Mariola Báez
Cómo
Cómo poner una inyección correctamente cuando sea necesario
Hay varios tipos de inyecciones y algunas deben ser administradas solo por profesionales sanitarios
En principio, poner una inyección no es difícil, aunque hay personas a las que solo la presencia de una aguja les crea tal estado de ansiedad que es preferible que no lo intenten, evitado así riesgos innecesarios.
La Guía para la Administración Segura de Medicamentos del Servicio Andaluz de Salud (@saludand) señala una serie de consideraciones básicas a la hora de administrar un medicamento por vía parenteral (inyecciones) como son seleccionar cuidadosamente el punto de punción, no elegir nunca zonas inflamadas, con lesiones o con presencia de vello; comprobar que la aguja es la adecuada y establecer un plan rotatorio de puntos donde se colocará la aguja en caso de inyecciones repetidas, para no recurrir siempre al mismo lugar.
También hay que saber que existen cuatro tipos de inyecciones: subcutáneas, intradérmicas, intramusculares e intravenosas. Las más sencillas de administrar son las subcutáneas, aquellas en las que la aguja y el medicamento solo alcanzan el tejido situado bajo la piel, sin llegar a tocar ningún nervio o músculo. Es el caso de las inyecciones de heparina, son necesarias cuando, por ejemplo, se sufre una inmovilización temporal.
Cómo administrar una inyección subcutánea
Este tipo de inyecciones se suelen aplicar o autoadministrar en la zona del abdomen. Como explican desde HM Hospitales (@HMHOSPITALES), lo ideal es clavar la aguja a la altura del ombligo, distanciándola de este unos cuatro centímetros y alternando derecha e izquierda en cada pinchazo. Debes coger y levantar un “pellizco” de piel, un “michelín” de tejido, que es donde se debe inyectar el medicamento después de aplicar un antiséptico en toda la zona.
La aguja y la jeringuilla deben estar ligeramente inclinadas (45º) y tendrás que mantener el pliegue de piel levantado mientras presionas el émbolo e introduces el medicamento, lentamente y con decisión. Finalmente, retira la aguja, suelta la piel y vuelve a pasar una gasa con antiséptico. No presiones la zona ni la masajees, no es necesario y solo conseguirás que salga un hematoma.
¿Qué ocurre con el resto de inyecciones?
Son más complicadas e implican más riesgos, por lo que siempre es mejor que las administren profesionales de enfermería. Aun así, si necesitases poner una inyección intramuscular, la zona más recomendable (y también la más sencilla) es el área superior externa de alguno de los glúteos. Es importante que el paciente esté relajado.
Una vez desinfectada la zona y preparada la jeringuilla, la aguja debe introducirse perpendicular al área de aplicación y la administración del medicamento debe realizarse despacio, para evitar en lo posible una sensación dolorosa. Si entrase sangre en la jeringuilla, deberás detener la aplicación. Hay que insistir en que este tipo de inyecciones implica ciertos riesgos, por lo que si no estás seguro de poder administrarlas correctamente, acude a un profesional sanitario.