Carlos Zapatero
Consigue que tu bonsái crezca sano y fuerte con unas nociones básicas sobre cómo cuidarlo
Pese a su tamaño, los bonsáis requieren una serie de cuidados que permitan garantizar su crecimiento. El riego, la incidencia del la luz solar o la temperatura son tres de los aspectos básicos sobre los que tenemos que tener conocimientos para el cuidado de todo tipo de árboles y plantas. Pero, en el caso del bonsái, tenemos que prestar especial atención a todos ellos.
Dedícale el tiempo que necesita
Uno de los aspectos más importantes es el que hace referencia al riego. Por sus características, no es conveniente que se quede seco en ningún momento, siempre tiene que estar húmedo. Sin embargo, no hay que confundir la humedad con el exceso de agua.
Si lo regamos con más agua de la que sea capaz de absorber, podríamos hacer que nuestro bonsái se ahogue. Lo más habitual es que, durante el verano, tengamos que regarlo hasta dos veces al día, especialmente si se encuentra en una ubicación en la que reciba una incidencia directa del sol. En invierno, en cambio, podríamos ampliar la frecuencia a una vez cada dos días. En los casos en los que tengas dudas, es conveniente que sepas que existen asociaciones para la formación sobre el tipo de cuidados que tienes que garantizar a tu bonsái.
En busca de la luz
En cuanto a la ubicación, el bonsái es un árbol que necesita la luz solar para crecer sano. Por este motivo, si vas a ubicarlo en el interior de tu vivienda, es conveniente que esté próximo a una ventana. Procura no dejarlo completamente pegado a la misma, con el fin de evitar el temido efecto lupa de los cristales, que podría llegar a quemar las hojas del árbol.
Además, es conveniente que el sol incida en todas sus caras. En los casos en los que no podamos hacer que la luz solar incida de manera directa sobre el bonsái, es conveniente que lo giremos una vez cada quince días, favoreciendo así su crecimiento.
Los bonsáis son especialmente sensibles a los cambios drásticos de temperatura. Por lo que una buena forma de garantizar su correcto desarrollo es ubicarlo en un emplazamiento que no reciba el impacto directo de ningún tipo de fuente de calor o de frío artificial, como los aires acondicionados o las estufas. Cuanto más natural sea el entorno en el que crezca, será mucho más sencillo garantizar su estado de conservación.