Lola Santos
Lola Santos es redactora especializada en temas de alimentación, viajes y ocio.
… saber más sobre el autorLa legumbre es uno de los alimentos más sanos que podemos tomar. Sin embargo, no le sientan bien a todo el mundo. Una de las causas son los gases intestinales que producen, que tienen que ver con su contenido en oligosacáridos, un tipo de compuesto que forma parte de lo que se conoce como almidón resistente, que no se puede digerir en el intestino pero que sí sufre un proceso de fermentación gracias a las bacterias del tubo digestivo, que es lo que genera los gases.
Para evitar la molestia que causan, hay algunos trucos que podemos poner en práctica para reducir esa generación de gases y que puedas disfrutar de un buen plato de legumbres. Toma nota.
Antes de cocinar las legumbres, se suelen poner a remojo. El hecho de que ese tiempo de remojo sea prolongado, entre ocho y doce horas, puede facilitar su digestión. También es importante cambiar al agua en el que las hemos dejado a remojo varias veces durante ese tiempo. Es una forma de reducir la cantidad de oligosacáridos que poseen. Eso sí, hay que tener en cuenta que también se pierde una parte de los beneficios que la legumbre aporta a la flora intestinal.
Esta también es la razón para lavar las legumbres que compramos ya cocidas y embotadas antes de consumirlas.
Algunos estudios con ciertas legumbres han demostrado que una forma efectiva de eliminar estos oligosacáridos o almidones y hacer que sean más digestivas es añadir una cucharada de bicarbonato de sodio al agua de remojo de las legumbres.
Algunas especias tienen la propiedad de aliviar la producción de gases en el intestino. Por eso son ideales para acompañar platos de legumbres, porque pueden compensar la acción de estas. Estas especias son el hinojo, el clavo, la cúrcuma o el comino.
Consumir las legumbres en forma de puré también pueden suponer una buena opción para luchar contra la producción de gases. Podemos cocer las legumbres a fuego lento, para que se produzca una descomposición progresiva de los oligosacáridos y después lo trituramos para hacer más fácil la digestión.
Este truco no vale solo para las legumbres. Siempre debemos comer despacio, masticando bien los alimentos antes de tragarlos. Este sencillo ejercicio mejora nuestra digestión, porque las enzimas de la saliva ayudan a descomponer los alimentos y nuestro sistema digestivo tiene menos trabajo por delante. Por tanto, si masticas despacio las legumbres generarán menos gases al digerirlas.