Verdes o blancos: los espárragos son fuente de salud

El espárrago es originario de la zona cercana a los ríos Tigris y Éufrates, en Irak. Egipcios y griegos los utilizaban como ofrenda a sus dioses, no obstante, fue en la época romana cuando su consumo empezó a popularizarse debido a sus excelentes propiedades medicinales y organolépticas.

En España los espárragos llegaron de la mano de los romanos, pero con la caída del Imperio Romano su consumo descendió de manera notable, no siendo hasta el año 1300 cuando los espárragos volvieron a coger protagonismo por sus propiedades medicinales. Ya en el siglo XVIII, los espárragos pasaron a ser uno de los alimentos preferidos por la burguesía. Hasta entonces el espárrago que se consumía era el verde y no fue hasta finales del siglo XIX que empezó a popularizarse el cultivo bajo tierra, dando paso al espárrago blanco. Verdes o blancos, los espárragos son los tallos jóvenes de la esparraguera, una verdura alargada, de sabor intenso, especialmente si se trata de espárragos trigueros, los silvestres. Su color depende de la manera en que se cultivan: si se cubren con tierra impidiendo que les dé la luz solar su color será blanco, aunque si se dejan crecer en la superficie se tornan verdes.

En la actualidad se cultivan en todo el mundo, en zonas templadas, siendo la mejor fecha para su consumo los meses de abril a mayo, aunque su cultivo en invernadero permite tener este delicioso vegetal durante todo el año en el mercado. Francia, Alemania e Italia son los mayores productores de espárragos.

Propiedades

Desde la antigüedad se conocen sus propiedades medicinales y diuréticas y, actualmente, también se les atribuyen propiedades antioxidantes y anticancerígenas, siendo un buen aliado para mantener una buena salud.

Son bajos en grasa, ricos en agua y tienen abundantes nutrientes, lo que los convierten en un alimento ideal para incluirlo en las dietas hipocalóricas: 100 gramos de espárragos contienen solo 20 calorías. Además, tienen gran cantidad de fibra que los hace altamente saciantes, reduciendo el apetito y favoreciendo el tránsito intestinal; vitaminas y minerales; antioxidantes; betacarotenos y compuestos fenólicos:

• Vitaminas y minerales: ricos en minerales como el potasio, hierro, fósforo y yodo; y vitamina C, un potente antioxidante; vitamina A y E; vitamina B1 o tiamina que actúa como protector del estómago; vitamina B2 o riboflavina que combate el estrés; vitamina B3 o niacina que regula la actividad metabólica, circulatoria y muscular.

• Aminoácidos: el ácido glutámico y la cisteína forman un potente antioxidante que ayuda a reducir los daños provocados por los radicales libres, reforzando la acción de las vitaminas E y C.

• Betacarotenos: estos pigmentos con propiedades antioxidantes protegen ante algunos cánceres como el de pulmón, boca y estómago, inhibiendo el crecimiento de las células cancerígenas. Además, ayudan a prevenir las enfermedades del corazón y refuerzan el sistema inmunológico.

• Flavonoides: los espárragos contienen una sustancia amarillenta llamada rutina que tiene efectos antiinflamatorios y antiespasmódicos, mejora la circulación, disminuye la presión arterial y protege el hígado. También contiene quercetina que previene el aumento del colesterol, la arteriosclerosis y la hipertensión.

Como buen diurético, son muy adecuados en las dietas depurativas. Por su contenido alto en potasio y bajo en sodio (excepto los que se venden en conserva), los espárragos son una buena opción para las dietas que tratan la obesidad y para ayudar al organismo a expulsar residuos de la quema de grasa, además de proteger el corazón y combatir la hipertensión arterial.

Son ideales para reducir la retención de líquidos, prevenir los ataques de gota y el reumatismo, ya que evitan la acumulación de ácido úrico y toxinas en las articulaciones. Además, previenen y curan las infecciones de riñón y orina.

Acción frente a procesos tumorales

Entre los múltiples beneficios que aportan los espárragos para la salud, hay que destacar la acción de uno de sus componente: el glutatión, un péptido que ayuda a combatir el enfisema y la fibrosis pulmonares, la diabetes, el alzhéimer, el párkinson y el cáncer, combatiendo las células tumorales y reduciendo los efectos de la quimioterapia.