Una dieta equilibrada incluye una serie de alimentos que necesitamos tomar diariamente. Esto requiere tener una despensa bien surtida, que no solo nos permita cocinar nuestras comidas más habituales, sino que además nos salve en caso de imprevistos. Ante la gran diversidad de alimentos, dejando a un lado aquellos específicos que prefiramos por gustos, es recomendable tener siempre ciertos productos que nos salvarán de cualquier situación.
Se trata de las clásicas conservas, legumbres, cereales o especias, claves para prácticamente cualquier elaboración. Desde la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), aconsejan ir consumiéndolos conforme los vayamos necesitamos y reponerlos en cuanto los gastemos, para que siempre tengamos una reserva por si lo necesitamos.
Esto no significa que podamos olvidarnos de otros tipos de alimentos, ya que también es necesario contar con productos frescos, verduras, fruta, huevos y carnes. Aunque son perecederos, algunos pueden durar varias semanas. Tener además un congelador con diferentes platos cocinados, como guisos, pescado, marisco, verduras o pollo, nos asegurará estar listos para cualquier situación que se presente.
En cualquier caso, desde la OCU (@consumidoresocu) recomiendan 15 productos básicos que no deben faltar en nuestra despensa y que nos permitirán ser capaces de preparar lo que haga falta en cualquier momento:
Arroz: este producto puede durar mucho tiempo, incluso se puede llegar a consumir pasada la fecha de consumo preferente, aunque hay que tener cuidado si lo mantenemos en temperaturas templadas y húmedas para que no aparezcan gorgojos, unos insectos que, aunque no son peligrosos, pueden crecer y reproducirse dentro de los paquetes de arroz y pueden contaminar otros alimentos cercanos.
Pasta: puede ser fideos, macarrones, tallarines… Es un producto también de larga duración que podemos consumir pasada su fecha de consumo preferente, pero es importante guardarla bien cerrada y en un sitio sin olores fuertes.
Legumbres: pueden ser secas o en conserva. Constituyen uno de los pilares de nuestra alimentación, son muy versátiles, se pueden congelar y son muy duraderas. Se recomienda consumirlas dos o tres veces a la semana.
Puré de patata: puede ser un plato en sí mismo o una guarnición rápida para cualquier otro. Hay que tener cuidado de guardarlos bien cerrados para que no cojan olor o sabores raros.
Harina y pan rallado: pueden resultar útiles para muchas recetas. Además, se pueden conservar durante mucho tiempo y consumirse tras la fecha de consumo preferente, aunque hay que tener presente que pueden enranciarse, sobre todo los integrales.
Caldos, leche, bebidas vegetales, leche evaporada o nata: pueden resultar muy útiles, ya sea para sopas, arroces o enriquecer cualquier guiso. Además, son muy duraderos, aunque no se deben tomar si el envase está dañado o abierto.
Aceite: ya sea de oliva, de oliva virgen o AOVE, o aceite de semillas, todos ellos son muy duraderos, aunque, de nuevo, si se toman después de su fecha de consumo preferente, pueden enranciarse y perder sus aromas, aunque no es peligroso. Se deben guardar protegidos de la luz y el calor.
Salsas: como tomate frito, mayonesa o para pasta.
Frutos secos y fruta deshidratada: además de servir como aperitivos, constituyen una fuente de energía concentrada y pueden ser muy útiles para enriquecer muchas recetas, saladas o dulces. Además, son muy duraderos, aunque se deben conservar bien para que no se altere su sabor.
Encurtidos y aceitunas: son productos muy estables y duraderos, incluso una vez abiertos, siempre y cuando los saquemos de la lata.
Azúcar o edulcorantes, sal y vinagre: también son muy estables, el vinagre y el azúcar incluso no tienen fecha de consumo preferente, aunque hay que tener cuidado y almacenarlos correctamente.
Especias: son muy duraderas, aunque si están caducadas pueden perder su aroma y potencia, pero no es peligroso.
Patatas y cebollas: igualmente duraderas, es necesario guardarlas en bolsas o recipientes específicos, lejos de la humedad, el sol y el calor.
Conservas de pescado: pueden llegar a durar hasta 5 años, e incluso podemos consumirlas pasadas la fecha de caducidad, aunque es posible que su color se altere, sin llegar a ser peligroso. Es importante diferenciar las conservas, como atún, sardinas o sardinillas, mejillones o calamares, de las semiconservas, como anchoas o boquerones, ya que estas últimas es necesario guardarlas en la nevera y no tomarlas pasada su fecha preferente de consumo.
Conservas de verduras: como botes o latas de judías verdes, espinacas, cardo, guisantes, alcachofas o champiñones. Pueden resultar muy útiles para cualquier comida y son muy duraderas, aunque si vemos algún desperfecto en ellas pasada su fecha, será mejor no consumirlas.
Sobre el autor:
María Bonillo
María Bonillo es licenciada en Comunicación Audiovisual y Periodismo por la Universidad Carlos III de Madrid. Escribe principalmente sobre temas de sociedad. También tiene experiencia en comunicación corporativa de empresas como OmnicomPRGroup y Pentación Espectáculos.