Olga Selma
Olga Selma es redactora especializada en temas de salud, alimentación y consumo.
… saber más sobre el autorUno de los mayores placeres es estrenar una toalla y disfrutar de su tacto mullido y suave. El problema es que con lo lavados va perdiendo esa textura que tanto nos gusta, muchas veces porque la toalla no tiene el gramaje necesario para mantenerlo y va quedando fina y áspera al tacto, otras porque no seguimos las recomendaciones de los expertos. Veamos cuáles son.
Las toallas de alta gama pesan a partir de 500 gramos por metro cuadrado de tela. El problema es que muchas veces compramos toallas más delgadas. Lo más importante. antes de comprar una toalla, es tocarla para asegurarnos que nos gusta su tacto: el tipo de algodón y el tipo de rizo importa.
Debemos lavar las toallas cada semana, y si notamos que quedan húmedas con el paso de las horas después de usarlas con más razón, para que no acumulen bacterias. Si las toallas ya no nos secan es porque han perdido su capacidad de absorción del agua.
Cuando las toallas quedan rígidas es porque comienzan a acumular residuos de jabón. Para evitarlo, debemos poner menos cantidad de detergente en la lavadora. Igualmente, el agua más caliente absorbe mejor el detergente, por lo que es recomendable utilizar programas de temperaturas altas. También podemos dejar que el jabón se disuelva en la lavadora antes de agregar las toallas, para ello una vez comience el ciclo de lavado, esperamos uno o dos minutos antes de añadir las toallas.
Un error común es el uso de suavizantes. Los suavizantes contienen siliconas que hacen que las toallas se vuelvan repelentes al agua. En su lugar, podemos suavizar las toallas agregando una taza de vinagre blanco a la lavadora, aproximadamente cada seis semanas; esto eliminará los residuos de jabón que hacen que las toallas están ásperas, y les devolverán su capacidad de absorción total.
Si, además, mezclamos media taza de bicarbonato de sodio con el detergente, conseguiremos eliminar los olores a humedad que pueden haberse acumulado, por ejemplo, si hemos dejado las toallas húmedas en la bolsa de deporte o en una pila de ropa. Introducir algunas pelotas de tenis sin usar o bolas para la secadora también ayuda a ablandar y esponjar las toallas.
Igualmente, poner demasiada ropa en la lavadora en un mismo ciclo de lavado es contraproducente porque no dejamos suficiente espacio para limpiar los tejidos. Lo mismo ocurre con la secadora; si la sobrecargamos, no habrá suficiente aire en la secadora para esponjar adecuadamente las telas.
Aunque usar la secadera es lo más conveniente para conseguir unas toallas suaves, el calor de la secadora puede dañar la integridad del algodón. Para evitarlo, podemos secar parcialmente las toallas al aire y luego terminarlas en la secadora.
Evidentemente, por más que cuidemos de nuestras toallas, llegará el momento de cambiarlas por unas nuevas, entonces debemos llevarlas a un punto de reciclaje de ropa como los contenedores naranja de Roba Amiga en Barcelona o los contenedores de Cáritas en Madrid.