Cómo superar el miedo a salir a la calle

Desde el día dos de mayo en que se establecieron franjas horarias que relajaban el confinamiento y permitían la salida a niños menores de 14 años, personas mayores o para hacer deporte, hemos visto en los medios de comunicación muchas imágenes de calles llenas de gente que, tras dos meses en casa, no perdían la oportunidad de salir. Pero no todos lo han hecho, algunas personas no se han atrevido a salir por miedo al contagio, cosa que dificulta afrontar esta nueva etapa en la que hemos entrado de desescalada. 

Tras dos meses de constantes avisos del peligro del contagio, de la necesidad y obligatoriedad de permanecer en casa, de las cifras de enfermos y fallecidos parece lógico preguntarse si será realmente seguro salir, si no se estará yendo demasiado deprisa. Estas dudas, temores o inseguridades pueden generar que, un hábito tan cotidiano antes de la pandemia como salir a dar un paseo, nos provoquen angustia y ansiedad.  

De esta manera, algunos prefieren respectar por iniciativa propia unos días más el confinamiento ya que como comenta Gema Martínez, de 74 años, "ya he aguantado dos meses, así que prefiero no salir salvo cuando sea estrictamente necesario como he hecho hasta ahora para hacer la compra. Me cuesta creer que ya no hay tanto peligro de contagio". 

Otro punto que influye en algunas personas para tener reparo a salir a pasear, aunque esté permitido, es el miedo a los que no cumplen las medidas de seguridad necesarias. "El otro día me senté en un banco para descansar y al poco rato se sentó un señor al lado sin guardar la distancia y sin mascarilla. Tuve que levantarme e irme", comenta Amor Osorio de 81 años, que ha decidido también dejar las salidas para más adelante porque no se siente segura. 

Y es que el miedo al contagio es una realidad con la que convivimos como así lo refleja los resultados de un sondeo realizado por la Universidad Europea a más de 16.000 personas en las Comunidades de Madrid, Cantabria y Canarias, entre el 15 y 25 de abril, donde el 70% de los participantes admitieron tener miedo de contagiarse por COVID-19 en su entorno más cercano. 

Para los psicólogos estos temores son comprensibles tras este periodo de confinamiento sin precedentes pero superarlos está en nuestras manos.

Consejos para afrontar el miedo a salir a la calle

1. Primero de todo los expertos recomiendan ir poco a poco, es decir, marcarse pequeños objetivos diarios en las primeras salidas. Quizás empezar por ir solo hasta la esquina, otro día atreverse a ir un poco más allá y así ir aumentando los recorridos a medida que nos sintamos seguros. 
2. Evitar, como siempre, la sobreinformación. Es recomendable conocer qué se puede hacer en cada fase, estar informado sobre la evolución de la pandemia, pero no estar constantemente conectados porque un exceso de información puede generar dudas y ansiedad lo que no contribuyen a poder afrontar el desconfinamiento con normalidad. 
3. En relación al punto anterior, también es aconsejable para controlar el miedo, estar bien informado sobre las medidas de seguridad necesarias y cómo usar mascarilla o guantes correctamente. Saber que lo estamos haciendo todo bien y vamos equipados correctamente, nos aportará seguridad a la hora de salir. 
4. También es importante apoyarse siempre en nuestro entorno. Hablar de lo que nos ocurre con familiares y amigos puede ayudar a dar la dimensión adecuada a nuestro miedo y, probablemente, ver que no somos los únicos que nos sentimos así. Y, si se considera oportuno, recurrir a un profesional.
5. Planificar la reanudación de las actividades sociales con las que podremos recuperaremos la 'normalidad' en las próximas semanas es otro consejo para superar el miedo. Establecer unas metas para poder volver a disfrutar de actividades que realizábamos antes del confinamiento puede facilitarnos el proceso de, poco a poco, salir a disfrutar de nuevo en el exterior. 

Síndrome de la cabaña

Estos días se está hablando mucho del 'síndrome de la cabaña' vinculado al miedo a salir a la calle. Se trata de un término para definir el conjunto de síntomas, como ansiedad o palpitaciones, que experimenta una persona al salir a la calle después de haber pasado tiempo en un espacio cerrado.

No es un concepto nuevo ya que se empezó a utilizar Estados Unidos en el siglo XX para describir un tipo de estado mental provocado por meses de soledad, aislamiento y aburrimiento, debido a los intensos y largos inviernos que afectan a latitudes extremas. Las personas que lo sufrían eran quienes vivían en lugares aislados o espacios muy estrechos.