Anna Blanco
Practicopedia
Pautas para lidiar con el síndrome del nido lleno
Una tardía emancipación de los hijos o su regreso forzado pueden generar malestar en los padres
Los meses de confinamiento han sido una prueba de convivencia para muchas familias con valoraciones diferentes según la situación de cada una. Para algunas ha sido una experiencia muy positiva en la que han podido disfrutar de tiempo de calidad juntos. Para otras, en cambio, puede haber sido una prueba de fuego difícil de superar probablemente porque ya con anterioridad la situación no era la ideal. Este puede ser el caso de los padres que sufren el llamado síndrome del nido lleno cada vez más presente en la sociedad.
Se trata de la situación contraria al síndrome de nido vacío (cuando los padres llevan mal la emancipación de sus hijos). Actualmente los jóvenes se independizan cada vez más tarde siendo la media actual en España de 29,5 años según un estudio realizado por Eurostat en 2019. O también se da la situación de hijos que se ven obligados a volver a la casa paterna por diferentes circunstancias personales o económicas. Esto puede provocar en los padres una sensación de frustración, porque no se están cumpliendo las expectativas de ver a sus hijos vivir su vida de forma independiente; de agobio porque no se puede disfrutar plenamente de la merecida jubilación, además de, en algunos casos, de estrés al significar una carga económica.
Saber gestionar, pues, el síndrome del nido lleno es importante para una buena convivencia entre todos los miembros de la unidad familiar y poder disfrutar cada miembro de su espacio en el hogar.
A continuación, una serie de pautas para hacer frente al síndrome del nido lleno:
Ya no son niños
Es conveniente dejar atrás la típica frase de 'mientras vivas en mi casa, se hará lo que yo diga', al menos si se quiere fomentar una buena relación y convivencia con los hijos. Ellos ya no son niños a los que se está educando y que deben acatar las normas de sus progenitores. Son adultos por lo que necesitan tener voz y voto y que se les respecte sus opiniones.
Normas para convivir
El punto anterior no significa que los hijos pueden hacer lo que les venga en gana. Ellos también han de ver que conviven con otros adultos y que ya no son niños pequeños sin responsabilidades. Es conveniente y necesario establecer unas normas para organizar tareas domésticas y horarios que se adapten a las necesidades de todos y que impliquen la colaboración de cada miembro de la familia.
Hablar, hablar y hablar
Dialogar para poner en común las cuestiones que pueden generar disputas y ver así posibles soluciones es clave para una buena convivencia. Verbalizar aquello que nos preocupa, molestia o agobia es una buena vía para poner soluciones además de lograr que los otros entiendan por lo que se está pasando.
Respetar los espacios
De nuevo, hay que incidir en que estamos hablando de adultos por lo que es necesario respetar el espacio propio de cada uno (normalmente las habitaciones) donde poder disfrutar de independencia y de un espacio en soledad cuando se necesite. Y, de nuevo es importante establecer que las normas van en doble dirección (los hijos y también los padres necesitan el espacio personal propio).
Pensar en positivo
Y tratar de dejar de lado los agobios o pequeños problemas de convivencia y plantear la situación como una oportunidad de seguir disfrutando de los hijos jóvenes que aún no se han independizado o volver a disfrutar de los que se han visto obligados a volver al hogar. En ambos casos es conveniente planificar actividades en común que apetezcan a todos los miembros para construir y reforzar una buena convivencia.