Mariola Báez
Dónde
Virus y bacterias en el hogar, ¿dónde se esconden?
Descubre algunos de los sitios donde los microorganismos suelen acumularse con mayor frecuencia
Hablar de virus y bacterias en la actualidad hace saltar todas las alarmas, pero hay que recordar que en nuestro entorno (y en nuestro propio cuerpo) hay un sinfín de microorganismos. La gran mayoría no resultan un peligro, es más, algunos, como los que se encargan de mantener nuestra flora intestinal en buen estado, son beneficiosos y esenciales para la salud.
Aun así, también nos rodean agentes patógenos capaces de provocar infecciones y enfermedades de distinta índole. En cualquier caso, maximizar la higiene en el hogar siempre es importante y conocer los espacios que pueden albergarlos en mayor número nunca está de más. Saber dónde se esconden hará que extrememos el cuidado en esos puntos 'conflictivos'.
Especial esmero en cocinas y baños
Son dos de las estancias donde los patógenos pueden encontrar su hábitat perfecto, aunque se limpien y desinfecten con asiduidad. Sobre todo por la presencia de alimentos en el caso de la cocina y también de espacios concretos donde suele haber mucha humedad. Son varios los estudios, como el realizado hace unos años por expertos de la Universidad de Barcelona (@UniBarcelona), que se han centrado en destapar esos puntos concretos en los que se concentran una mayor cantidad de microorganismos patógenos.
Estropajos, bayetas y trapos de cocina están en el punto de mira, al ser capaces de acumular y retener a estos ‘invasores invisibles’. Su mayor peligro radica en que se utilizan precisamente para limpiar las superficies de la cocina, repartiéndolos sobre ellas sin que seamos consciente de esta inevitable contaminación. En este sentido, también un reciente informe de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU @consumidores) señala que más del 90% de los estropajos y textiles, utilizados en la limpieza, no reúnen las condiciones higiénicas óptimas. Lavarlos a fondo, desinfectarlos y cambiarlos con la debida frecuencia es importante para reducir la presencia de gérmenes en la cocina.
Focos de especial interés, en los que conviene esmerarse, son también el fregadero, donde es aconsejable aplicar productos específicos que garanticen su desinfección, y las tablas que utilizamos para la preparación de los alimentos. Elegir aquellas que permitan una limpieza eficaz y no utilizar la misma para la manipulación de alimentos crudos y aquellos que se toman sin cocción alguna, es esencial para evitar una contaminación cruzada. Este mismo aspecto reviste especial importancia a la hora de conservar los distintos productos en la nevera, que debe hacerse respetando al máximo las medidas de higiene que eviten la proliferación de virus y bacterias en su interior.
¿Qué ocurre con los baños?
Según el citado estudio, el inodoro es la zona de la casa con mayor carga bacteriana, por lo que requiere limpieza diaria. También la bañera es punto crítico si hablamos de la proliferación de gérmenes, por lo que mantenerla en condiciones óptimas es una cuestión de salud. Como hemos indicado, la humedad es una aliada de los gérmenes y cualquier espacio donde esté presente requiere un cuidado. Un ejemplo claro es el vaso donde se colocan los cepillos de dientes, especialmente ‘peligroso’ teniendo en cuenta que el cepillo es un instrumento básico en nuestra higiene bucal.
Los posibles textiles, como las alfombrillas o la cortina de la ducha, también merecen atención. En el caso de las personas mayores, pueden ser elementos que incrementen el riesgo de caídas, por lo que si es posible prescindir de ellas, mucho mejor. Por último, tanto en la cocina como en el baño no hay que olvidar la importancia de extremar el cuidado en la limpieza de los grifos, las áreas húmedas y los accesorios por los que pasan las manos de todos los habitantes de la casa.
Otros lugares ‘insospechados’
Además de estos puntos, que más o menos tenemos controlados, también es importante recordar que existen pequeños objetos de uso cotidiano que pueden alojar más virus y bacterias de los que pensamos. En concreto, la pantalla y el teclado del ordenador pueden convertirse en un nicho de agentes infecciosos. Limpiar esos elementos y también las pantallas de los móviles, que tocamos o acercamos a nuestra cara constantemente, es una medida de higiene que no conviene olvidar.
Es básico eliminar el polvo que puede acumularse en los muebles de la casa, pero además hay que incidir en los pomos y los picaportes de las puertas, los interruptores o las barandillas de las escaleras que, al igual que sucede con los grifos, son accesorios donde pueden quedar depositados esos gérmenes que, en mayor o menor medida, todos transportamos en nuestras manos. De ahí la importancia de lavarlas correctamente y con la debida frecuencia.