Lola Santos
Lola Santos es redactora especializada en temas de alimentación, viajes y ocio.
… saber más sobre el autorEn muchas ocasiones, la hipertensión o la retención de líquidos nos llevan a reducir o a prescindir de la sal para la elaboración de nuestras comidas. Otras veces, simplemente, queremos reducir la ingesta de sal, porque su abuso no beneficia a nuestro organismo.
Si seguimos las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud, el consumo de sal al día no debería sobrepasar los cinco gramos. En España, suplicamos esa cifra.
Uno de los sustitutos naturales de la sal en nuestra cocina son las especias y las hierbas aromáticas. Todas ellas potencian el sabor de los alimentos y ofrecen nuevos matices. Existe una gran variedad de ellas y tienen otras muchas propiedades beneficiosas para la salud: tomillo, romero, curry, albahaca, cúrcuma, jengibre, etc. Son idóneas para elaborar salsas y guisos.
Podemos emplear las hortalizas aromáticas de nuestra cocina para elaborar un sofrito: ajo, cebollas, chalota, puerro, cebollino, etc. El ajo, además, lo podemos usar seco para añadir a los alimentos antes de cocinarlos. Y podemos emplear los cítricos, bien el zumo o la ralladura, en vez de la sal a la hora de cocinar pescados y carnes blancas.
Un poco de imaginación nos puede llevar a elaborar ricos aliños para ensaladas y otros alimentos que no lleven sal. Uno de esos ingredientes son los aceites aromatizados. En el mercado hay una gran variedad de este tipo de aliño. También los podemos elaborar en casa son los ingredientes que más nos gustan. Y son ideales para ensaladas y pescados y verduras a la plancha.
También los vinagres y las vinagretas que podemos elaborar en casa suponen un acompañamiento idóneo en nuestros platos en sustitución de la sal. Y las verduras nos permiten elaborar salsas muy ricas para acompañar estofados y carnes a la plancha.
El marinado de alimentos es una técnica muy versátil en la cocina que nos va a permitir prescindir de la sal. Podemos usar distintos aceites, vinagres diferentes, yogur, cítricos, hierbas aromáticas, especias, leche de coco, azúcar, miel… Las posibilidades son enormes.
Si no queremos reducir el consumo de sal de forma drástica, podemos hacerlo paulatinamente, para acostumbrarnos al sabor de los alimentos sin sal. Además, podemos optar por sal baja en sodio o por usar una sal de mejor calidad, optando por sales que no hayan sido refinadas. Por ejemplo, la sal marina y la del Himalaya son más saludables que la sal común o de mesa.