El ejercicio es fundamental para sentirnos bien, no solo físicamente sino también emocional y espiritualmente. Conseguir una rutina para realizar ejercicio resulta complicado en algunas ocasiones, ya que no siempre tenemos el mismo tiempo, las mismas energías ni el mismo ánimo. Son muchas las formas y tipos de ejercicios que podemos realizar, pero si eres de los que les gusta unir ejercicio y naturaleza, ya te habrás dado cuenta de que el tiempo es clave a la hora de ponerte las zapatillas y salir a la calle.
Las inclemencias del tiempo pueden llegar a ser un problema, pero el invierno en especial resulta una época complicada para el ejercicio al aire libre, ya que se añade un elemento que puede resultar problemático y al que hay que tener muy en cuenta: el frío.
Vestirse con varias capas de ropa, protegerse las manos y los pies y prestar atención al pronóstico del tiempo son las tres claves principales a la hora de preparar una salida para ejercitarnos al aire libre en climas fríos, y aunque estos pueden desanimarnos un poco, no debe ser la razón que nos haga quedarnos en casa. Por ello, Mayo Clinic recopila una serie de consejos que ayudarán a este propósito, para poder mantenernos en forma y motivados en invierno, sin pasar frío.
Mantente seguro en climas fríos
El ejercicio también puede ser seguro, incluso en climas fríos. Sin embargo, hay que tener muy en cuenta algunas afecciones que podrían complicar la actividad en esta situación, como asma, problemas cardíacos o enfermedad de Raynaud. Por ello, será conveniente consultar primero con tu médico para tomar las medidas adecuadas dependiendo del caso.
Revisar el tiempo
Revisar el pronóstico del tiempo antes de salir nos ahorrará muchos problemas. El viento, la humedad y la temperatura son elementos clave, sobre todo si pasaremos mucho tiempo al aire libre, ya que las temperaturas extremas de la sensación térmica pueden hacer que el ejercicio que realicemos al aire libre se vuelva peligroso, incluso con ropa abrigada; el viento puede atravesar la ropa y quitar la capa aislante de aire caliente que envuelve el cuerpo, mientras que la piel que esté expuesta será vulnerable a la congelación.
Así, el riesgo de congelación es de menos del 5% cuando la temperatura del aire es superior a los 15°C bajo cero, pero el riesgo aumenta a medida que disminuye la sensación térmica. Con vientos helados de 28°C bajo cero, la congelación puede ocurrir en la piel expuesta en menos de 30 minutos.
Si la temperatura desciende por debajo de 18°C bajo cero o la sensación térmica es extrema, lo mejor será tomar un descanso o decidirse por realizar el ejercicio a cubierto, sobre todo si está lloviendo o nevando, salvo que salgamos con un equipo impermeable, ya que el frío nos hace aún más vulnerables al frío.
Vestirse con varias capas de ropa
Vestirse demasiado abrigado puede ser un error, ya que al hacer ejercicio el cuerpo genera una gran cantidad de calor, lo que puede hacernos sentir que hace más calor de lo que realmente hace. En cambio, si nos vestimos con varias capas de ropa, podremos quitárnoslas tan pronto como comencemos a sudar, para luego volver a ponérnoslas.
Proteger las manos, los pies, las orejas y la cabeza
Cuando las temperaturas son bajas, el flujo sanguíneo se concentra en el centro del cuerpo, dejando las manos, los pies y la cabeza vulnerables a ese frío y, por tanto, a la congelación. Por esa razón, se recomienda usar guantes finos hechos de materiales transpirables debajo de guantes o mitones gruesos forrados de lana o vellón, que luego podremos quitarnos cuando empecemos a tener calor.
También adquirir zapatillas de una talla más grande para poder ponernos calcetines térmicos o un par de calcetines adicionales; y usar sombrero o gorro para protege la cabeza y las orejas.
Beber mucho líquido y no olvidar el protector solar
Usar un protector solar en invierno es tan importante como en verano, incluso más si realizas ejercicio en la nieve o en altitudes elevadas. También es importante proteger los ojos del resplandor de la nieve y el hielo, así como mantenernos hidratados en todo momento, íncluso si no tenemos sed.
En climas fríos es posible deshidratarse también debido a la transpiración, la respiración, la capacidad de secar que tiene el viento invernal y por la mayor producción de orina, sin embargo, esto puede ser más difícil de advertir en un clima frío.
¿Cómo saber si sufrimos congelación o hipotermia?
La congelación es una lesión en el cuerpo causada por el frío extremo, muy común en las manos, los pies, las mejillas, la nariz y las orejas. Los primeros signos que nos darán la alerta serán: entumecimiento, pérdida de sensibilidad y sensación de ardor. Si esto sucede, lo recomendable es refugiarte del frío y calentar las zonas afectadas poco a poco, sin frotar.
En el caso de la hipotermia, que se da cuando la temperatura corporal está por debajo de lo normal (el cuerpo empieza a perder calor más rápido de lo que puede producirlo), se puede detectar si presentamos los siguientes síntomas: escalofríos intensos, hablar arrastrando las palabras, pérdida de la coordinación o cansancio. Hacer ejercicio en un clima frío y lluvioso aumenta el riesgo de sufrir hipotermia, sobre todo en las personas mayores y los niños pequeños.
Sobre el autor:
María Bonillo
María Bonillo es licenciada en Comunicación Audiovisual y Periodismo por la Universidad Carlos III de Madrid. Escribe principalmente sobre temas de sociedad. También tiene experiencia en comunicación corporativa de empresas como OmnicomPRGroup y Pentación Espectáculos.