Mariola Báez
Practicopedia
¿En qué se diferencia una placa de inducción de una vitrocerámica?
Aunque parezcan iguales a simple vista, funcionan de manera distinta y cada una tiene sus ventajas
Si estás pensando en cambiar la placa de cocción de tu cocina, tienes varios sistemas entre los que elegir, desde el más tradicional, que utiliza el gas (butano o natural), hasta los que recurren a fuentes de energía alternativas que pueden resultarte interesantes.
La vitrocerámica, que apareció hace ya unas cuantas décadas, funciona por el calentamiento de la resistencia que se sitúa debajo del cristal. Por medio de la electricidad, ese filamento se calienta de manera progresiva, transmite el calor a la superficie y lo aplica al recipiente que coloques encima del "fuego" que hayas encendido.
Las placas de inducción son bastante menos conocidas, aunque poco a poco se han ido introduciendo en las cocinas más actuales. Una “vitro” por inducción calienta porque crea un campo electromagnético que, al entrar en contacto con determinados metales (del que están hechos los recipientes), genera el calor necesario para la cocción de los distintos alimentos. Estas placas incorporan un circuito cerrado, a base de imanes que, al contacto con determinados metales se “activa” creando ondas magnéticas capaces de generar el necesario calor.
¿Qué pros y contras presenta cada sistema?
No hay un sistema mejor que el otro, es cuestión de gustos y preferencias, pero antes de decidirte por uno de ellos conviene conocer las ventajas e inconvenientes que presentan
En general, las placas de inducción son más rápidas. La vitrocerámica va a calentar los alimentos de manera progresiva, a medida que la resistencia eléctrica de su interior gane temperatura (ventaja o inconveniente según se mire).
Punto a favor también para la inducción es el ahorro energético que supone, algo que se traduce en una reducción importante en la factura de la luz. Por el contrario, a la hora de comprarla, su precio es superior al de la tradicional vitro.
Diferencia importante, que también debes valorar, es que al apagar la vitrocerámica, ésta retendrá el calor durante un tiempo considerable, en el que el riesgo de quemaduras existe. Una placa de inducción, cuando la apagas, su cristal permanece absolutamente frío. Aun así, si te acostumbras a cocinar con la vitro, puedes detener la cocción unos minutos antes de que la comida esté lista y aprovechar, así, energía, mientras se reduce el tiempo en el que está desprendiendo (y desperdiciando) calor.
Como desventaja para la inducción hay que decir que requiere recipientes específicos. La vitro también, pero, de momento, hay más variedad de cacerolas o sartenes aptos para vitrocerámica que para inducción.
Por último, un punto importante también es la limpieza. Las dos se pueden mantener en perfecto estado con muy poco esfuerzo y siempre utilizando productos específicos, pero en general, la vitrocerámica tiene a rayarse con mayor facilidad