Lola Santos
Lola Santos es redactora especializada en temas de alimentación, viajes y ocio.
… saber más sobre el autorLa ingesta de panes y pastas elaborados con harina integral es una de las recomendaciones nutricionales que ha ganado peso en los últimos años. Se trata de aprovechar la fibra que ofrece las harinas integrales sobre las refinadas, que carecen de ella y de otros nutrientes que sí aporta el salvado, por ejemplo.
Pero, cuando estamos en una panadería, encontramos una gran variedad: integrales, germinados, de grano completo, de distintos tipos de cereales, con semillas… ¿Hay diferencia entre los integrales y los de grano completo?
Muchas veces, lo que encontramos como pan integral, realmente no lo es. Está hecho a partir de harina refinada a la que se le añade un poco de salvado, en torno al 1%, para darle el aspecto de integral. Lo que sí se considera integral es el elaborado con una mezcla de harina blanca, salvado y germen de trigo en la misma proporción que se hayan en el grano. Pero se elabora también a partir de harina refinada.
El color oscuro o la presencia de semillas no garantiza que un sea integral, ya que este aspecto puede lograrse añadiendo salvado o harina de centeno refinada, por ejemplo.
Se trata del pan más natural de todos, porque es el que se elabora con harina que contiene el grano entero, es decir las tres partes del grano de trigo: el endospermo, el salvado y el germen. El endospermo es donde están los almidones, es decir la parte carbohidratosa del grano. El almidón es lo que se va a transformar en azúcar en la sangre una vez que entre a tu cuerpo. El salvado es la capa exterior y rígida del grano y es la que contiene fibra, minerales y antioxidantes. Y el germen es el núcleo del grano y contiene muchos nutrientes como proteínas, grasas saludables, vitaminas, minerales y otros nutrientes.
Y si tanto el integral como el de grano completo llevan las tres partes del grano ¿por qué no son iguales? Cuando comes un grano entero, ninguna de las tres partes del grano ha sido refinadas, por lo que a nuestro organismo le cuesta más trabajo llegar hasta los almidones y convertirlos en azúcar. Por eso, la subida de glucosa en la sangre se da de manera muy lenta, lo que provoca una mayor sensación de saciedad y hace que no acumulemos grasas.
Este tipo de pan es muy recomendable para personas que tengan un alto nivel de colesterol, sufran obesidad o tengan problemas digestivos, de diabetes o sufran estreñimiento.