Consejos para que nuestro gato acepte otro felino en casa

Los gatos son animales territoriales y de costumbres, donde los cambios no suelen ser bienvenidos y les gusta (exigen) que se respete su espacio y sus cosas como su cama, arenero, comedero, etc. Todo esto provoca que, en la mayoría de ocasiones, un gato no acepte de buen grado la llegada de otro gato al hogar que compartimos con él y que se muestre contrario (con bufidos, peleas, estrés, etc.) a la llegada de otro felino a su territorio. 

Así pues, si estamos pensando ampliar la familia gatuna será mejor tener en cuenta una serie de consideraciones a la hora de llevarlo a cabo. Puede requerir tiempo y paciencia, pero al final habrá valido la pena. 

Antes de traer al otro gato a casa

Lo más habitual es querer adoptar un gato joven como nuevo miembro de la familia, pero es aconsejable antes de hacerlo, prestar atención al carácter del gato que ya tenemos. Si es mayor y su nivel de actividad es bajo, un cachorro con un alto nivel de actividad puede ser contraproducente, por ejemplo. Así pues, mejor si preguntamos a la protectora u de donde provenga el gato si está socializado o bien si por carácter serán compatibles. 

Por otra parte, debemos preparar la casa para el futuro inquilino y asegurarnos que tiene todo lo que necesita: arenero, platos de comida, juguetes propios, rascador, etc. 

Cuando el nuevo gato llega a casa

Una vez que ya nos hemos decidido y hacemos realidad el deseo de adoptar un nuevo gato, la clave será hacerlo de forma gradual. Hemos de tener en cuenta que nuestro gato estará asustado porque ha llegado un usurpador a su territorio pero el nuevo inquilino también estará aterrado porque de repente está en un sitio desconocido y encima todo huele a otro gato. Por tanto, según los expertos, en ningún caso debemos dejar libre por casa al nuevo gato nada más llegar y, de hecho, recomiendan llevar al nuevo gato en un trasportín rígido y dejarlo unos minutos para que se huelan sin que puedan entrar en contacto directo.  

Podemos utilizar el llamado método de los 15 días que consiste en tenerlos separados durante este tiempo. Así, mantenemos al nuevo gato en una habitación donde tiene a su disposición todo lo que necesita, y dejamos al gato 'antiguo' deambular como siempre por el resto de la casa. 

Durante estos 15 días debemos ser muy generosos con mimos, premios y caricias para ambos gatos para que se sientan a gusto en lo posible con la nueva situación. Además, también es muy recomendable mezclar olores para que se vayan acostumbrando a la presencia del otro. Así, por ejemplo, podemos restregar una toalla por el lomo de uno de los gatos y luego dejar la prenda al otro gato para que la huelan. E, insistimos, en que, durante estos ratos, genial si les damos chuches y caricias. También podemos, incluso, intercambiar las cacas de los areneros para que se mezclen sus olores. 

Además, también es adecuado que se huelan por debajo de la puerta y mejor si dejamos comida cerca de la puerta de separación por ambos lados para que vinculen el contacto con el otro, con algo agradable. 

Superada esta fase y cuando ya toleren olfativamente al otro, es momento de avanzar y que establezcan contacto visual pero sin que puedan llegar a tocarse. Para ello, podemos dejar que se vean a través de una cristalera o recuperando el trasportín para tener a uno de los felinos. Debemos ir probando estos contactos visuales hasta conseguir que ninguno de los gatos se muestre molesto, agresivo o nervioso. 

Y si lo logramos, habrá llegado el momento de permitir el contacto directo siempre estando presentes para evitar que se enzarcen en una pelea o un gato ataque al otro.