Toni Esteve
Cómo
Aceite, refrigerante y líquido de frenos: cuándo cambiarlos y cómo revisarlos para evitar sustos
Comprobar el estado óptimo de los niveles te evitará un disgusto en mitad de tu desplazamiento
Dos son los momentos del año en que solemos hacer una revisión a fondo del estado de nuestro vehículo: antes de pasar la Inspección Técnica de vehículos (ITV) y antes de iniciar un largo viaje. No sabemos si este año te toca pasar la ITV, pero quizá estás pensando en coger el coche para desplazarte por tu Comunidad Autónoma o aprovechar la Semana Santa para pasar unos días en una segunda residencia. Sea como fuere, lo cierto es que comprobar los niveles de todos los líquidos de nuestro vehículo es algo que deberíamos hacer regularmente.
Si el nivel del aceite o del refrigerante no son los adecuados, por ejemplo, ponemos en peligro el motor. En el caso de rellenar alguno de los líquidos, siempre hay que respetar las medidas impuestas por el fabricante. También es importante mirar debajo del coche por si hubiera pérdidas. No debemos olvidar revisar igualmente el agua del limpiaparabrisas, el líquido de la dirección asistida o el de frenos.
Cuándo cambiar el aceite
La fecha del cambio de aceite depende de cada vehículo (consulta el libro de mantenimiento del tuyo) y del uso que hagamos de él (ocasional, para ir al trabajo, desplazamientos largos). Desde el RACE (@RACE_es) recomiendan reponer el aceite cada año o cada 15.000 kilómetros, o bien cada dos años o 30.000 kilómetros, lo que antes suceda. No obstante, en su página web concretan que, si se trata de coches de más de 15 años de antigüedad, lo adecuado es cambiarlo antes de los 10.000 km o cada año. Por el contrario, en el caso de los coches más modernos y tecnológicamente avanzados el cambio no depende de los kilómetros recorridos, ya que un sensor nos indica la calidad del aceite en tiempo real y cuándo toca reemplazarlo.
Líquido de frenos
Los fabricantes recomiendan sustituir el líquido de frenos cuando pasen entre dos y cuatro años de uso o cada 80.000 km, lo que antes ocurra. Una vez más, el uso que se le dé a un vehículo puede hacer variar estos parámetros, por lo que se recomienda la revisión periódica del nivel. Podemos controlarlo revisando la cubeta del líquido en el motor, para comprobar si está por encima del límite mínimo marcado. Desde el RACC (@ClubRACC) dan estas pistas para comprobar el estado del líquido de frenos: “El líquido de frenos envejece, mutando su color, generalmente a colores más oscuros. La falta de presión en el pedal puede ser otro signo, pudiendo significar pérdidas de presión por pequeñas fugas”. Para un control más exhaustivo, en nuestro taller comprobarán su temperatura de ebullición con el correspondiente sensor de ebullición, midiendo los valores mínimos y máximos, que nos indicarán si es necesario realizar un cambio.
Refrigeración y otros líquidos
Antes de iniciar un viaje es aconsejable que un profesional revise el estado del radiador y de los manguitos de nuestro coche, y que no existe fugas del líquido refrigerante. Alguno de estos elementos en mal estado puede ocasionar un calentón del motor.
Menos importante que los anteriores es el líquido que nos ayuda a tener limpio el parabrisas, aunque eso no quiere decir que no sea imprescindible, pues nos ayuda a mejorar la visibilidad –si aquel está muy sucio– y a que los limpiaparabrisas no se estropeen antes de tiempo. Sabrás cuándo necesitas reponer este líquido en el momento en que acciones el dispositivo desde el interior del vehículo y no haya suficiente presión. Entonces solo tendrás que levantar el capó y rellenar el depósito. Lo mejor es que utilices algún líquido con jabón preparado para que la limpieza sea mejor, pero si no tienes en ese momento, opta al menos por agua.