como lo hace la glucosa pues se metaboliza en el hígado. El resultado es que los niveles de azúcar en sangre no aumentan tan rápidamente tras su ingesta si lo comparamos con otros azúcares simples.
No obstante ingerir gran cantidad de fructosa puede hacer aumentar el apetito pues afecta a la capacidad que tiene el cuerpo para utilizar la insulina y suprimir la ghrelina. Además, cabe destacar que la mayoría de las personas con diabetes no toleran la sacarosa, pero sí, en cambio, la fructosa en cantidades moderadas de fruta sin que ello altere los niveles de azúcar en sangre.
Es el clásico azúcar blanco cristalizado que se obtiene de la caña de azúcar. Al ser un disacárido está compuesto por un 50% de glucosa y un 50% de fructosa. Esta última, la fructosa, al metabolizarse en el hígado no influye en los niveles de azúcar en sangre; no obstante, debido al alto contenido en glucosa, la sacarosa sí aumenta de manera extraordinaria los niveles de azúcar en sangre, de ahí que las personas diabéticas han de tener un cuidado extremo a lo hora de consumir alimentos que puedan contener este tipo de azúcar, sacarosa, como por ejemplo, los zumos o los típicos cereales del desayuno.
Finalmente, tenemos este disacárido compuesto por glucosa y galactosa que se encuentra en la leche. La lactosa se descompone gracias al efecto de la enzima lactasa. Una vez descompuesta, los azúcares simples se absorben a través del torrente sanguíneo. Se da el caso de que este tipo de azúcar, en algunas personas, provoca intolerancia debido a una incapacidad para producir la enzima lactasa, ello les provoca trastornos gastrointestinales tales como diarrea e hinchazón, entre otros.