Lola Santos
Lola Santos es redactora especializada en temas de alimentación, viajes y ocio.
… saber más sobre el autorSeguro que has vivido algún momento en el que arrasarías la nevera. No es hambre real, es hambre emocional, un tipo de ansiedad que nos hace comer y no porque tengamos hambre. A veces ocurre cuando sufrimos estrés, ansiedad y tristeza, pero también, por mero aburrimiento. Después de sucumbir al ataque, además de una ingesta extra de calorías, no nos sentimos mejor.
Vamos a repasar algunos consejos que nos pueden ayudar a controlar esos ataques de hambre impulsivos.
Podemos comenzar por aumentar el consumo de proteínas, que son más saciantes. Por ejemplo, podemos comenzar el día con un desayuno completo, que contenga alimentos proteicos que nos sacien.
También es importante no pasar muchas horas sin comer. Es preferible hacer cinco comidas al día un poco más pequeñas que tres comidas muy abundantes. Y, si tenemos la necesidad de picar algo, mejor optar por snacks más saludables: frutos secos, crudités (verduras y hortalizas frescas cortadas en rodajas o bastones para comer en crudo), fruta, un yogur natural con medio puñado de arándanos, etc.
Es recomendable añadir más fibra a nuestra dieta, ya que además de ser sano y favorecer el tránsito intestinal, harán que nos sintamos saciados. Podemos consumir pan integral, cereales o más legumbres, que aportan fibra a nuestra dieta habitual.
Y, para evitar tentaciones, mejor no tener en casa productos para picar poco saludables. No vayas a hacer la compra con el estómago vacío porque volverás a casa con más comida de la que pensabas y será menos saludable.
El agua es fundamental para depurar el cuerpo y evitar la retención de líquidos, tiene efectos saciantes y nos puede ayudar a calmar el hambre. También podemos tomar infusiones o un caldo ligero templado, por ejemplo. Debemos evitar refrescos azucarados.
Además, debemos aprender a comer más despacio. Por un lado, disfrutaremos de la comida y, por otro, damos tiempo a que la comida llegue al estómago y nos saciemos antes. Cuanto más rápido comamos, tomaremos más alimento del que necesitamos. Además, masticar bien los alimentos ayuda a tener una digestión menos pesada.
Y, aunque parezca que no tiene relación, es importante dormir bien y realizar ejercicio de forma regular. No dormir lo suficiente puede el apetito y los antojos de comidas más calóricas. Por su parte, el ejercicio nos puede ayudar a regular nuestro apetito, además de reducir el estrés, una de las causas del hambre emocional.